‘The Prize Papers’: el Reino Unido publica en la red miles de documentos incautados a los barcos españoles por corsarios ingleses
El proyecto, realizado por los Archivos Nacionales británicos y la Universidad de Oldenburg, trabaja sobre el material incautado a 35.000 barcos, entre ellos 130 españoles, entre los siglos XVII y XIX
En 1747, los piratas ingleses que hacían su fortuna con el saqueo de embarcaciones francesas o españolas, libraron por casualidad al sevillano Miguel Atocha del rapapolvo de su esposa, Francisca Muñoz. “Esposo y querido mío (...) Quisiera saber qual (sic) es el motivo de haberte escrito treze cartas sin estas y de ninguna a ver tenido respuesta, qusiera saber si allá no ay papel o plumas o tinta para siquiera a ver escrito una...”
La carta de la indignada doña Francisca iba destinada a la ciudad de Veracruz, en el Virreinato de la Nueva España. Viajaba a bordo de La Ninfa, un velero comercial que realizaba la ruta entre esa ciudad y Cádiz. Nunca llegó a su destino.
Forma parte de los miles de documentos incautados a unos 130 barcos españoles apresados por los británicos durante la Guerra del Asiento (1739-48) y la Guerra de la Pragmática Sanción (1740-48), en las que las coronas borbónicas de Francia y España se aliaron contra Gran Bretaña.
The Prize Papers, los “documentos de la presa” o los “documentos apresados”, son todos los textos, en forma de cartas, cartas de navegación, cuadernos de bitácora o listados e inventarios comerciales contenidos en los barcos enemigos que tanto los corsarios como las embarcaciones militares británicas lograban capturar (prize, o la presa, era el barco capturado). Se calcula que cerca de 35.000 barcos fueron interceptados y saqueados, y mas de 160.000 documentos, escritos en veinte lenguas diferentes, acabaron en manos inglesas.
“Los documentos de la presa son fundamentales para entender los primeros momentos de la globalización y del colonialismo”, explica la profesora alemana Dagmar Freist, directora del Prize Papers Project. “Son un tesoro para investigar asuntos de la época tan variados como la botánica, la medicina, las técnicas navales, las rutas marítimas, diplomacia, misiones comerciales, el tráfico de esclavos, las relaciones familiares, las situaciones de pobreza, las migraciones...Asuntos del día a día en un mundo que era cada vez más globalizado desde una perspectiva histórica”, señala Freist.
Entre los barcos capturados estaba el galeón Nuestra Señora de Covadonga, que transportaba plata por valor de casi 70 millones de euros en valor actual desde Acapulco a Manila, y fue apresado por el capitán de navío británico George Anson en el Pacífico. Entre los documentos incautados en la nave había descripciones del día a día a bordo, de las técnicas y usos de estos galeones así como cartas privadas cuyo destino último era Filipinas.
Hasta en la rapiña hay un orden y una disciplina. Nada más británico. Los documentos incautados servían para decidir, ante el Alto Tribunal del Almirantazgo, si el apresamiento se había ajustado a ley, el barco apresado era de una potencia enemiga y si, por tanto, los corsarios podían disponer de las pertenencias incautadas. Todos esos papeles —pero también objetos personales, como joyas, amuletos, hasta juguetes― se agrupaban en ordenados legajos y paquetes, para acabar reposando durante décadas en los Archivos Nacionales del Reino Unido. “Lo que a ellos les interesaba era demostrar quién poseía la carga. Si pertenecía a algún comerciante neutral de Italia, de Génova...de algún principado, tenían que devolverla o incurrían en un conflicto legal”, relata apasionadamente Elvira Barroso, una académica española que lleva implicada varios años en el proyecto de modo voluntario. “Algunas cartas están selladas. Jamás se han abierto. Las podían haber destruido y sin embargo las han guardado. Primero en la Torre de Londres, como parte de los Archivos Históricos del Almirantazgo”, cuenta.
Vocación religiosa... y amor apasionado
Hay algo de cotilleo jugoso en un ejercicio que a la vez reclama el máximo rigor histórico y académico. Sumergirse en los anhelos y desvelos de familiares, amantes, esposos y mujeres, hijos y madres separados por un océano da acceso a especiales parajes de intimidad. Elvira suspira cuando cuenta la carta que, desde Lima, Baltasar Moreno escribió en 1779 a su madre, para contarle que finalmente se había ordenado sacerdote, y que, por tanto “con todo el dolor de mi corazón, quizá ya no la vuelva a ver”.
Más divertido es el texto que Alejandro Salamanca, historiador en el Instituto Europeo de Florencia, ha recorrido de la primera hasta la última línea, hasta sabérselo casi de memoria. Doña Francisca Sevinier escribe con pasión a su esposo Francisco Álvarez, “mi querido Panchito”: “Cuantas fortunas y riquezas puedas adquirir en estos viajes, para mi consuelo y satisfacción no hay otra que sobresalga que la de darte mil besitos (...) Panchito de mi vida, amante esposo de mis entrañas, ¿no es verdad que te he disfrutado poco, y que después de casados, ni un besito con libertad me diste?”, se lamenta enamorada doña Francisca.
“Esto abre unas vías de investigación importantísimas, porque ya sabemos que la historia, en muchas ocasiones, hemos tenido que interpretarla porque sobraban huecos y faltaba información”, explica Enrique Torres Piñeiro, director del Instituto de Historia y Cultura Naval, y vicealmirante en la reserva, que ha acudido hasta Londres para asistir a la presentación del proyecto. “Estos papeles de presa incluyen mucha correspondencia privada, y ahí es donde uno descubre lo que de verdad pasa, mucho más que en los documentos oficiales”, señala.
El proyecto promete vías insospechadas y sorprendentes de investigación. Los textos, a los que los investigadores pueden acceder con todo detalle a través del portal puesto en marcha por los Archivos Nacionales, abarcan relaciones e intercambios tan amplios como la globalización que arrancó en aquella época. La señora Sasportas, que formaba parte de la comunidad judía sefardí que abandonó España y acabó recalando en Holanda, cuenta a su primo (¿o esposo?) Aaron, residente en Salé (Marruecos) cómo las penurias de una ciudad azotada por la guerra la han sumido en la pobreza y en la depresión, hasta el punto de tener que haber contratado una nodriza porque a ella se le ha secado el pecho. La carta no llegó nunca a su destinatario. El velero holandés Gooede Hoop fue capturado por los británicos en 1702 durante la Batalla de la Bahía de Vigo.
Babelia
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