El Parlamento de Canarias reclama la devolución de la momia guanche del Museo Arqueológico Nacional
Los restos se encuentran en Madrid desde 1763, cuando fue entregada al rey Carlos III como un regalo. El MAN rechaza su devolución debido al riesgo que supone su traslado
El pleno del Parlamento de Canarias ha aprobado este miércoles una proposición no de ley impulsada por Coalición Canaria en la que se solicita el traslado a Tenerife de la momia guanche de Erques, que se exhibe desde 2015 en el Museo Arqueológico Nacional (MAN). Todos los grupos votaron a favor, con la excepción de los cuatro diputados de Vox. Los partidos aprobaron, a su vez, la creación de una comisión para impulsar su traslado “por la vía del acuerdo”. Estos restos han sido fuente de enfrentamientos desde los años setenta, toda vez que es, probablemente, la persona momificada mejor conservada de cuantas se embalsamaron en la Canarias prehispánica. El MAN rechaza su devolución debido al riesgo que supone su traslado.
“Su devolución a la isla de Tenerife es una vieja petición de las autoridades políticas y científicas canarias”, reza la proposición, “porque es patrimonio arqueológico esencial en la historia de las Islas y porque el Museo de la Naturaleza y Arqueología de Tenerife reúne las condiciones técnicas y científicas para garantizar su traslado, conservación y exposición”. La ponente de la proposición, la diputada nacionalista Ana Oramas, ha incidido en esta idea en su discurso ante la Cámara. La diputada tinerfeña ha lamentado que todos los gobiernos nacionales se hayan opuesto a este traslado por razones políticas o cuestiones “técnicas”, como los “riesgos irreparables” que podría suponer el traslado, algo que la diputada ha dado por “superado”. “Forma parte de nuestra identidad y es patrimonio arqueológico esencial en la historia de las islas”, sentencia la proposición.
Los aborígenes prehispánicos de todas las islas practicaban de forma generalizada la momificación de sus difuntos, aunque fue más extendida en las dos islas capitalinas, Tenerife y Gran Canaria. La conquista del archipiélago por arte de la Corona de Castilla borró muchos vestigios, entre ellos la lengua. Los primeros conquistadores, sin embargo, sí se cuidaron de reflejar en sus escritos esta práctica. Existen diversas teorías sobre cómo era el proceso de evisceración, embalsamiento y secado, que probablemente fue variando según el estrato social y el periodo. Pero sí se tienen algunas certezas, como las sustancias y materiales usados ―manteca o mantequilla de ganado, brezo o pino, mocán, salvia silvestre, ciclamen y picón volcánico―, la duración del proceso completo ―unos 15 días― y el nombre que usaban los aborígenes para referirse a las momias: xaxos.
Una vez enfardadas, las momias se trasladaban a cuevas situadas en barrancos, acantilados o laderas, lugares de difícil acceso en los que a veces era necesaria la ayuda de cuerdas y cierto equipo de escalada. Fue en una de estas cuevas, en el Barranco de Erques (costa suroriental de Tenerife, entre los municipios de Güímar y de Fasnia), donde se descubrió en torno al año 1763 la momia reclamada por el Parlamento canario. Se sabe que correspondía a un varón de unos 35 o 40 años, de 1,62 metros de estatura, de estrato social alto, que conserva el pelo y toda su dentadura y presenta uñas cuidadas, al que no se evisceró ni se le extrajo el cerebro y que vivió en Tenerife hace más de 850 años. “Es la momia guanche mejor conservada”, sentencia el director del Museo de la Naturaleza y Arqueología de Tenerife, Conrado Rodríguez-Maffiote.
En esa misma cueva se hallaron “cientos de momias”, según relata el sacerdote y biólogo canario José Viera y Clavijo (1731-1813), todas ellas apiladas y envueltas en pieles “primorosamente cosidas”. Así, los descubridores hicieron algo que sería común a lo largo de los siglos siguientes, según Rodríguez-Maffiote: tomar los restos y repartirlos por museos de todo el mundo —otros muchos serían directamente destruidos—. Este ejemplar fue elegido debido a que presentaba el cuerpo más perfecto y mejor conservado. El xaxo llegó a Madrid en julio de 1764 con destino a la corte de Carlos III y, después de media docena de traslados a lo largo de los dos siglos siguientes ―a los que hay que sumar su paso por la Exposición Universal de París de 1878―, acabó recalando junto con otros cuatro ejemplares en el Museo Nacional de Antropología de Madrid en la década de los 70. Cuatro de ellas regresaron a Tenerife la década pasada. La de Erques se quedó en Madrid y fue trasladada al Museo Arqueológico Nacional en 2015.
Canarias, y Tenerife en particular, llevan décadas reclamando la devolución de la momia de Erques. En 1976, el Cabildo de Tenerife llevó a cabo la primera reclamación oficial para la restitución de los restos. Le seguirían otra media docenas de peticiones oficiales ―incluso una del propio Senado― en 1990, 2004, 2006, 2012, 2017 y 2021. Ninguna ha sido tomada en consideración. La directora del MAN, Isabel Izquierdo, se ha escudado en repetidas ocasiones en la preservación de los restos para oponerse a este traslado.
Tanto Rodríguez-Maffiote como la propia proposición no de ley rechazan estos argumentos. “No existe justificación alguna”, afirma el primero. “El módulo de momias del Museo de Naturaleza y Arqueología de Tenerife está considerado por entidades como la Fundación Getty y el propio Ministerio de Cultura uno de los mejores del mundo por la calidad de su colección y por sus sistemas de conservación y exhibición”, asevera la segunda. Añade en su argumentario la restitución a la que accedió el Gobierno argentino en 2003, así como otros traslados de xaxos a Canarias de restos de “varios lugares del mundo como Perú, Estados Unidos o Chile”.
Esta nueva petición pretende beneficiarse de la “revisión” de las colecciones de los museos estatales “para superar un marco colonial” que anunció el ministro de Cultura Ernest Urtasun en enero. Esta declaración de intenciones, sin embargo, no ha ido acompañada de más detalles. Así, en una posterior entrevista con EL PAÍS, se limitó a afirmar que estas son “cosas que están haciendo todos los países de nuestro entorno y también los propios museos españoles, que han ido adaptando la museización para que las miradas fueran respetuosas y no discriminatorias”.
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