La National Portrait Gallery redescubre la historia del Reino Unido con mayor presencia de mujeres
El museo de Londres, cerrado durante tres años, abre de nuevo sus puertas con una arquitectura que realza su identidad propia en la ciudad y un planteamiento de la colección mucho más inclusivo y contemporáneo
El Reino Unido necesita últimamente un chute de autoestima. El Brexit, y el declive que trajo consigo esa decisión; la gestión nefasta de la pandemia y el desequilibrio social y económico que ha puesto al descubierto; y el bochornoso mal sueño del mandato de Boris Johnson y sus fiestas prohibidas durante el confinamiento; todo eso hacía más necesaria que nunca la reapertura de la National Portrait Gallery (Galería Nacional de Retratos, NPG en sus siglas en inglés), cerrada durante los últimos tres años para experimentar la remodelación más importante desde su fundación en 1896.
Decía el poeta W. H. Auden que “el paisaje no es más que el fondo para un torso”. El arte es la excusa, pero los cerca de 1.100 retratos expuestos en las nuevas galerías son en realidad la prueba de la obsesión de los británicos con la imagen humana y con su propia historia. Y la oportunidad de que tanto ellos como sus visitantes descubran que, bajo la apariencia de declive, late un país en constante ebullición social, cultural y política.
No todos los que fueron retratados merecían ver su rostro colgado en las paredes de la NPG, y otros muchos —muchas, sobre todo— exigían un hueco negado hasta ahora.
“Los conservadores de la NPG han llevado a cabo una redistribución completa de la colección, de arriba abajo, desde la dinastía Tudor hasta la actualidad, a través de nuevas adquisiciones o encargos llevados a cabo en los últimos años”, explica Nicholas Cullinan, el director del museo. “Han logrado cambiar por completo tanto el alcance como la calidad de muchos de los retratos que cuelgan en las paredes”.
La presencia de las mujeres
Durante décadas, la NPG fue la hermana pobre de la apabullante National Gallery, la pinacoteca nacional que preside desde lo alto la plaza londinense de Trafalgar. Su entrada estaba semioculta, en un lateral de la bulliciosa Charing Cross. Gracias al trabajo conjunto del despacho de arquitectura de Jamie Fobert y al equipo especializado en edificios históricos de Purcell —con un coste de casi 48 millones de euros—, el museo ha logrado finalmente imponer su propia presencia en la ciudad.
La entrada de la fachada norte, en la plaza de St. Martin, ha transformado la NPG en una institución nueva y sugerente. Los arquitectos transformaron los tres ventanales traseros en tres inmensas puertas de acceso y un amplio patio de bienvenida al visitante. Como la Puerta del Paraíso de Ghiberti, en Florencia, la artista contemporánea Tracy Emin ha creado 45 bajorrelieves de bronce destinados a representar a “todas las mujeres, a través de todo el tiempo”. Una declaración de intenciones que se materializa a lo largo de todas las galerías, y que comienza en el vestíbulo con la estatua Reaching Out (Contactando), una joven negra concentrada en escribir un texto en su teléfono móvil. Junto a ella, los bustos de Nelson Mandela o del cuarto conde de Chesterfield.
La reconstrucción arquitectónica del edificio ha permitido incorporar a un museo que siempre fue sinuoso y estrecho hasta 950 metros cuadrados más de espacio expositor, donde antes había oficinas y reductos administrativos. Nuevas ventanas, nuevas galerías, y un baño de luz añadida a un lugar que necesitaba sacudir mucho del polvo acumulado.
Antes de la reinauguración del museo, aproximadamente un 35% de los retratos expuestos en las galerías dedicadas a los siglos XX y XXI eran de mujeres o habían sido pintados por mujeres. Podría parecer, a ojos de algún crítico, como una maniobra forzada para ajustarse a los tiempos. Las obras expuestas, sin embargo, sugieren más bien lo contrario: la urgente necesidad de incorporar a la colección la creatividad relegada de la mitad de la población. Toda una nueva sala está dedicada a la experimentación con el autorretrato de decenas de mujeres artistas, y algunos de los pabellones nuevos reflejan el resultado de la alianza entre la NPG y el Fondo para la Cultura de Chanel. Refraiming Narratives: Women in Portraiture (Remarcando las Narrativas: Mujeres en Retratos) es un proyecto a tres años cuya finalidad es “ampliar la representación de las mujeres en la colección de la Galería Nacional de Retratos, y resaltar historias muchas veces infravaloradas de mujeres individuales que han forjado la historia y la cultura del Reino Unido”, explica la dirección del museo.
La obra Work in Progress (Trabajo en Curso), encargada a la artista pop Jann Haworth y a la creadora de collages Liberty Blake, presenta a lo largo de una inmensa pared las figuras de 133 mujeres imprescindibles para entender el Reino Unido. Desde la reina guerrera Boudica a la poeta Sylvia Plath, pasando por la actriz Judi Dench, la reina Isabel I, la enfermera Florence Nightingale, la escritora J.K. Rowling, la epidemióloga Sarah Gilbert (creadora de la vacuna de AstraZeneca) o la decapitada reina de Inglaterra, Ana Bolena.
Y con el número 119, en el último de los siete paneles que componen la obra, la silueta desconocida de una mujer, para llenar el hueco que ha señalado Haworth: “Cómo celebrar los logros alcanzados por tantas mujeres, si cada vez que buscas y descubres más y más estás obligada a responder a la misma pregunta: ¿Cómo es posible que ‘X’ no esté en este mural?”.
Clásicos y estrellas
Con un delicado juego de luces y colores, y con sutiles indicaciones en las paredes de que la historia no es lo que mucho tiempo ha parecido ser —”Abriendo nuevas conversaciones”; “Esclavitud y abolición”; “el desmantelamiento del Imperio Británico”—, la NPG plantea un nuevo recorrido por la historia de un país fascinante, que produjo a Enrique VIII, a Shakespeare, a Winston Churchill, a los Beatles, a las Spice Girls o a Adele. Y que a través de los retratos de sus clásicos y estrellas ha sido capaz de entender la riqueza de su diversidad. La imagen desafiante y colorida de la escritora Zadie Smith, pintada por Toyin Ojih Odutola, es el reverso igual de impactante de la estrella de la inauguración: el Retrato de Mai, de Joshua Reynolds. La obra maestra del pintor británico, la imagen del primer polinesio que puso un pie en el Reino Unido para convertirse en una leyenda de la era georgiana.
La única novela de Oscar Wilde fue precisamente El Retrato de Dorian Gray. El relato sobre la búsqueda de la juventud y la inocencia eternas, mientras las cicatrices de la vejez y la maldad se trasladan al lienzo, era en realidad la celebración del arte imitando a la vida. La película del artista Sam Taylor Johnson que muestra a David Beckham durmiendo plácidamente, que forma parte de la colección expuesta en la NPG; las Spice Girls dando saltos de alegría; o el rostro serio en blanco y negro de la foto del futbolista del Manchester United, Marcus Rashford, forman parte de una cool Britannia mucho más sugerente de lo que han sido los últimos años de la era Johnson, cuyo inconfundible rostro, por cierto, ni está ni se le espera en las paredes del museo.
Babelia
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