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CRÍTICA | MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Emotivo homenaje musical a la mujer que escapó al destino fatal de las Trece Rosas

Nieves Torres, militante de las Juventudes Socialistas, fue condenada a muerte durante el franquismo, pero se libró en el último momento. Un original espectáculo le rinde tributo

Ana Vega Toscano (de pie) y Marisa Manchado en un momento de 'Una voz en la noche' en los Teatros del Canal.
Ana Vega Toscano (de pie) y Marisa Manchado en un momento de 'Una voz en la noche' en los Teatros del Canal.© Pablo Lorente

Nieves Torres (1918-2013), militante de las Juventudes Socialistas Unificadas, fue detenida el 15 de mayo de 1939. Tenía 19 años. En la vorágine de arrestos de esos primeros meses de postguerra se produce un atentado contra el comandante Isaac Gabaldón, asesinado junto con su hija y su chófer. La respuesta del régimen franquista será terrible: 57 jóvenes serán fusilados el 5 de agosto, entre ellos se encontraban las más tarde célebres Trece Rosas. Ninguno tiene nada que ver con el atentado y el franquismo lo sabe, se trata de simple venganza. Siete días después se celebra el juicio de Nieves Torres junto con otro grupo de camaradas. El veredicto es la pena de muerte, pero el salvaje fusilamiento de los 57, especialmente el de las Trece Rosas, había hecho ya mucho ruido. El propio conde Ciano, cuñado de Mussolini y ministro de exteriores de Italia, en viaje por España, se había interesado por tal desmesura. En Francia se organizaron protestas en las que está presente la hija de Madame Curie. Las penas de muerte se paran y Nieves Torres termina por ver conmutada su pena por 30 años de reclusión.

Nieves Torres y algunas de sus compañeras nunca dudaron de que el fusilamiento de sus 13 compañeras y amigas les había salvado la vida. Al final los 30 años se convirtieron en 16, una de las penas más largas del siniestro historial del franquismo. Y Nieves Torres, que había nacido un 5 de agosto, ya no celebró nunca más su cumpleaños, sustituyéndolo por una visita ritual a la tapia del Cementerio de la Almudena para rendir homenaje y recuerdo a sus compañeras Trece Rosas, fusiladas en su onomástica. Hoy, el Centro de Igualdad de Chamartín lleva su nombre.

A finales del siglo XX, el escritor Jesús Ferrero decide escribir una novela sobra las Trece Rosas. Se desplaza a España desde Francia, donde vive, y contacta, entre otras, con Nieves Torres para documentarse. Gracias a esos contactos se establece una amistad que está en el origen del homenaje Una voz en la noche. Ferrero publica su novela Las trece rosas en 2003 y con ello comienza el mito de este grupo de fusiladas: otras publicaciones, especialmente el trabajo estimable del periodista Carlos Fonseca, un documental, una obra teatral y, finalmente, una película bien conocida, Las 13 rosas, de Emilio Martínez-Lázaro con guion de Ignacio Martínez de Pisón.

Otro momento del espectáculo.
Otro momento del espectáculo. © Pablo Lorente

Una voz en la noche es una consecuencia de este extenso prólogo. Pero aún falta contar algo más. Nieves Torres, que sale a la calle en 1955, había contactado con un camarada en sus últimos años de cárcel. Al salir, se casan y tienen su primera hija un años después, en 1956 (luego llegaría otro hijo más). Esa primera hija se convertiría con el tiempo en una compositora notable, Marisa Manchado Torres. Pianista, pedagoga, pionera del feminismo musical en España y constante animadora de toda clase de iniciativas que hoy conforman el paisaje musical madrileño. Actualmente ultima su tercera ópera, a partir de La Regenta, con libreto de Amelia Valcárcel, prevista para la próxima temporada dentro de la programación del Teatro Real.

Este es el material que da forma a este concierto. Jesús Ferrero propone a Marisa Manchado un homenaje musical, para lo cual le presenta unos textos que pueden ser leídos y cantados en una suerte de performance articulada sobre un dúo de pianistas, la propia Marisa Manchado y su colaboradora y amiga Ana Vega Toscano, figura bien conocida por sus múltiples actividades entre las que es obligado citar su presencia en el mundo de la radio, donde ha sido de todo, desde directora de Radio Clásica hasta una voz familiar en programas de alto voltaje sobre la música en el cine. El resto es el concierto mismo que se presentó este martes en la Sala Negra de los Teatros del Canal de Madrid.

Marisa Manchado y Ana Vega Toscano compartiendo piano.
Marisa Manchado y Ana Vega Toscano compartiendo piano.© Pablo Lorente

El espectáculo es atípico: una sustancia artística abstracta y contemporánea para recordar a una figura que cualquiera de sus camaradas entendería mejor a partir de canciones tipo ¡Ay, Carmela! y, sobre el escenario, un dúo que improvisa en el piano, en el que la figura de la hija de Nieves concentra toda la atención, tanto por lo que propone como por lo que elude. Un dúo de sopranos, grabado, desgrana mundos sonoros cálidos, mientras que los textos de Ferrero, muy sugestivos, proponen retazos de algo que se entiende fácilmente como los de una heroína de la resistencia. Es lo esperable, pero pronto queda claro que Marisa Manchado Torres indaga de otra manera. Más que un ejercicio de memoria histórica, brinda algo como una memoria emocional: la hija quiere saber cosas de la madre, pero no de la madre forjada en la pelea por resistir al cautiverio terrible de esos 16 años de pánico; la hija quiere saber cuál fue la subjetividad de la que luego sería su madre; sospecha incluso que la madre que ella busca pudo haber perecido, y que la que sobrevivió era otra, la persona fuerte y decidida que, como el Conde de Montecristo, sale de la cárcel reinventada.

El espectáculo no cuenta, pero sugiere a retazos sueltos y, al final, queda la sospecha de que las visitas anuales de Nieves Torres a la valla santuario del cementerio de la Almudena de Madrid, para visitar la memoria de sus Trece Rosas, es algo más que el homenaje entre camaradas y la obligación de cumplir con el mandato de Julia Conesa, una de las trece: “Que mi nombre no se borre de la Historia”. Quizá, Nieves volvía cada año a la valla del cementerio a encontrarse consigo misma, como si realmente ella también hubiera muerto; una muerte simbólica, por supuesto, que la hubiera ahorrado una juventud robada y destruida. Una voz en la noche de la eternidad. En todo caso, ese parece el sueño de su hija.

Una voz en la noche

Oratorio de Nieves Torres. Intérpretes, Dúo Anmar, piano, 'performer' y voz. Vanessa García Fernández y Patricia Gonzáles-Arroyo, sopranos. Patricia Kleinman, dirección de coros. Alba Santiago Alfonso, audiovisual. A partir de un texto inédito de Jesús Ferrero y textos de Ana Martín Puigpelat y José Saz-Orozco. Teatros del Canal, Sala Negra. Martes, 28 de febrero.

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