Cristina Campos: “La mujer es infiel mental”
La finalista del premio Planeta con la novela ‘Historia de mujeres casadas’ considera que las mujeres prefieren no arriesgar el amor estable por una aventura y que si la tienen, arrastran más culpa que los hombres
Viene a Madrid ex profeso para la entrevista desde Barcelona, donde vive con su marido, el cineasta Jaume Balagueró, y sus tres hijos. No se trata de ningún poder especial de convocatoria, sino de que una finalista del Planeta en promoción va al fin del mundo a hablar de su libro si hace falta. De hecho, Campos lleva de gira por España, sola o en compañía de Luz Gabás, la ganadora, desde el fallo del jurado el pasado mes de octubre. Para optimizar el tiempo nos vemos en un hotel cerca de la estación del AVE, probable escenario de romances clandestinos y encuentros fugaces aprovechando viajes de trabajo. De eso, de amor, desamor, lealtad, infidelidad y, sobre todo, de amistad entre mujeres va la historia. Una especie de cena de chicas de 300 páginas, le comento. La comparación no le disgusta.
¿Escribe de oídas o de vividas?
El libro surge de la confidencia de una amiga y la traición de otra. Una me cuenta que está siendo infiel a su marido, y lo hace desde el desgarro, la pena y la culpa. Me parecía interesante esa vulnerabilidad de la mujer. Amigos míos hombres me han contado situaciones parecidas desde la euforia, sin rastro de culpabilidad. Creo que las mujeres no sabemos llevar una doble vida.
¿Y eso es una virtud?
No lo veo así. Simplemente, no pasa. Yo no me liaría una noche con cualquiera. Sin embargo, amigos míos han salido con los colegas a tomar un gin tonic, han acabado montándoselo con alguien y han vuelto a casa como si nada. Existe la tradición masculina de la cana al aire. En la mujer, no; o no tanto. Solo hay que ver las cifras de consumo de prostitución femenina y masculina.
¿Está diciendo que las mujeres somos fieles por naturaleza?
No puedo generalizar. Hablo de mis amigas. Somos mujeres inteligentes y trabajadoras, tenemos oportunidad de ser infieles, y no lo somos porque decidimos no serlo. La mujer es más infiel mental, psíquica, una infidelidad más sutil, que, muchas veces, no pasa de ahí. Una amiga casada lleva 15 años cruzándose en el trabajo con un hombre que le encanta, se arregla para él y eso le da la vida.
Pero eso es tristísimo, ¿no?
Eso es energía pura. ¿Te vas a jugar la relación con la persona que amas por eso? ¿Vas a arriesgar el amor y una crisis existencial? Lo que creo es que las mujeres somos más inteligentes.
¿Las escenas de sexo explícito son las más difíciles de escribir?
Ha sido lo más divertido. Me divierte, me excita y, si excita a los demás, ahí está mi talento. En el libro me he desnudado psíquica y físicamente. He hecho un ejercicio de introspección muy bestia. Cuando hablo de cómo se acaricia la protagonista pensando en el hombre que le gusta y que no es su esposo, es como lo hago yo, y yo no soy infiel. Pregunté a mis amigas, y esto es divertido: ninguna se acaricia pensando en sus maridos. Es muy interesante.
Una amiga, escritora de éxito, evita escribir de sexo porque le da pudor por si la leen sus hijos. ¿Comprende esa autocensura?
Fíjate, yo no me corto en eso. Igual que nunca he fingido un orgasmo. Vengo de una familia muy libre, con un padre escritor bohemio y una madre empresaria, y en casa siempre hemos hablado de sexo con naturalidad. A la primera persona que le conté que había hecho el amor fue a mi madre. En este momento de mi vida, a quien le pesa la maternidad es a mí.
Eso tiene malísima prensa.
Tengo tres hijos: de 22, 14 y 5 años. Estoy disfrutando muchísimo del premio, de la gira. Ahora vengo de Cabo de Gata, y me hubiera quedado tan a gusto yo sola tres días allí. Me hace más feliz estar contigo ahora mismo que estar cuidando de mis hijos, aunque volveré a casa para estar con ellos antes de salir pasado mañana a Gran Canaria. Es jodido decirlo, pero es verdad. En la promoción de mi primer libro, mi hijo era bebé y entonces la separación me rompió el corazón; ahora llevo 22 años de maternidad. Busco y no encuentro espacios de soledad.
¿No le come la culpa?
A mí ya no. Tuve una hija soltera, a los 23 años, y fue dificilísimo, durante muchos años fui una mujer rota, y eso que te hablo desde el privilegio. Me costó años de terapia hasta que conocí a Jaume, mi marido, con quien tuve otros dos. Amo muchísimo a mis hijos. Sin embargo, con la madurez, te das cuenta de que no pasa nada por no verlos en un mes porque, al final, tus hijos se van, nuestros maridos se van, y más uno como el mío, que trabaja en cine, cierra la puerta, se va tres meses a rodar, y te quedas tú sola.
¿Cómo es la convivencia entre artistas? ¿Hay celos profesionales?
Somos un equipo. He estado 15 años respaldando su carrera. Porque he sido yo la que ha querido cuidar a mis hijos, pero, si no, ninguno de los dos hubiera podido. Este es mi año, así se lo dije, tú sabes lo que significa este premio. Él ha pospuesto una película por mí. Somos un matrimonio contemporáneo y privilegiado y nos apoyamos.
El libro ensalza la amistad femenina. ¿Por sus amigas mata?
Casi. Tengo un núcleo duro de amigas desde hace 25 años. Es lo más bonito que me ha pasado en la vida. Más que la familia. Más que los novios, más que los maridos, más que los hijos, porque es la familia elegida. A mí me han traicionado, yo he traicionado. He aprendido a ser mejor amiga a los 40. He mentido para proteger a una amiga, por ejemplo, sabiendo que le estaban siendo infiel mientras ella estaba amamantando a su hijo. Era más el daño que podía hacerle que lo que iba a lograr delatando a su marido. Al final, se divorciaron, pero no por mí.
Usted es directora de reparto. ¿Las mujeres maduras lo tienen peor para obtener papeles en el cine y la televisión?
A veces me da ternura ver a actrices operadas o infladas de botox. No creo que nadie se lo pida. Los directores no quieren actrices con bótox. Si me piden una mujer de 55 años, esperan que tenga arrugas. Yo veo al segundo si alguien se ha puesto cosas, y pienso que se está equivocando.
Lo malo es que, quizá, no le pidan tantas actrices de 55 años como de 25.
Bueno, es cierto que los últimos castings que he hecho me pedían mujeres de 35, pero en la serie que se va a hacer sobre mi libro habrá mujeres de esa edad. Ya tengo alguna cara en mente.
¿La dirigirá usted?
Podría, puedo ser directora. En ese sentido no tengo el síndrome de la impostora, lo que no sé es si estoy dispuesta a asumir la renuncia personal que implica. Cuando veo a tantos hombres ahí arriba, pienso que a ellos no les importa esa renuncia. A mí me cuesta. Me pesa la maternidad, pero, a la vez, quiero estar con ellos, y pasear con mis amigas, y llegar tan alto es una renuncia muy bestia. Esa diferencia entre el hombre y la mujer es interesante.
Buena autoestima. ¿Le sorprendió ser finalista del Planeta?
Sí y no. Cuando estaba escribiendo pensaba: “Por qué no”. Yo leía los libros que ganaban, y creía que yo podía escribir ese tipo de historias contemporáneas. Tú sabes que puedes, ¿no te pasa? Tú sabes tus posibilidades. Confío en mí y pienso: “Si este o esta ha quedado finalista, yo también puedo”.
No me ha contado la traición de esa amiga que la impulsó a escribir el libro.
No puedo darte más datos, hicimos las paces. Solo te diré una cosa: si dañas a un artista, te devolverá ese dolor en forma de obra de arte.
¿Como Shakira con Piqué?
Tú lo has dicho.
'VICEPLANETARIA'
Cristina Campos (Barcelona, 47 años) ha elegido el reparto de varias películas y series que usted tiene en la memoria. Ese, el de directora de reparto, era su trabajo principal hasta que escribió su primera novela, Pan de limón con semillas de amapola, que fue llevada al cine en 2021 por Benito Zambrano. Con su segundo libro, Historias de mujeres casadas, quedó finalista del Premio Planeta que ganó Luz Gabás el pasado mes de octubre. Campos, casada con el cineasta Jaume Balagueró y madre de tres hijos, se adentra en la relación de cuatro amigas a lo largo de los años y en sus vaivenes profesionales, personales y sentimentales.
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