_
_
_
_

Setenta editoriales pequeñas protestan por el reparto del espacio en la Feria del Libro de Madrid

Las quejas, y alguna renuncia, se centran en endurecimiento de las condiciones para optar a una caseta, pues se pide un catálogo más grande, y en la creación de un espacio común para las de menor número de títulos

Feria Libro Madrid
Aspecto del Paseo de Coches del Retiro durante la Feria del Libro de Madrid de 2022.Álvaro García
Sergio C. Fanjul

Un día, en la pasada Feria de Libro de Madrid, una joven lectora se presentó en la caseta compartida donde estaba la pequeña editorial sevillana Barrett. Allí, le dijo a Belén García, jefa de prensa de la editorial, que le había gustado mucho el libro que le había recomendado el año anterior y que, por favor, le recomendase otro. “Se me ponen los pelos de punta al recordarlo”, dice ahora García, “y no vino solo aquella chica, sino una decena de lectores más. Es lo más bonito que te puede pasar como editor”. La hermosa escena, que escenifica el fin por el que se escriben, se publican y se leen los libros, no podrá repetirse este año, porque la editorial Barrett ha decidido no participar en la feria.

El motivo lo desgrana en un comunicado. Resulta que la Feria del Libro, siempre con carencias de espacio para ubicar al mastodóntico sector editorial español, hace un corte por abajo siguiendo el criterio de libros publicados. En la Feria del Libro el tamaño (del catálogo) importa. Para alquilar una caseta de cuatro metros de largo, la editorial debe tener un catálogo vivo de 700 títulos. Para una caseta de tres metros, entre 199 y 699 títulos. También hay criterios que se refieren al número de novedades publicadas el año anterior. Si no se llega a las cifras expuestas, una editorial puede asociarse con otras siempre y cuando tenga más de 80 títulos.

Aquí está el problema para muchas: en la anterior edición, para acceder a la feria bastaba con 25 títulos. Este año esa sigue siendo la cifra de corte, pero a las editoriales más pequeñas admitidas, de entre 25 y 80 títulos, por escasez de espacio, no se les ofrece una caseta compartida, sino otra opción: un hueco de un metro en una zona común en la que estarían alrededor de una veintena de sellos. La solución no es del gusto de muchas de las editoriales afectadas. Unas 70 independientes enviaron a la dirección de la Feria un comunicado exponiendo su desacuerdo y algunas, como Barrett, han decidido no participar. “Ha sido una decisión firme y unánime en el equipo, nos deja con un sabor agridulce y nos entristece a partes iguales. Ah, también estamos muy enfadadas”, dice el texto.

“Entendemos que es superdifícil organizar una feria de esta envergadura, pero siempre somos los más pequeños los que salimos perjudicados”, explica García. “No entendemos por qué se ha subido el catálogo mínimo para optar a caseta. Pensamos que si lo siguen subiendo con el transcurso de los años, algunas editoriales no entraremos nunca”. Un caso curioso sucedió hace unas ediciones: la pequeña editorial Media Vaca, que, a mucha honra, solo publica tres libros al año, quiso participar en la Feria. Entonces se pedía un mínimo de 141 libros. “Nosotros no cumplimos ese requisito”, escribía entonces el editor Vicente Ferrer, “y me temo que no lo cumpliremos nunca. Aunque llevamos dieciocho años como editores, publicamos solamente tres títulos nuevos por año; hasta 2045 no podríamos ser expositores de pleno derecho”.

Una caseta en la Feria del Libro de Madrid de 2022.
Una caseta en la Feria del Libro de Madrid de 2022.Uly Martín

Así, en la Feria del Libro el tamaño del catálogo es muy determinante, casi convertido en un número genómico que decide el destino de cada editorial. Una consonancia con el espíritu general del sector editorial español que produce altas cantidades de libros, más de 90.000 obras nuevas cada año. “Este criterio es el más objetivo del que disponemos”, dice Eva Orúe, directora de la Feria desde la edición de 2022. “Se nos ha dicho que podríamos utilizar criterios como la calidad de las editoriales, pero quiénes somos nosotros para evaluar a tal número de editoriales que trabajan en tan campos tan diversos”.

“Entiendo que haya gente que esté en desacuerdo”, dice la directora, “y lo que quiero negar radicalmente es que queramos favoreces a los grandes y perseguir a los pequeños”. Según explica, los grandes grupos editoriales solo ocupan el 5,8% del número total casetas; y el 8,4% del número de casetas de editoriales (también las hay de librerías, organismos oficiales, etc.). “En realidad, en la Feria los grandes grupos tienen menos presencia que en la vida normal, donde suponen más de la mitad del mercado”. Además, dice, el Parque del Retiro es un espacio muy protegido, vivo y cambiante, lo que hace que en cada edición la situación sea diferente: “El año pasado perdimos una caseta por el crecimiento de un magnolio”. Por lo general, el espacio mengua, mientras que el número de editoriales existentes, y que llegan a juntar catálogos suficientes para participar, o tener caseta, va creciendo. En la feria del año pasado, que regresó a la normalidad tras la pandemia, hubo 378 casetas con más de 400 expositores.

La importancia de ir a la Feria

Participar en la Feria del Libro de Madrid es importante para una editorial. No solo por el asunto económico, pues muchas editoriales solo cubren gastos y poco más, sino por lo que supone en cuestión de prestigio y visibilidad. Ir a la feria por primera vez es como una puesta de largo. Hay quien piensa que quien no está en la feria no existe. “Económicamente, no nos salva la vida”, dice García, “pero está muy bien para mantener el contacto con gente del sector, compartir experiencias, hablar con otros editores y aprender. Es un punto de encuentro. Y entrar en la feria siempre ha sido como un salto, todo un acontecimiento”.

“Valoramos el intento de la feria de buscar soluciones”, dice Laura Sandoval, de la editorial asturiana Hoja de Lata, una de las 70 firmantes del comunicado. Y explica: “Lo que no está tan claro es que el resultado final sea el ideal”. Tiene dudas de que la solución de la carpa común vaya a funcionar. “Nos da mucha pena que editoriales que ya habían conseguido participar en la feria ahora den un paso atrás. Se ha recortado por abajo, pero creemos que también se podría haber recortado por arriba. Creemos que así la feria va a perder bibliodiversidad”. La directora quiere ser optimista: “Estamos trabajando para encajar a todo el mundo, y creo que vamos a conseguirlo”, insiste Orúe.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_