Paul McCartney y sus fotografías inéditas que muestran desde dentro los inicios de la Beatlemanía
La National Portrait Gallery de Londres expone más de 200 instantáneas de momentos íntimos tomadas por el ex Beatle entre 1963 y 1964, durante el salto de ser una banda popular en el Reino Unido a convertirse en un fenómeno mundial
No es cierto que deba evitarse volver al lugar donde uno fue feliz. Al revés. En el caso de los Beatles, la frescura de sus comienzos ayuda a entender por qué los Fabulosos Cuatro de Liverpool son siempre el punto de referencia al que se regresa. La National Portrait Gallery de Londres inaugura este miércoles 28 de junio, y hasta el próximo 1 de octubre, la exposición Paul McCartney Photographs 1963-64: Eyes of the Storm (las fotografías de Paul McCartney 1963-64: los ojos de la tormenta). El exbeatle ha seleccionado más de 200 negativos, de entre un millar que mantenía sin revelar en sus archivos personales. Con 23 años y una cámara Pentax que ni siquiera recuerda cómo acabó en sus manos, McCartney comenzó a fotografiar desde dentro una revolución en la historia de la cultura contemporánea. Entre noviembre de 1963 y febrero de 1964, los Beatles pasaron de ser la banda de pop más popular del Reino Unido al fenómeno planetario que aún hoy perdura. “Millones de ojos se posaron de repente sobre nosotros, formando una imagen que no olvidaré el resto de mi vida”, ha explicado el artista en los prolegómenos documentados de la exposición.
Son apenas cuatro meses, pero las instantáneas revelan una evolución en la banda que se acelera con vértigo. Desde las actuaciones cómodas pero domésticas en su Liverpool natal a su éxito parisino en el teatro Olympia, compartiendo escenario con Sylvie Vartan o Johnny Hallyday. El recibimiento sorpresa en Nueva York, cuando la banda británica comienza a entender, ante miles de seguidores enfervorizados, que han entrado a una nueva dimensión de la fama; la actuación en el programa televisivo de Ed Sullivan, ante 73 millones de telespectadores; o los días de diversión y relax ―McCartney se atreve ya con la película analógica en color― de la última fase de la gira estadounidense: Miami.
“Es verdad que ya se ha contado todo de los Beatles, pero cuando vimos las fotos nos dimos cuenta de que mostraban precisamente lo que no se había contado”, explica a EL PAÍS Rosie Broadley, la comisaria de la exposición. “Son las fotos que se tomaban cuando no había nadie más allí. Son las fotos de los momentos intermedios, cuando no están posando para las cámaras del resto del mundo. McCartney nunca tuvo la intención de compartir estas fotos. Las tomaba para su propio disfrute”, cuenta.
Los intentos de un aficionado a la fotografía y un observador agudo de la realidad social, como demuestran muchas de las letras de las canciones que firmó, van evolucionando en calidad a la par que avanza la seguridad en sí mismos de esos cuatro chavales alucinados con lo que les rodea, con más ganas de divertirse que de exhibirse. “No es como ahora. No puedes ver las fotos que acabas de tomar. Simplemente las tomas. No hay modo de editarlas, ni de revisarlas. Y cuando debes escoger las fotos que quieres publicar, décadas después, no son necesariamente las que habrías elegido en ese preciso momento”, reflexiona Broadley.
Paul McCartney retrata con el objetivo al resto del grupo, pero también a la multitud de personas que se integraron y ayudaron a modular la vida y las experiencias de la banda. El productor Brian Epstein, que confió en ellos desde un principio; las novias, los amigos, los padres, los hermanos. Pero sobre todo, Ringo y John haciendo gamberradas; Paul y George en sus momentos privados de reflexión y descanso; y todas aquellas personas que quisieron ver de cerca a los nuevos ídolos, como la niña que mira desde la calle, a través de la ventanilla del coche que transporta al grupo por Washington.
“Las fotos de McCartney son íntimas, y recuerdan más a un álbum familiar que a las fotos de prensa que hemos visto durante décadas. Capturan a sus personajes fuera de guardia, en momentos de relajación y de risa”, explica el director de la National Portrait Gallery, Nicholas Cullinan. Junto a la exposición se publica el libro que contiene las reflexiones del exbeatle y sus fotos, que en España publica la editorial Liburuak.
Para entender el eterno conflicto generacional, hay que volver siempre a los Beatles, y a esos artículos de una prensa furibunda y viejuna, a ambos lados del Atlántico, que mostraban su repulsa ante la actitud gamberra de cuatro melenudos y la locura de los jóvenes que los adoraban. Hasta que actuaron en noviembre de 1963 en la Royal Command Performance, ante la reina madre y la princesa Margarita. Fue entonces, paradójicamente, cuando el diario de la clase trabajadora, el Daily Mirror, se rindió a sus encantos: “Los Beatles son extravagantes. Se peinan como si llevaran una fregona en la cabeza. ¡Pero una fregona que se han lavado, superlimpia! Tan fresca como su espectáculo juvenil. No necesitan hacer chistes sobre mariquitas para divertirse. Jóvenes como los Beatles están mejorando el mundo del entretenimiento y nuestro propio mundo, con su imagen y su sonido. ¡Buena suerte, Beatles!”, proclamaba el diario en un editorial.
Recorrer ese mundo que comenzaba, a través de las fotos de McCartney, sirve para entender que esos cuatro locos no necesitaban la condescendencia de la prensa. Era más bien la prensa la que los iba a necesitar a ellos durante décadas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.