Cada hora se publican en España diez libros nuevos: ¿se editan demasiados títulos?
Al año salen unas 90.000 obras nuevas. Editores, libreros y lectores se ven afectados de diferentes maneras por esta producción libresca, que algunos juzgan excesiva y otros no tanto
Cuando uno mira al firmamento nocturno solo alcanza a ver, si lo permite la contaminación lumínica, un número muy reducido de las estrellas que forman el universo. Y solo esa pequeña porción ya resulta abrumadora. Algo similar, en otro orden de magnitud, ocurre en las librerías: abruma mirar las mesas novedades, tan nutridas y cambiantes, y eso que en ellas solo se avista la punta del iceberg de todo lo que produce anualmente el mercado. Precisamente un astrónomo, Carl Sagan en su serie Cosmos, visitaba una biblioteca pública y dejaba constancia, señalando un par de estanterías, de los pocos libros que uno puede leer en el tiempo que dura una vida, en comparación con la inmensidad de la biblioteca: qué ansiedad. La oferta anual en España… ¿es una cifra demasiado grande, o es razonable? ¿Por qué esa cifra es la que es? O la pregunta que ya se ha convertido en un mantra en el sector: ¿se publica demasiado en España?
Fueron 92.700 títulos en 2021 (el 69,7% en soporte papel y el 30,3% en otros soportes), según los últimos datos la Estadística de la Edición Española de Libros con ISBN. Aunque con matices. De esa cifra, únicamente 30.000 son de naturaleza comercial, según señala Jesús Badenes, director general de la División Editorial del Grupo Planeta, uno de los dos grandes grupos editoriales en España, junto a Penguin Random House. “El resto son publicaciones institucionales, de organismos públicos o libros de texto”, cuenta Badenes. “Muchos de ellos intentan encontrar lectores en un vasto universo geolingüístico que incluye España y Latinoamérica. Así que no está tan claro que sean demasiados”, añade. En el entorno las cifras son aún más altas: en Francia son 110.000, en Alemania son 125.000, en Italia son 110.000 y en Reino Unido son 180.000. Además, en España, la tirada media fue de 3.590 ejemplares por título (4.367 en el caso de la novela), según el Estudio de Comercio Interior del Libro 2021, de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE).
El debate puede abordarse desde el prisma de la cantidad o el de la variedad, creen en Penguin Random House. Y prefieren centrarse en este último: “Un mayor número de publicaciones implica una mayor oferta para los lectores cuyos gustos e intereses son muy heterogéneos. La labor de las editoriales es la de seleccionar los mejores contenidos para sus catálogos y la de las librerías la de seleccionar aquellos que se ajusten a sus clientes”, explican fuentes del grupo.
¿Por qué se publican tantos libros?
Las editoriales tienen buenos motivos para publicar muchos títulos: como nunca se sabe, por mucho olfato que tengan los editores, qué libro dará el campanazo, cuantas más novedades se lancen, más números tendrán en la lotería del éxito. Aunque no llegue el best-seller, publicar más títulos es una forma de llegar mayor número de sensibilidades y, por tanto, de ventas. Algunas editoriales, sobre todo las más grandes, pueden tratar de ocupar mayor espacio físico y metafísico con sus lanzamientos en librerías, medios de comunicación y hasta en la mente de los potenciales clientes.
También, de una manera más estructural, se implica la naturaleza del sistema editorial español, que es como una bicicleta: “Se publican novedades constantemente para que no se pare el invento y nos caigamos de la bici”, dice Daniel Fernández, presidente de la FGEE y editor en Edhasa. “También podría verse como una riqueza cultural: hay muchas tipologías y tipos de lectores, y tienen muchos intereses distintos, que encuentran en el mercado ―añade Fernández―. Tampoco hay que olvidar que el sector editorial español tiene mucho mercado en América Latina, lo que hace difícil ponderar”. La FGEE publicó recientemente su Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España, con datos de 2022: un tercio de la población no lee libros nunca o casi nunca, pero un 64,8% lo hace habitualmente, por placer, en el mejor dato del último decenio.
Cómo funciona la bicicleta del libro
En los momentos más crudos de la pandemia, la editorial independiente Errata Naturae puso sobre la mesa, mediante un comunicado y un parón en su producción, el debate sobre el funcionamiento de la industria. “Muchos piensan, algunos nos dicen, que si te paras el sistema te arrolla, como arrolla el automóvil al cervatillo que, deslumbrado por los faros, se detiene en mitad de la carretera”, comenzaba su texto. Y no les gustaba esa metáfora: más que el cervatillo, se sentían el coche que todo lo arrolla.
Denunciaban que un tercio de los libros publicados acaban guillotinados, en una situación que juzgaban insostenible. Y explicaban con claridad el funcionamiento del sistema: si un libro no se vende, el librero lo devuelve al distribuidor, pero no recibe el dinero que pagó por él, sino un crédito para comprar nuevos libros. En el otro lado, el editor de esos libros no vendidos no tiene que devolver dinero al distribuidor, sino que adquiere una deuda. Una deuda que afrontará publicando nuevos libros con la esperanza de venderlos, y que llegan de nuevo al librero, reactivando su crédito. De esta forma se establece la rueda, la bicicleta que no puede frenar a la que hacía alusión Daniel Fernández.
“Así, cada vez que se publica un libro, el editor y el librero reciben o no su parte, pues muchas veces no les llega dinero, sino deudas o créditos. El distribuidor, por su parte, atesora siempre capital real”, escriben en Errata Naturae, “para el librero y el editor es fundamental la venta de los libros; para el distribuidor, sin embargo, es fundamental el flujo de los libros”. Aunque en este proceso no se mueva dinero, sino deuda y crédito, tiene correlato en el mundo físico: los libros se imprimen y se trasladan de un lado a otro, con el consiguiente coste económico y medioambiental. Precisamente en ese proceso de generación y movimiento el sector genera una parte de su economía. El coste medioambiental no viene solo del consumo de combustible sino de diversos elementos del libro, como el papel, las tintas, las cubiertas, el empaquetado, incluso el diseño, que generan impacto, sobre todo si los libros acaban siendo destruidos. En ocasiones, se ha hablado de penalizar la destrucción de ejemplares o el exceso de devoluciones, o de plantear una ecotasa al sector.
¿Habría posibilidad de cambiar este triángulo de deudas y créditos que condiciona el funcionamiento de la industria? Para Fernández, si se quiere repensar el funcionamiento y frenar la bicicleta sin riesgo, sin caerse al suelo, tal vez sería necesario “un acuerdo entre absolutamente todo el sector, editoriales, libreros, distribuidores, y así lograr cambiar radicalmente el sistema”. Para ello tiene que haber una fuerte voluntad, e interés, por parte de todos los actores de la cadena del libro y generarse un foro de debate. Tal y como funcionan las cosas, el sector editorial español facturó un total de 2.576,7 millones de euros en 2021, según el Análisis del Mercado Editorial en España. Fue uno de los que mejor resistieron el envite de la pandemia, porque la gente se puso a leer.
Otros ritmos de publicación
El Grupo Planeta publica unos 2.100 libros al año. Penguin Random House publica 1.780. Pero además de los dos grandes grupos, existe un nutrido ecosistema de editoriales independientes, medianas, pequeñas o infinitesimales. Una bien establecida, desde 2006, es Periférica, que publica en torno a 20 títulos al año. Comparado con un gran grupo es una cifra ínfima, para una editorial pequeña supone una buena carga de trabajo. “Es el número de títulos que el pequeño equipo que forma la editorial puede sacar adelante preservando nuestros estándares de calidad y cuidado, y el que permite que nuestro ecosistema sobreviva con cierto equilibrio. En realidad, un proyecto como el nuestro trata de encontrar la supervivencia en los intersticios del mercado”, explica la editora Paca Flores.
La alta producción editorial significa, según la editora, que los libros estarán menos tiempo en la librería, lo tendrán más difícil para llegar al público y tendrán que valerse de otras estrategias. Después de la profunda reflexión y el trabajo que hay detrás de cada título, “se encoge un poco el corazón sabiendo que alguno arderá en la pira de la alta rotación del mercado”, dice Flores. Publicar con mesura también tiene sus ventajas: aportarle a cada libro el tiempo y el cuidado que se necesitan. “Esto es algo que no podríamos hacer si publicáramos un número mayor de títulos”, añade la editora, “nuestras autoras y autores lo saben, y creo que valoran más el paseo que la carrera, un modo algo más sosegado, aunque no menos contundente, de intervenir en la realidad”
Libreros y lectores: la ley de la oferta y el agobio
Si los libros se generan en las editoriales, su fin natural es avanzar por la cadena del libro hasta llegar a los lectores. Pero antes están las librerías. “Manejar esta alta circulación de libros implica un alto coste de gestión”, explica Álvaro Manso, librero de Luz y Vida, en Burgos, y portavoz de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), “se echa mucho tiempo en gestionar la entrada de los libros, su colocación, luego la devolución de los no vendidos. Nos gustaría que se publicara menos, que hubiera más selección”.
Señala Manso que la necesidad de las editoriales de despachar los libros de corto recorrido y gran volumen (libros de actualidad o emergencia, lanzamientos de personajes famosos, y así) no permite dar el merecido protagonismo al fondo de la librería, al que no le queda espacio en los escaparates o en las mesas expositoras. Muchas veces ese ajetreo, que además ocupa el espacio limitado de las librerías, impide ejercer la celebrada función social de los libreros: atender a los lectores, escuchar sus deseos y ofrecerles sus recomendaciones, embarcarse en tertulias improvisadas. “No se deja tiempo para leer a los lectores, ni la necesaria repercusión para cada autor, dado que la velocidad de rotación de las novedades es cada vez mayor”, dice el librero.
Al final, los lectores que visitan las librerías o se asoman a los suplementos culturales se ven abrumados como esos románticos que, al principio, se empeñaban en contar estrellas en el firmamento nocturno. “Al sector del libro le afecta también esa hipertrofia que la economía de mercado inyecta en casi todos los sectores productivos, también en los diversos sectores culturales”, opina Flores. Una oferta abrumadora de títulos que se une a la que posiblemente sea la mayor oferta de entretenimiento que ha sufrido la humanidad en toda su historia, con plataformas audiovisuales, gran variedad de podcasts, el embrujo de las redes sociales y la pareja sensación de que cada vez tenemos menos tiempo para hacer cualquier cosa. Surge la paradoja de la elección: el ser humano está más insatisfecho cuantas más alternativas le ofrecen. La ley de la oferta y el agobio.
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