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La autovía A-32 destapa un excepcional santuario íbero en Jaén

Los arqueólogos logran salvar ‘in extremis’ un lugar de culto que los saqueadores habían expoliado siguiendo a las máquinas excavadoras del Ministerio de Fomento

Vicente G. Olaya
Santuario ibero Haza del Rayo
Exvotos íberos hallados en Haza del Rayo, Jaén.

La construcción de la autovía A-32 en Jaén, posiblemente la provincia de la Península que más patrimonio arqueológico íbero atesora, puso sobre la pista a los saqueadores, que comenzaron a rastrear el trazado de la infraestructura en obras del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. Pronto varias denuncias alertaron de una posible expoliación de exvotos de bronce (ofrendas con forma de personas, órganos o extremidades humanas) en el paraje denominado Haza del Rayo (Sabiote, Jaén), un yacimiento prerromano del siglo III a. C. Los autores del reciente artículo científico Ofrendas en el humedal: el santuario íbero de Haza del Rayo afirma en él que ese suceso “fue el detonante del inicio de una actividad urgente para detener el expolio y que permitió investigar el sitio. Una oportunidad única para abordar de manera sistemática el estudio y caracterización de este nuevo espacio de culto íbero”.

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Ya se han localizado más de medio centenar de piezas de “valor excepcional” que dejaban quienes peregrinaban a este lugar solicitando la protección de la divinidad. “Este espacio es uno de los pocos donde ha sido posible un análisis contextual de depósitos con exvotos, dado que sus antecedentes conocidos ―el santuario de Castellar y el de Collado de los Jardines (Santa Elena, Jaén)― fueron sistemáticamente expoliados desde inicios del siglo XX”, señala el informe que encabeza Carmen Rueda, profesora de Prehistoria e investigadora del Instituto de Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén.

Los investigadores que firman el estudio, Carmen Rueda Galán, Juan P. Bellón, Ana B. Herranz, Miguel A. Lechuga, Arturo Ruiz Rodríguez, María Isabel Moreno Padilla, Manuel Molinos, Carmen Rísquez, Mario Gutiérrez Rodríguez y Marta Portillo, de las universidades de Jaén y Granada y del CSIC, interpretan el santuario hallado ―un área de aproximadamente 1,3 hectáreas― como un punto de paso, “una etapa de un itinerario ritual”. Este camino sagrado comenzaba en la ciudad de Baecula (Santo Tomé, Jaén), pasaba por Haza del Rayo y terminaba en el gran santuario de la Cueva de la Lobera, en Castellar (Jaén), a unos 20 kilómetros de distancia.

El yacimiento de Haza del Rayo se alza sobre la llamada loma de Úbeda, en cuya falda se extendía una laguna natural entre los valles de los ríos Guadalquivir y Guadalimar, una referencia paisajística para los peregrinos. Lo primero que hicieron los especialistas alertados fue evaluar la dimensión del saqueo. “El alcance del daño producido en los expolios se estableció mediante georreferenciación con un Sistema de Posicionamiento Global (GPS) de alta precisión” para trazar el “mapa general” de las sustracciones. A continuación, para intentar desentrañar el significado de este conjunto ritual, los expertos llevaron a cabo excavaciones arqueológicas, microprospecciones magnéticas y análisis combinados de micromorfología de suelos, análisis de polen, dataciones, estudios de georradar 3D y análisis metalográficos.

Exvotos, fíbulas, aros y placas hallados en el yacimiento íbero de Haza del Rayo.
Exvotos, fíbulas, aros y placas hallados en el yacimiento íbero de Haza del Rayo.

En Haza del Rayo, según Juan Pedro Pellón, subdirector del Instituto de Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén, el humedal funcionó como un punto de atracción de los devotos. Actualmente está seco, pero sus tierras son más oscuras que el resto, ya que son arcillosas y acumulan elementos orgánicos. En ellas, de hecho, se han encontrado excrementos de pequeños invertebrados, microrrestos vegetales, hojas de palmáceas y biomicrofósiles silicios y espículas de esponja, “característicos de ecosistemas acuáticos o de ambientes húmedos”.

Sobre la falda del cerro bajo el que se extendía el humedal, el equipo de investigación de Rueda Galán ha hallado tanto exvotos masculinos como femeninos. Destaca “un ejemplar excepcional de una imagen de mujer con perfil de finos rasgos faciales, recortada en una placa de bronce”, además de un conjunto de plaquitas, muchas de ellas decoradas. Pueden ser “ofrendas específicas”. Por su parte, los exvotos anatómicos exhumados se dividen en tres categorías: piernas, falos y brazos-manos. En este último grupo sobresale una pieza con sus dos brazos unidos, pero con las manos abiertas, lo que la conecta “con el universo de la protección y la curación, donde el agua jugaría un papel activo y determinante”.

Representación idealizada del santuario de Haza del Rayo (Jaén).
Representación idealizada del santuario de Haza del Rayo (Jaén).Iñaki Diéguez

También se han exhumado fíbulas “posiblemente asociadas a la ofrenda de prendas, mantos y túnicas”, aros y miniaturas de puntas de lanza y agujas. En cuanto a la cerámica, “predominan las formas abiertas, como platos de pequeño tamaño, fabricados exclusivamente con fines rituales”.

“Interpretamos”, concluye el artículo, “el santuario de Haza del Rayo como la sacralización de un paso, una etapa en el itinerario ritual hacia el santuario de Castellar. Su condición de hito y referencia paisajística indudablemente estaría relacionada y potenciada por el humedal temporal y el agua de presencia intermitente. El acceso a los santuarios supraterritoriales de Collado de los Jardines y de la Cueva de la Lobera requería emprender un viaje que, en algunas ocasiones, debió de tener claras connotaciones de iniciación y superación”.

Lugar donde se encontraban el santuario y la laguna ritual de Haza de Hoyo.
Lugar donde se encontraban el santuario y la laguna ritual de Haza de Hoyo.

El territorio donde se levantaba el santuario de Haza estaba organizado en el siglo III a. C en torno a los oppida, ciudades fortificadas íberas. Pero durante la Segunda Guerra Púnica (enfrentamiento entre romanos y cartagineses entre 219 a 201 a. C) estos asentamientos fueron abandonados o destruidos, mientras que los santuarios ―con la llegada de nuevas divinidades― sobrevivieron.

Sin embargo, “el culto en el humedal pierde gran parte de su sentido original, al igual que poco a poco lo irán perdiendo otros referentes territoriales, como la propia Cueva de la Lobera. El corredor natural de Haza del Rayo parece que siguió activo puntualmente, ya que la presencia de tachuelas [de las botas de las legiones romanas] indica ese uso, aunque en una frecuencia muy baja, transformando su función originaria ante la nueva reorganización del territorio, que se produce fundamentalmente desde mediados del siglo II a. C.”. Roma había puesto su bota en Hispania.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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