Una discoteca escondía la sinagoga medieval más importante de la península Ibérica
Un equipo de arqueólogos saca a la luz en el municipio sevillano de Utrera un extraordinario complejo judaico siguiendo las referencias del historiador Rodrigo Caro, que lo citó en sus escritos de 1604
Cuando a mediados de los años ochenta el mítico productor musical Ricardo Pachón reunió en Utrera —geografía flamenca por excelencia a 34 kilómetros de Sevilla— a Camarón de la Isla, Lole y Manuel, Bambino y las guitarras de Moraíto Chico y Raimundo Amador, en un concierto histórico que aún hoy puede rastrearse en YouTube, nadie sabía que se estaba celebrando en un escenario levantado sobre la sinagoga medieval más importante de la península Ibérica. La mítica sala de fiestas Los Montoya, situada en el vértice del dédalo de calles del Niño Perdido, en Utrera, ocupaba a finales del siglo XX un inmueble que no ha dejado de tener uso desde que se levantara en el siglo XIII como sinagoga, para pasar posteriormente a Hospital de la Misericordia, casa cuna, escuela y, llegada la edad contemporánea, bar de copas y la discoteca más aclamada de la campiña sevillana.
“Todos los utreranos han estado alguna vez aquí de fiesta”, bromea con EL PAÍS el arqueólogo sevillano Miguel Ángel de Dios, director facultativo del equipo de trabajo que ha descubierto los restos bajo el suelo de este local de copas —en una cota de poco menos de un metro, correspondiente a 1492, año de expulsión de la comunidad judía—.
“Aún nos encontramos en una fase temprana y no hemos alcanzado toda su dimensión, pero su importancia no radica tanto en sus dimensiones, sino que hemos atisbado todo un complejo sinagogal que trasciende la sala de oración y que comprendería la casa del rabino, anexa al templo, la escuela rabínica y una hospedería, muy común en estos conjuntos, en la que se alojaban los fieles a los que les sorprendía el Sabbat en el lugar de oración”, explica el experto. Un descubrimiento “extraordinario”, según el equipo de trabajo, teniendo en cuenta que hasta la fecha en España se conocían solo las dos sinagogas de Toledo, la de Segovia y la de Córdoba.
El punto de partida del hallazgo han sido las descripciones que el poeta e historiador del Siglo de Oro Rodrigo Caro hace de su pueblo natal en Memorial de la villa de Utrera, texto fechado en 1604, donde ofrece las coordenadas exactas de la antigua sinagoga: “La plaza del Altozano no era tan frecuentada, porque el arroyo, aunque torcía por donde ahora está el Hospital de la Misericordia, alguna vez sobraba y corría por aquella plaza; porque no se había acabado el corriente y madre que ahora tiene en la peña viva. No había allí sino gente forastera y judíos, por lo cual le llamaban Val de Judíos, los cuales tenían su sinagoga donde ahora es el Hospital de la Misericordia”.
Siguiendo esta pista, los primeros sondeos arqueológicos fueron tan exactos que ya en esta primera fase de evaluación “se puede confirmar con certeza científica la noticia que nos transmite Rodrigo Caro acerca de la localización de la sinagoga de Utrera, y su estado de conservación, aunque siendo parcial, no deja de ser excepcional, pues con las evidencias arqueológicas documentadas, incluido su alzado completo, pueden restituirse su superficie y volumetría originales”, asegura el arqueólogo, que trabaja en este edificio desde que el Ayuntamiento lo adquiriera en 2018 a una propiedad particular para poner en marcha un proyecto de recuperación histórica y puesta en valor de la cultura sefardí en este punto geográfico, que llegó a contar “con una de las más importantes comunidades judías de Sevilla” y que probablemente constituyera la de los primeros pobladores de la Utrera actual.
“En la segunda mitad del siglo XIII, este pueblo solo era aún una torre de vigilancia. Según los documentos estudiados, el rey Alfonso X había premiado a unos 25 judíos con la concesión de unas tierras en la cercana Facialcázar —hoy despoblada—, unas exenciones fiscales y otros beneficios, para atraerlos a la zona. Esta misma comunidad es la que se traslada en el siglo XIV a la Utrera actual”, agrega el experto.
De momento, los hallazgos son más que evidentes: en total, se han hecho cuatro prospecciones arqueológicas. En una de ellas, en la cabecera de la nave central de la que posteriormente fuera iglesia de la Misericordia, se ha localizado la sala de oración de la sinagoga, del siglo XIV, con sus elementos más característicos: el Hejal —la cámara decorada donde se guardan los rollos con los pergaminos de la Torá— y su acceso, así como el banco perimetral donde se disponen los fieles al rezo, y la bimah, el pupitre en el que los pergaminos son desenrollados.
Los trabajos continuarán ahora hacia el oeste de esta construcción, un entorno inmediato donde debe encontrarse la zona reservada para mujeres y el Mikvé, el espacio dedicado a los baños de purificación por inmersión que prescribe el judaísmo. Asimismo, el proyecto incluye el estudio urbanístico de toda la manzana del Niño Perdido, donde el equipo científico pretende localizar la aljama completa (barrio judío), de la que no hay perimetría, pero que se presume que pueda ser una de las más importantes del Sur de España: “La judería de Utrera fue de las más significadas del reino de Sevilla unos años antes de la expulsión de los judíos ordenada por los Reyes Católicos”, indica el informe arqueológico.
Junto a Miguel Ángel de Dios, el equipo arqueológico cuenta con paleógrafos que rastrean los archivos de la casa cuna y una ceramóloga que ha sido clave para la investigación. “La cerámica es nuestro fósil guía, la que nos da la información cronológica más absoluta”, indica el experto. A pesar de su fragmentación, de las excavaciones ha salido mucha cerámica y mucho vidrio, “tan fino que entendemos que no debe ser de uso doméstico, sino que tendrán que ver con las lamparillas que iluminarían la sinagoga”.
Este proyecto, sufragado al completo por el Ayuntamiento de Utrera, quiere convertirse en uno de los principales atractivos patrimoniales de su entorno, y la ciudad prepara ya el edificio para que, aun estando en obras, se pueda visitar e interpretar, y esté abierto a las visitas antes del próximo verano.
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