Rafael Cadenas recibe el Premio Cervantes de manos de los Reyes: “El nacionalismo es el sarampión de la humanidad”
El poeta venezolano, de 93 años, se preocupa por la salud de la democracia y ve grandes peligros en el totalitarismo y las armas nucleares
“Este es un honor que me sobrepasa”, ha dicho el poeta Rafael Cadenas. El honor era el Premio Cervantes, el máximo galardón de las letras hispanas, que ha recogido esta mañana, de la mano de los Reyes de España, en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá. “Estoy lleno de España”, ha añadido. Minutos antes, al recibir el premio, se había quedado callado y cabizbajo delante de los monarcas, y luego frente al aplauso de los presentes, con esa expresión suya de niño tímido, algo asustado.
Estar lleno de España… Su discurso se dedicó a aclarar esta afirmación de carácter metafísico, “tan rotunda de quien suele evitar el énfasis al que somos tan propensos los hispanoamericanos”. El primer vínculo con España es, obviamente, el idioma, al que considera muy maltrecho actualmente y amenazado por los anglicismos. Y de ahí, la literatura. Cadenas tuvo tres profesores españoles, de cuando eran los españoles los que emigraban a Latinoamérica y no a la inversa. “Sufrieron un poco conmigo, pues no fui buen estudiante, sobre todo descuidé las materias científicas, lo cual lamento, pues la Física Cuántica ha restaurado el insondable misterio del cosmos”, dijo Cadenas, “es una revolución”.
Recordó el poeta la opinión del filósofo Karl Jaspers, cuando afirmaba que no existe una única concepción válida del mundo, y recordó también sus dos temores: el totalitarismo y la bomba atómica. “En este tiempo, aquel avanza y esta ha crecido”, dijo el premiado, “resulta paradójico, por cierto, el que las naciones más civilizadas se encuentren entre las principales fabricantes de armas. Se trata de una industria muy próspera”.
Otra cosa que le llena de España: los amigos. Y también algunos personajes, como, por supuesto, los del Quijote. Tuvo especiales palabras para Sancho Panza: “A mi modo de ver ha sido subestimado por los quijotistas, representa lo real, probablemente nuestro tiempo lo realce, ya que asistimos a una revaloración de la vida corriente, es que también en ella está el misterio”. La impronta de Don Quijote, al contrario, es la de los creyentes en la utopía, que “terminó en un desengaño”. “Es sabido que nacionalismos, ideologías y credos dividen a los seres humanos, pero en este tiempo, el mundo, gracias al desarrollo de la comunicación, debería ser cosmopolita”. Sobre todo divide el nacionalismo, que, como dijo Einstein y recordó Cadenas, es el “sarampión de la humanidad”.
La democracia, para Cadenas, debe revisarse. “Es urgente defenderla de todo lo que la acecha y para ello se requiere recrearla”, dijo. La educación es fundamental, pero ha de renovarse, volviéndose transparente, dando primacía a lo social, aboliendo la pobreza y apoyando a la cultura. “No es un sueño, es un trabajo de todos”.
El general tiene a quien dictar
El rey Felipe VI habló poéticamente de la ciudad natal del poeta, Barquisimeto: “Se la reconoce como la ciudad de los crepúsculos, porque al extenderse sobre una larga sabana, el horizonte se hace ilimitado. Allí, dicen, hasta los conductores, a la espera de que el semáforo pase de rojo a verde, se paralizan ante la paleta celestial que los sorprende desde las alturas”. Cadenas, el primer premiado de origen venezolano, prefería las plazas, donde se reunía con amigos para leer y hablar de literatura: Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, los poetas místicos... “Poetizar sobre la experiencia extrema [como ha hecho Cadenas] habla del talante de una poesía que también quisiera entender, si las hay, las razones de la maldad”, añadió el Rey.
Contó Miquel Iceta, ministro de Cultura, abriendo el acto, algunos datos de la infancia del premiado. Su abuelo, “un general pobre y olvidado”, le dictaba cartas para solicitar al Gobierno una pensión por los servicios prestados y le hablaba de Los miserables, de Hamlet o del Don Juan de Zorrilla. Le enseñó “la importancia de observar las cosas con detenimiento y atención”. Por participar en las protestas estudiantiles de 1954 contra la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, Cadenas, entonces miembro del Partido Comunista, después de cinco meses de prisión se exilió durante cuatro años en la isla de Trinidad, entonces colonia británica, donde aprovechó para ahondar en la poesía anglosajona. Volvió a su país con la restauración de la democracia, pero la experiencia del exilio deja honda huella en su poesía. Es la “experiencia extrema” a la que se refería el monarca.
Allí será profesor en la Universidad Central de Venezuela, un profesor recatado y de pocas palabras. “Sus clases fueron las de un profesor que, con lentitud y sobriedad, trasladaba a sus alumnos las reflexiones, las inquietudes y dudas que le suscitaban la lectura de los poetas que enseñaba”, aseguró el ministro. Uno de los pilares de su enseñanza: “La poesía es una experiencia, no un género literario”.
Retahíla de poetas
Cadenas es el quinto poeta consecutivo galardonado en el premio, después de Ida Vitale, Joan Margarit, Francisco Brines y Cristina Peri Rossi. Ninguno de los dos últimos premiados pudo presentarse a recoger el premio: a Brines, por su delicada salud, los Reyes le entregaron el premio en su domicilio, una masía en la localidad valenciana de Elca. Peri Rossi tampoco pudo acudir el año pasado por motivos de salud, la representó en la ceremonia la actriz Cecilia Roth. Y el premio a Joan Margarit, en 2021, se entregó en un acto privado, en Barcelona, por motivos pandémicos.
A sus 93 años, Rafael Cadenas no tenía claro si iba a poder afrontar el viaje, pero finalmente llegó a España el jueves pasado y, cansado por la edad y por el vuelo transoceánico, atendió a los periodistas en la Biblioteca Nacional: “Cuando me comunicaron el premio, pensé que era un delirio de Don Quijote en uno de sus extravíos”, dijo. Esa misma tarde inició la lectura anual del Quijote en el Círculo de Bellas Artes. Y esta semana todavía le quedan actos, como la inauguración de una exposición o hacer su aportación a la Caja de las Letras del Instituto Cervantes.
Este año se ha levantado cierto revuelo por la no asistencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (Cadenas le saludó en su discurso por error), que sí asistió el año pasado, aunque en ninguna otra ocasión. Hay explicaciones desde La Moncloa: en representación del Gobierno asiste este año el ministro de Cultura, Miquel Iceta, tal y como en 2019 lo hizo la entonces vicepresidenta Carmen Calvo. Durante su mandato, el expresidente Mariano Rajoy faltó en dos ocasiones, en las ceremonias de 2015 y 2017.
“La obra de Cadenas es la de un gran poeta moderno. La de alguien que no quiere ‘estilo, sino honradez’, una valiosísima ambición”, aseveró el Rey. La poesía de Cadenas está muy ligada a la experiencia personal (por ejemplo, al exilio), marcada por una búsqueda de la depuración del lenguaje y por una presencia transversal del sentimiento de derrota vital. No en vano, Derrota, de 1963, es uno de sus textos más conocidos: “Yo, que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es la solución) / (…) / que soy objeto de risa para mí mismo / (…) / que un día pregunté en qué podía ayudar y la respuesta fue una risotada / que podré nunca formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida”. En la poesía, al menos, ha triunfado.
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