El juez cierra el caso del ‘goya’ del marido de Esperanza Aguirre aunque reconoce que fue una donación falsa
Los jueces consideran que no hay delito porque se trató de un acuerdo entre todos los hermanos
Fernando Ramírez de Haro, marido de Esperanza Aguirre, expresidenta del PP de la Comunidad de Madrid, urdió una donación falsa con la venta de un cuadro de Goya en connivencia con su familia para evitar la ruina económica. Esta es la conclusión a la que llega la Audiencia Provincial de Madrid en un auto que, pese a reconocer esta trama, cierra el caso porque considera que “están exentos de responsabilidad criminal y sujetos únicamente a la civil […] los hermanos por naturaleza o por adopción”. Esto es, al tratarse de un acuerdo entre los hermanos del esposo de la líder popular, los jueces concluyen que no hubo delito.
De esta manera, termina, por ahora, el periplo judicial que inició hace dos años Íñigo Ramírez de Haro, hermano del marido de Aguirre. El denunciante siempre ha defendido que Fernando, como se explica en el auto de 29 páginas, prometió a todos los herederos de su padre, primer propietario del cuadro de Goya, que repartiría una parte de las ganancias de la venta de la pieza entre los herederos. En concreto, unos 850.000 euros a partes iguales cuando muriera su madre. Beatriz Valdés Ozores falleció en 2019 y ese reparto no se produjo.
La historia comenzó en 2012, cuando el conde de Bornos, el título que Fernando Ramírez de Haro heredó de su padre, estaba al borde de la quiebra y la mujer de su hermano Íñigo, relacionada con el mundo del arte, le sugirió vender un cuadro que tenía colgado en la pared de la casa familiar de los Ramírez de Haro, donde vive con Aguirre, y que supuestamente era un goya, aunque en ese momento la autoría todavía no estaba clara. Se trata de un retrato de Valentín Belvis de Moncada y Pizarro, antepasado de la familia, militar partidario del absolutismo de Fernando VII.
Según el relato de la acusación, Esperanza Aguirre contactó entonces con expertos de la casa de subastas Sotheby’s y del Museo del Prado para aclarar la autoría de la obra. “Nos consta que el cuadro entró un sábado por la mañana en el Prado para hacer el peritaje y allí se dictaminó que, en efecto, era un goya”, explicaron a este diario los abogados de la acusación en mayo de 2022 cuando se reabrió el caso. En ese instante, el cuadro pasó de valer unos 10.000 euros a unos ocho millones, y convertirse en una tabla de salvación económica para el conde.
La Audiencia Provincial de Madrid reproduce el relato de los hechos a través de conversaciones de Beatriz Ramírez de Haro, otra de las hermanas de Fernando, que confesó a sus sobrinos, los hijos del acusado, la trama familiar. “Les explicó que recibió una llamada telefónica de su hermano, D. Javier Ramírez de Haro Valdés, quién le comunicó que le había visitado la madre de los sobrinos […], es decir Dª. Esperanza Aguirre Gil de Biedma, casada con D. Fernando Ramírez de Haro Valdés, quién le comunicó que su esposo tenía una deuda de siete millones de euros que no podrían cubrir con la venta de las fincas”, se lee en el auto.
“En palabras Dª. Beatriz se creó inmediatamente un gabinete de crisis entre los hermanos”, es decir, que la familia se puso manos a la obra para asegurarse de que Fernando Ramírez de Haro pudiera vender el cuadro y beneficiarse de esos ingresos, aunque no fuera el propietario como la propia hermana le reconoce a sus sobrinos. “Dª. Beatriz manifestó a sus sobrinos que el bien era suficiente para afrontar la deuda, pero no era de vuestro padre, en referencia a D. Fernando Ramírez de Haro Valdés”, continúan los jueces en su relato. “Dado que la disposición testamentaria no constituye título de propiedad”, en referencia al testamento del padre de los Ramírez de Haro, “Dª. Beatriz informó a sus sobrinos que para que vuestro padre fuera propietario del cuadro tuvimos que inventar una donación que nunca existió”. La familia fabricó un documento que aseguraba que la tela había sido legada por el padre solo a Fernando, con una fecha falsa.
Aguirre y su marido vendieron el cuadro por cinco millones al empresario y coleccionista Juan Miguel Villar Mir, entonces presidente de la constructora OHL. El cuadro acabó en manos del empresario y se pudo ver expuesto, en 2015, en la muestra Goya: The Portraits, en la National Gallery de Londres, cedido por el Fondo Cultural Villar Mir.
Iñigo Ramírez de Haro y sus abogados consideraron que la pareja y sus colaboradores se apropiaron del cuadro mediante una donación falsa, que la obra pertenecía a todos los herederos y que podrían haber incurrido en varios delitos: estafa, falsedad documental, apropiación indebida y delito fiscal. La Audiencia Provincial de Madrid ha desestimado todos estos delitos.
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