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CONVERSACIONES A LA CONTRA

Melinda Cooper, socióloga: “La familia es la alternativa de los liberales al Estado de bienestar”

La profesora de la Universidad Nacional Australiana consagra su último ensayo al estudio de la derecha estadounidense, donde los principios del libre mercado se funden con el puritanismo

Melinda Cooper sociologist
Melinda Cooper, en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid.Claudio Alvarez
Miguel Ezquiaga

El capitalismo actual acoge en su seno retrocesos de derechos a escala global. Una tensión reaccionaria que Melinda Cooper (Sídney, 52 años), profesora de Sociología en la Universidad Nacional Australiana, relaciona con la alianza histórica entre neoliberales y conservadores. Esta fusión de los principios formulados por la Escuela de Chicago con el puritanismo religioso ya aupó a Ronald Reagan al poder en los ochenta, y desde entonces no ha hecho sino afianzarse, hasta cristalizar en las agendas del trumpismo y los partidarios de Jair Bolsonaro en Brasil o ahora de Javier Milei en Argentina. La investigadora ha presentado en Madrid y Barcelona Los valores de la familia (Traficantes de Sueños), una genealogía política que se remonta a las primeras uniones entre el tradicionalismo y los adalides de la desregulación económica: defensa del matrimonio y antifeminismo. El incendio que está devorando América.

Pregunta. ¿Cómo ha cambiado la derecha estadounidense desde el triunfo de Donald Trump?

Respuesta. Asistimos a una radicalización de los postulados que por primera vez tiene cabida en la corriente mayoritaria del Partido Republicano. Inspirada en la tradición sureña, nostálgica de la esclavitud, la hostilidad hacia el Estado implica incluso tomar las armas, como se vio en el asalto al Capitolio de 2021. Un resurgimiento del racismo blanco y la misoginia que ha llevado incluso a derogar la protección federal del aborto.

P. Dice usted que la negativa de algunos congresistas republicanos a elevar el techo de la deuda forma parte de ese mismo intento de desestabilización, aunque finalmente hubo acuerdo en mayo para evitar el colapso económico.

R. Esos congresistas ven el aborto y la deuda federal como síntomas del mismo pecado original. Argumentan que la disolución de la familia ha obligado a pagar cuestiones de la esfera privada como la sanidad o la educación, y buscan acelerar la llegada del castigo divino.

P. No solo la extrema derecha quiere limitar los derechos de las mujeres. En su ensayo analiza el papel de Bill Clinton al respecto.

R. La reforma de la asistencia social de Clinton de 1996 creó una asignación especial para financiar programas de promoción del matrimonio. Destinó millones de dólares a los Estados capaces de reducir la tasa de aborto y, a la vez, los nacimientos de hijos ilegítimos.

P. ¿Los liberales estadounidenses están tan comprometidos con la familia como los conservadores?

R. Sí, aunque por razones distintas. Unos promueven la abstinencia y la monogamia, otros les dicen a las mujeres que deben asumir el coste económico de desviarse del matrimonio.

P. ¿A qué se refiere?

R. Hay una larga tradición en los países anglosajones de localizar a los padres de niños perceptores de ayudas sociales. En lugar de pagar la prestación de manera directa, el Estado financia la búsqueda de hombres sin relación con la madre que solicita esa ayuda. Resulta ineficiente, pero así se dice a las mujeres que su seguridad económica procede en exclusiva del matrimonio.

P. ¿Los progresistas son efectivos a la hora de contrarrestar estas ideas?

R. Las debaten, oponen argumentos científicos, pero necesitan una visión global y propositiva, más allá de ir siempre a la contra. A lo largo de la historia la izquierda se ha erigido como faro solo cuando contaba con un proyecto propio. Percibí algo parecido a eso en la campaña de Bernie Sanders durante las primarias demócratas, pero luego se disipó. Irán, Argentina o Polonia, donde las feministas han dedicado grandes esfuerzos a enfrentarse a la derecha religiosa, ofrecen lecciones importantes a la izquierda occidental para disputar las políticas de familia, tanto en el frente liberal como en el conservador.

Melinda Cooper, durante la entrevista, el 30 de noviembre, en la Universidad Complutense de Madrid.
Melinda Cooper, durante la entrevista, el 30 de noviembre, en la Universidad Complutense de Madrid. Claudio Alvarez

P. También existe una izquierda que reivindica esos valores familiares.

R. Me parece peligrosa la idea de que la resistencia al capitalismo necesita algún tipo de anclaje en la familia, como si fueran dos conceptos antagónicos. Yo sostengo que desde el punto de vista histórico nunca ha existido un liberalismo económico puro. Pese a que buscan la libertad absoluta del individuo, los liberales han llevado a cabo políticas de protección de la familia. Es su alternativa al mismo Estado de bienestar que quieren desmontar

P. La mayor parte de su actividad como investigadora se ha centrado en EE UU. ¿Por qué?

R. Suele hablarse del mundo angloparlante, pero Estados Unidos no tiene nada que ver con la política australiana, me resulta un país exótico y fascinante. Lo que pasa allí tiene implicaciones en el resto del mundo, es un laboratorio de ideas. Fíjate en Milei.

P. Es igual de radical que Trump.

R. Sí, pero la gente se identifica con ellos. Habría que analizar las implicaciones psicológicas que eso tiene. Theodor Adorno [filósofo alemán] desarrolló el concepto de pequeño gran hombre. Se trata de un líder que proyecta cierta imagen de omnipotencia, pero a la vez resulta cercano.

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Sobre la firma

Miguel Ezquiaga
Es redactor en la mesa web de EL PAÍS. Antes pasó por Cultura, la unidad de edición del diario impreso y ejerció como reportero en Local. Su labor informativa ha sido reconocida con el Premio Injuve de Periodismo, que otorga el Ministerio de Juventud. Cada martes envía el boletín sobre Madrid.

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