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¿Romana o musulmana? El presbítero que intentó falsear el origen de Granada

Un sacerdote fue condenado en 1777 por falsificar inscripciones latinas, pero las últimas investigaciones demuestran que había encontrado sin saberlo la ciudad de Florentia Iliberritana

Excavación del 'caldarium' de las termas romanas de Mondragones (Granada).
Excavación del 'caldarium' de las termas romanas de Mondragones (Granada).Ángel Rodríguez Aguilera
Vicente G. Olaya

El Concilio de Elvira, el primero del cristianismo celebrado en Hispania del que se tiene constancia escrita, se desarrolló en algún punto de la ciudad de Granada en torno al año 304. Considerado de severidad extrema en sus postulados, declaró como pecados mortales la idolatría, el homicidio y el adulterio, así como estableció el obligado celibato entre los religiosos. Siglos después, al presbítero de la catedral granadina Juan de Flores (1724–1789) se le ocurrió falsificar numerosas inscripciones latinas y enterrarlas en diversos lugares de la ciudad para demostrar que el Albaicín, el barrio más alto, no era de origen musulmán, sino romano, y que allí se había celebrado el importante concilio. Cuando se descubrió el fraude en 1777, fue encarcelado. Pero ahora, los estudios que están realizando la consultora Gespad y la Universidad de Granada en el yacimiento romano de Mondragones (a las afueras de ciudad), promovidos por la Consejería de Fomento de la Junta de Andalucía, demuestran que Flores tenía, en parte, razón. Sin saberlo, había hallado restos de la ciudad Florentia Iliberritana, de la que hablaron Ptolomeo y Plinio, así como pruebas de la existencia de las primeras comunidades cristianas en el lugar.

Para demostrar que Granada tenía un origen romano y cristiano ―en realidad se originó a partir de un oppidum o asentamiento fortificado íbero previo en el Albaicín que Roma transformó en Florentia―, Flores comenzó a colocar piezas falsas en un solar de la calle del Tesoro, donde unos años antes había aparecido una inscripción romana auténtica (S·P·Q·R, Senado y Pueblo de Roma). Casi una veintena de elementos falsos enterró por doquier, entre ellos el principal: una inscripción en un dintel que confirmaba que Granada era un municipio romano (Fori et basilicae... Baeclis et postibus). Además, en un túnel de la calle de María La Miel dijo haber encontrado una plancha de plomo doblada en tres con una cruz dentro de ella, así como un libro de plomo de seis hojas del obispo de Iliberis (Granada) del año 304, el del Concilio de Elvira.

En 1777, cuando se descubrió la falacia, Flores y varios familiares que le ayudaron en sus manipulaciones fueron condenados a penas de cárcel. Curiosamente, no todo lo que enterró el sacerdote eran elementos falsos, sino que algunos eran auténticos, como el fragmento de dintel donde se hacía referencia al foro y la basílica. Pero el juez no le creyó ante la evidencia de que casi todas eran piezas fraudulentas. De hecho, en su lecho de muerte, el sacerdote confesó por escrito todos sus pecados, aclarando qué restos eran auténticos y cuáles no, resultado de su ambiciosa imaginación. Casi nadie volvió a darle credibilidad.

Vista aérea del cementerio de época visigoda de Granada.
Vista aérea del cementerio de época visigoda de Granada.Ángel Rodríguez Aguilera

Al norte de la ciudad de Granada, en lo que en tiempos fue un área de huertas y hoy es una zona llana de expansión urbana, se levantó el llamado cuartel de Mondragones. En 2013, el Ayuntamiento lo derribó y decidió abrir bajo él un aparcamiento para dar servicio a los nuevos residentes. Pero las excavadoras se toparon con lo que pronto fue catalogada como una villa romana del siglo I. Se investigaron unos 5.000 metros cuadrados. Y así se halló una tumba íbera principesca del siglo V a. C. (con ajuar compuesto de brasero, jarrita etrusca y carrito votivo) y que los romanos habían respetado, unas termas públicas, un barrio artesanal del entre los siglos I y III d. C., un monumental molino de aceite, un domus (vivienda de un gran señor) con patio central y estanque, un edificio posiblemente de representación o para actos protocolarios, una iglesia de tres naves, así como un entramado urbano y una zona de enterramientos de entre los siglos I y VII, que se han convertido en un yacimiento de unos 12.000 metros cuadrados.

Basa romana, hallada por Frutos, donde se señala la existencia del foro y la basílica romana de Florentia.
Basa romana, hallada por Frutos, donde se señala la existencia del foro y la basílica romana de Florentia.Ángel Rodríguez

Dos pedestales de barro cocido y un bronce de 15 líneas también desenterrados en Mondragones hablan de un proceso de mecenazgo de la familia romana Mummi, emparentada con los poderosos Valeria Vegeti. En ellos, se describe cómo este clan de potentados, surgidos al calor de los grandes latifundios de aceite, dejaban en herencia a la ciudad para su explotación pública una finca con olivares en los terrenos que ocupaba el cuartel derribado en 2013. ¿Pero a qué ciudad?

Los investigadores creen que este complejo de edificios públicos, calles, viviendas y cultivos de los suburbios formaba parte de Florentia Iliberritana ―un gran municipio dependiente del Convento Astigitano (división administrativa romana), con capital en Écija (Sevilla)―, que se levantaba en el Albaicín. Florencia, por tanto, había sido creada sobre un oppidum íbero en la parte más alta de la ciudad, como demuestra el hallazgo de la tumba del siglo V a. C. en Mondragones, la zona más baja y alejada, donde se levantaban las necrópolis.

Estancia de recepción, con mosaico, que daba acceso al complejo romano de Mondragones.
Estancia de recepción, con mosaico, que daba acceso al complejo romano de Mondragones.Ángel Rodríguez Aguilera

“El problema de la romanidad de Granada viene provocado por lo que se llama el ciclo falsario”, afirma la profesora de la Universidad de Granada Macarena Bustamante-Álvarez, “por buscar un pasado anterior a la época islámica por cuestiones religiosas o políticas. Las excavaciones de Flores entre 1754 y 1763 falsificaron la verdad, pero lo curioso es que, sin saberlo, había encontrado el foro”, la parte más importante de un municipio romano. La Granada actual, según los expertos, es, por tanto, “una evolución de la Florentia romana” y lo demuestran las monedas halladas, con ceca propia, así como las evidencias epigráficas localizadas en el Albaicín.

Florentina tuvo foro, basílica, suburbios, acueducto, muralla, barrio alfarero, escalinatas y galerías bajo la calle Mayor ―en realidad se trataba de un criptopórtico que soportaba el foro y los principales edificios administrativos y religiosos de la ciudad―; es decir, los túneles romanos en donde Flores ocultó algunas de sus inscripciones falsas. “Desde la galería [actualmente en excavación], se accede a una escalera monumental romana en el Albaicín, que terminaba en aterrazamientos sobre los que se ubicaron el foro y los edificios más emblemáticos”, según el arqueólogo Ángel Rodríguez, de Gespad.

El paisaje romano de Granada se completa con más descubrimientos en su casco urbano y en su periferia, como unas minas de oro en Cenes (a seis kilómetros de la capital), un potente atractivo minero que motivó el interés de Roma por este sitio, zonas de enterramientos tan singulares como un sarcófago de plomo aparecido recientemente cerca de la Gran Vía o un estanque monumental asociado a un edificio de culto imperial en la calle de Primavera, en el barrio del Zaidín.

El yacimiento arqueológico de Los Mondragones, con trama urbana,
termas y edificios protocolarios.
El yacimiento arqueológico de Los Mondragones, con trama urbana, termas y edificios protocolarios.Ángel Rodríguez Aguilera

Lo que está claro, sostienen ambos investigadores, es que ya no hay lugar para dudar del emplazamiento de Florentia sobre el oppidum ìbero de Iliberri. Se cierra así la polémica sobre si el origen de la Granada actual era Florentia o Medina Elvira, la ciudad musulmana más importante de la vega y situada a unos 10 kilómetros de la capital.

Los iliberritanos, los habitantes del oppidum original, recibieron de buen grado la presencia de Roma. Su actitud colaboradora hizo que la nueva ciudad, ya romanizada, alcanzase el grado de municipium (con leyes y magistrados propios) a propuesta de Julio César o de Augusto. “Muchos se sorprenden de que en Granada no haya un teatro, un anfiteatro o edificios públicos romanos. Pero es muy posible que alguno perviva, aunque aún no hayamos dado con ellos en nuestras excavaciones. La Granada nazarí que todos celebramos, también fue romana“, concluye Rodríguez. O lo que es lo mismo: el presbítero falsificador montó un gigantesco embrollo histórico para demostrar el origen latino de la ciudad que se ha tardado más de 250 años en aclarar.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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