Kornel Filipowicz, el escritor a la sombra de la Nobel Wislawa Szymborska
‘Escribe si vendrás’ reúne la correspondencia de la poeta y traductora polaca con su pareja durante casi tres décadas
La siempre sincera, irónica y brillante Wislawa Szymborska advierte en uno de sus poemas: “Leemos las cartas de los difuntos como imponentes dioses, / pero dioses a fin de cuentas porque conocemos las fechas posteriores”. El volumen Escribe si vendrás (Las afueras) reúne la correspondencia que, desde 1967 hasta 1985, ella mantuvo con su pareja, el también escritor Kornel Filipowicz. Él falleció en 1990 y seis años después llegó “el cataclismo de Estocolmo”, como la premio Nobel polaca se refería con humor al máximo galardón literario que le fue concedido.
Las cartas, notas y postales —muchas de ellas collages fabricados por la poeta—, traducidas ahora por Teresa Benítez, Katarzyna Moloniewicz y Abel Murcia, descubren los juegos, bromas y afectos que urdieron la poeta y el escritor en aquella Polonia comunista, marcada por la escasez y por una censura que no logra alcanzar el ingenio y la ternura de estos dos corresponsales. De este intercambio emerge la figura de Filipowicz, un escritor hoy de alguna manera a la sombra de Szymborska, apenas conocido por los lectores fuera de Polonia y que, sin embargo, jugó un papel importante en la escena cultural.
Diez años mayor que ella, Filipowicz fue miembro de la resistencia a la ocupación alemana y pasó por varios campos de concentración. Escribió novelas, relatos cortos, poesía y guiones. Tuvo dos matrimonios y sendos hijos antes de iniciar su relación con Szymborska, que ya se había fijado en él casi 20 años antes. “Se conocieron en 1946 o 1947, al menos eso es lo que ella recordaba. También decía que mientras ella fue miembro del partido comunista una relación más cercana no era posible: él era socialista, pero nunca fue comunista. Se volvieron a encontrar y se enamoraron a mediados de los sesenta”, explica por correo electrónico Michal Rusinek, amigo, secretario de Szymborska y presidente de su fundación.
El rescate de Filpowicz está en el origen de la presentación de esta correspondencia. Una biografía de la poeta puso sobre la pista del escritor a los editores de Las afueras. Con una de sus novelas, Un romance de provincias (2017), Francisco Llorca inauguró el sello editorial que fundó con Magda Anglès. No tuvo mucho éxito, pero se empeñaron en seguir con Memorias de un antihéroe (2019), que contó con un prólogo de Adam Zagajewski. Para entonces ya habían salido en Polonia estas cartas. “El éxito superó nuestras expectativas y se vendieron 40.000 ejemplares en muy poco tiempo”, explica Jerzy Illg, editor y fundador del sello polaco Znak. “Las cartas resultaron tener un alto valor literario. Permitían acercarse a las vidas y sentimientos de los dos corresponsales, pero por encima de todo eso eran un gran entretenimiento literario. Asumen personalidades ficticias y entablan un juego lleno de guiños, bromas y mitos que por momentos se acerca al teatro del absurdo. No resulta extraño que ya hayan sido llevadas al escenario”.
A la vista de todo esto, en la editorial Las afueras decidieron redoblar su apuesta y lanzarse con este nuevo volumen. “En este intercambio epistolar apenas hay referencias al trabajo literario”, explica al teléfono Llorca. “Lo que muestra es la intimidad de una pareja con una ironía y una sensibilidad chispeante, que hacen literatura”, asegura Llorca.
El secretario de Szymborska explica que al recibir el premio Nobel la poeta quiso apoyar la publicación de una selección de cuentos de Kornel. “Le amaba como persona, pero también le admiraba como escritor. Y lamentaba que hubiera caído en el olvido tras su muerte. Pero ya se sabe que es más fácil publicar libros que promocionarlos o convencer a los lectores de que merece la pena leerlos. Desistió. Cuando ella murió, decidimos publicar la correspondencia que mantuvieron: cartas amorosas, pero en las que no comparten nada que sea demasiado íntimo. El éxito del libro tuvo un efecto colateral: la gente quería también leer los relatos de Filipowicz. Tres volúmenes con una selección de su obra se han publicado desde entonces y el deseo de Szymborska se ha cumplido: ya no está olvidado”, apunta Rusinek.
Influencia mutua
En las cartas Szymborska se muestra tierna y divertida. “No hay ningún cotilleo de Cracovia, pero en la siguiente postal intentaré enmendarme y ya se me ocurrirá algo. De momento, tienen que bastarte los viejos chistes prusianos. ¡No te atiborres de pescado! ¡Besos! ¡Arrimo mi mejilla a tu espalda y no te soy infiel en absoluto! ¡Imagínate!”, escribe en 1971. Según Rusinek, en estas cartas asoma una voz temprana y desconocida de la poeta, que conocieron quienes la trataron en persona. “También hay algo mucho más importante que muestra esta correspondencia: el interés que ella tuvo por la naturaleza empezó cuando intimó con Filipowicz. La actitud que él tenía ante la naturaleza influyó en la poesía de ella. De igual modo, la manera que ella tenía de escribir las cartas, sus juegos de palabras e inclinación a la estilización y a los personajes ficticios, influyeron en la correspondencia que él le mandó”, explica el experto, y subraya que al leer estas epístolas hay que tener en cuenta que los corresponsales eran plenamente conscientes de que un censor podía acceder a este intercambio. “El amor durante el periodo comunista no era fácil. Esa puede ser una de las razones por las que usaban personajes de ficción y estilizaban sus cartas”, aventura.
Más allá de las palabras, tal y como recogen las ilustraciones del volumen Escribe si vendrás, la comunicación y las bromas entre Szymborska y Filipowicz tenía por momentos un toque pop, creativo e irreverente gracias también a los dibujos y collages que ilustraban sus postales. “Ella empezó a fabricar sus cartas a principios de los setenta porque no era fácil encontrar postales bonitas en la Polonia de entonces. Se las mandaba a gente con la que compartía el mismo sentido del humor, y Filipowicz era uno de ellos. A Szymborska le encantaban los surrealistas, Magritte especialmente, y tiene algo de este pintor”, dice Rusinek, y adelanta que preparan un volumen que reúna todas esas postales que la poeta mandaba a sus amigos para el año que viene. “En su correspondencia Szymborska revela no solo su brillante inteligencia, sino también su sentido del humor y gusto por todo lo disparatado”, subraya el editor polaco Illg.
En los versos del poema Las cartas de los difuntos, la propia Szymborska reflexionaba con tono más serio sobre lo que queda en esas correspondencias de tiempos pasados: “Todo lo previsto por ellos salió de una manera totalmente diferente, / o un poco diferente, es decir, también totalmente diferente. / Los más diligentes nos miran ingenuamente a los ojos, / porque hacían cuenta de que encontrarían en ellos la perfección”.
Babelia
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