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Los actores aprueban sumarse a la huelga de Hollywood si no hay acuerdo con los estudios

Los directores han anunciado una mejora histórica mientras los guionistas suman un mes del inicio del paro de labores

Integrantes del sindicato de actores de Hollywood durante una manifestación a favor de los guionistas, este 6 de junio. Foto: CONTACTO (EUROPA PRESS) | Vídeo: EPV
Luis Pablo Beauregard

Nadie sabe en Hollywood cuando volverán a la mesa de negociaciones los guionistas y los estudios. La huelga de los escritores ha cumplido un mes sin posibilidad de acuerdo en el horizonte. La situación puede tornarse aún más compleja este verano. La noche del lunes, los principales sindicatos de actores, Screen Actors Guild y American Federation of Television and Radio Actors, SAG-AFTRA, anunció que el 98% de sus miembros aprobaron sumarse al paro de labores desde el 30 de junio si no hay mejoras en el contrato colectivo que expira a finales de mes. El gesto pone presión sobre los ejecutivos, quienes señalan que cada negociación es independiente y quienes alcanzaron durante el fin de semana un pacto con los directores, desactivando por el momento una catastrófica situación para las producciones audiovisuales.

Más de 65.000 actores, el 47,6% del censo, votaron en la convocatoria hecha por la organización encabezada por Fran Drescher, la actriz que se hizo famosa con la serie La niñera. “Nos hemos unido codo con codo para lograr un nuevo contrato que honre nuestra contribución a la industria y que refleje el nuevo modelo de negocio digital y de streaming, que pueda modernizar nuestra cobertura y cubrir nuestras preocupaciones”, señaló anoche la presidenta del sindicato. Duncan Crabtree-Ireland, el negociador de los intérpretes, asegura que el voto lanza un mensaje de fuerza ante las “negociaciones más significativas” de la historia del sindicato por el golpe inflacionario, los disminuidos ingresos de los residuales y la promesa de irrupción total que representa la inteligencia artificial.

Los guionistas han aplaudido el gesto de los actores. Los analistas consideran que una huelga de SAG-AFTRA frenaría totalmente la industria. El voto ha sido percibido como una muestra de que la organización está dispuesta a sumarse a la batalla contra los estudios, pues generalmente se alcanza un acuerdo sin que los actores presionen convocando a emitir su voto. Los estudios, agrupados en la Alianza de Productores de Cine y Televisión (AMPTP), por las siglas en inglés) han respondido con tacto asegurando que se aproximan a la negociación “con la meta de alcanzar un acuerdo que beneficie a ambas partes”.

No sería la primera vez que se iría a huelga el grupo, conformado por más de 160.000 miembros. En 1978 estalló una de casi tres meses para exigir mejores sueldos para quienes participaban en la publicidad televisiva. En 2000 hubo otra que se extendió casi seis meses contra los productores de comerciales. Era la octava vez que el SAG frenaba sus labores y la cuarta para AFTRA. Ambos se fusionaron en 2012 después de décadas de estire y afloje. No hay una huelga contra los estudios de cine y televisión desde hace 33 años.

El paro de los guionistas ha alterado el cronograma de producción de al menos medio centenar de títulos. Entre estos se encuentran series aclamadas como Abbot Elementary (ABC); Hacks (HBO Max); El cuento de la criada (Hulu), además de éxitos de audiencia como Wednesday (Netflix) y Bob’s Burgers (Fox). Algunas producciones han frenado las grabaciones y otras se han quedado sin escritores que desarrollen los programas y libretos para los estrenos de la temporada 2023-2024. Desde el pasado 2 de mayo, cuando estalló el conflicto laboral, cualquiera que sintonice las cadenas de televisión de Estados Unidos, se encontrará que los talk shows nocturnos emiten repeticiones.

La huelga de SAG-AFTRA dejaría a los platós sin actores ni actrices. Se prohibiría la presencia en los rodajes de actores de doblajes, modelos, cantantes, DJ’s, locutores, presentadores de televisión, periodistas televisivos y titiriteros. Incluso los meteorólogos en los informativos televisivos no podrían trabajar sin un nuevo contrato colectivo. En las semanas que ha durado la huelga de escritores, muchos actores han acudido a las protestas a las puertas de los estudios en Los Ángeles y Nueva York. Allí han estado Bob Odenkirk, Jason Sudeikis, Colin Farrell, Rob Lowe y Quinta Brunson, entre otros. Drew Barrymore canceló su participación en los premios de MTV para no ser considerada una esquirol.

El gesto de solidaridad del gremio actoral ha dado oxígeno a los escritores. Sobre todo después de que los directores anunciaran el fin de semana haber llegado a un acuerdo tentativo “histórico” con la AMPTP. Los guionistas tenían la esperanza, tras el estallido del conflicto, de que el Directors Guild of America (DGA) convocara a la segunda huelga de su historia (la primera fue en 1987 y duró menos de 20 minutos). En cambio, los 19.000 integrantes del grupo y los estudios llegaron al acuerdo para el próximo trienio tras menos de un mes en la mesa de negociación.

Los estudios ofrecieron un incremento salarial de 5% en el primer año, 4% en el segundo y 3,5% en el último. El acuerdo también ofrece un incremento del 76% del monto que reciben de los residuales por el consumo de series y películas en el extranjero. Este ofrecería hasta 90.000 dólares por los primeros tres años de reproducciones en el extranjero a un programa de una hora. Este rubro es considerado vital para los guionistas. Su propuesta chocó con la negativa de las tecnológicas y las compañías.

El pacto de DGA también prohíbe el uso de municiones reales en los rodajes, una derivada de la tragedia de Rust; pone límites a las horas de trabajo para los asistentes de dirección e indica que la inteligencia artificial no puede sustituir a los integrantes del gremio.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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