Guía para seguir el concierto de Año Nuevo 2023: un programa musical lleno de novedades
Unas pinceladas informativas para disfrutar de la cita del primero de enero con la Filarmónica de Viena, que regresa a la normalidad e incluye varios cambios
Desde hace 83 años, nunca ha habido un primero de enero sin los valses, polcas y marchas de la familia Strauss interpretados por la Filarmónica de Viena. Una popular cita musical que nació de la propaganda nazi durante el Anschluss. Pero que el victimismo austríaco, unido a su política cultural, la han transformado en un escaparate de su excelencia artística. Nunca se ha detenido. No lo hizo durante la II Guerra Mundial, aunque tampoco durante la reciente pandemia; se celebró sin público, en 2021, con un aforo reducido, en 2022, y este año vuelve a la normalidad.
Su fórmula es magistral. Combina a una de las mejores orquestas del mundo, bajo la dirección de un afamado maestro, con un atractivo programa de piezas breves de baile y opereta vienesa del siglo XIX, y se celebra en una bellísima sala de concierto que se decora exquisitamente para la ocasión. Pero la clave de su popularidad reside en la televisión. Desde 1959, la compañía pública de radiodifusión austríaca (ORF) comenzó su retransmisión a través de Eurovisión. Su señal llegó, en 2022, a 92 países de los cinco continentes. En 2023 serán 91, pues el canal ruso Kultura TV ha cancelado su emisión, a diferencia de la cadena pública ucrania UA:PBC.
En España, este ritual televisivo lo podremos seguir, un año más, a través de La 1, a partir de las 11.15 y con los comentarios del periodista musical Martín Llade. Una retransmisión que volverá a dirigir por séptima vez el realizador Michael Beyer al frente de 15 cámaras de alta definición. Dos horas llenas de atractivos, pero también de curiosidades.
La belleza del Musikverein
Es lo primero que vemos todos los años tras la señal de Eurovisión: el edificio del arquitecto danés Theophil von Hansen, de 1870, inspirado en el clasicismo griego, que abre sus puertas. Y se accede a la Sala Dorada con sus famosas hileras de cariátides. Destaca su decoración floral que elabora, desde 2015, el Departamento de Parques y Jardines de Viena. Este año predominarán el rosa pálido, el naranja y el verde claro en composiciones formadas por anturios, claveles, rosas y orquídeas.
El sonido dorado de la Filarmónica de Viena
La orquesta del concierto de Año Nuevo surgió en 1842 como un selecto spin-off de la orquesta de la Ópera Imperial de Viena (hoy Estatal). Dispone de un sonido inconfundiblemente refinado. Una suerte de baile interior con amalgamas ideales de la madera con la cuerda y del metal con la percusión. Pero también con variantes autóctonas de varios instrumentos como el oboe, la trompa y el timbal. Sus integrantes han sido exclusivamente masculinos hasta 1997 y mayoritariamente austríacos. Pero en los últimos años ha ido ampliando lentamente sus nacionalidades (todavía no cuenta con ningún español) y ya incluye 20 mujeres entre sus 138 integrantes. Este año no veremos a ninguna instrumentista en la sección de viento, aunque la orquesta cuenta con tres, pero sí en todos los instrumentos de la sección de cuerda (con la joven Valerie Schatz entre los contrabajistas) y en el arpa.
18 directores, ninguna directora
La Filarmónica de Viena no tiene un director principal, sino que invita a los más destacados del mundo para cada concierto de abono, gira o festival. El concierto de Año Nuevo contó, al principio, con un director estable (Clemens Krauss, Josef Krips, Willi Boskovsky y Lorin Maazel). Pero, desde 1987, se invita a uno diferente cada año. El primero fue Herbert von Karajan y le siguieron Claudio Abbado, Carlos Kleiber, Zubin Mehta, Riccardo Muti, Nikolaus Harnoncourt, Seiji Ozawa, Mariss Jansons, Georges Prêtre, Daniel Barenboim, Franz Welser-Möst, Gustavo Dudamel, Christian Thielemann y Andris Nelsons.
Han sido 18 directores diferentes, pero ninguna directora. Todos ellos han recibido la invitación de subirse al podio del concierto de Año Nuevo tras dirigir durante varios años en los prestigiosos conciertos de abono de la orquesta vienesa. Aunque no lo parezca, la cita del nuevo año con los filarmónicos vieneses precisa de mucha experiencia, pues es una arriesgada prueba de fuego para cualquier batuta. El problema es que ninguna directora ha dirigido jamás un concierto de abono de la Filarmónica de Viena, en sus 180 años de historia, y las mujeres que se han subido a su podio se pueden contar con los dedos de una mano. Es probable que la situación cambie pronto con jóvenes directoras como Joana Mallwitz y Mirga Gražinytė-Tyla. Pero me temo que tardaremos todavía algunos años en ver a una mujer dirigiendo el concierto de Año Nuevo.
En 2023 regresa por tercera vez al podio el austríaco Franz Welser-Möst (Linz, 62 años), tras las ediciones de 2011 y 2013. Titular de la excelente Orquesta de Cleveland, desde 2002, empezó una irregular carrera europea al frente de la Filarmónica de Londres y ha sido titular de las Óperas de Zúrich y Viena. Es un músico muy experimentado y solvente, que celebra 25 años de relación con la Filarmónica de Viena, pero con escaso magnetismo artístico y empatía con el público. Su reciente autobiografía Cuando encontré el silencio. Un alegato contra el ruido del mundo (Brandstätter Verlag, 2020), redactada durante el primer confinamiento con la ayuda del periodista musical Axel Brüggemann, permite ahondar en su personalidad. Un talentoso violinista frustrado por un accidente automovilístico que se volcó en la dirección orquestal, un músico reflexivo que ha tratado de forjar su carácter al margen de modas y tendencias, pero también un estudioso con profundas inquietudes artísticas e intelectuales que trata de reflejar en sus programaciones.
Josef Strauss, protagonista
La tradición del concierto de Año Nuevo está relacionada con la familia Strauss, la principal dinastía de compositores de música de baile y opereta vienesa del siglo XIX. Y especialmente con Johann Strauss hijo. Pero en esta edición escucharemos excepcionalmente más composiciones de su hermano Josef. Welser-Möst lo justificó el jueves, durante una rueda de prensa en el Hotel Imperial, con la famosa frase de Johann hijo tras la prematura muerte de su hermano Josef, en 1870: “Yo soy más relevante, pero él era más talentoso”. En realidad, el segundo de los Strauss siempre trató de poner la música del salón de baile a la altura de la sala de conciertos. Y sus modelos fueron los compositores más avanzados de su tiempo, como Wagner y Liszt. Lo comprobaremos en esta edición escuchando cuatro valses suyos redactados con la ambición de un poema sinfónico, en especial su temprano vals de concierto Perlas de amor (1857) y su tardío Acuarelas (1869).
Aunque predomine Josef (8 de 18), tampoco faltarán obras de Johann hijo (4 de 18) ni del pequeño Eduard (2 de 18), aunque del patriarca, Johann padre, la única obra que se escuchará será la ubicua Marcha Radetzky. Pero en el concierto de Año Nuevo también se incluyen obras de otros compositores coetáneos o relacionados con la orquesta vienesa. Este año se ha programado la novedad del vals En la acogedora noche de la opereta Los vagabundos, de Carl Michael Ziehrer, un compositor coetáneo y rival de Johann Strauss hijo y de Eduard Strauss. Y también música de Joseph Hellmesberger hijo, que fue director titular de la Filarmónica de Viena, entre 1901 y 1903: la polca de las campanas y el galop que escribió para el ballet Excelsior del coreógrafo Luigi Manzotti. Pero Welser-Möst siempre añade algún toque exótico español en sus programas del concierto de Año Nuevo. En esta edición dirigirá como novedad la obertura de la opereta cómica Isabella, de Franz von Suppé.
Lo de siempre, pero lleno de novedades
Estamos ante el concierto de Año Nuevo con más música de Josef Strauss de la historia, pero también estamos ante el programa más cargado de novedades. 14 de las 15 composiciones del programa (sin contar las propinas) no se han escuchado nunca en el concierto de Año Nuevo. En realidad, la polca francesa Ánimo alegre, de Josef Strauss, sonó sin coro, desde 1948, en que la introdujo Clemens Krauss, y por última vez, en 1984, con Lorin Maazel. La excepción es el referido vals Acuarelas, que ha sido habitual en la cita musical desde 1946, con Josef Krips, y se escuchó por última vez, en 2002, con Seiji Ozawa.
Welser-Möst explicó en la rueda de prensa del jueves que hace cinco años compró toda la música publicada de la familia Strauss y aprovechó el confinamiento para estudiar decenas de composiciones infrecuentes. Cuando recibió la invitación para dirigir el concierto de Año Nuevo de 2023 descubrió que la mayor parte de las composiciones que había estudiado jamás habían sonado en sus ediciones. Pero, aunque casi todo son novedades, se trata de valses alternados con polcas y fragmentos instrumentales de operetas.
Escucharemos cinco valses, dos en la primera parte y tres en la segunda. Se trata de las obras sinfónicas más largas y elaboradas, donde se conjugan varias secciones de este tipo de música, entre una introducción lenta y una coda final. Aparte del referido de Ziehrer, y de los citados de Josef Strauss, Perlas de amor y Acuarelas, escucharemos otros dos más de su autoría: el refrescante Poema heroico y el refinado Los luganos.
Los valses se rellenan con piezas más cortas, como las polcas, danzas de origen bohemio muy populares en Viena en el siglo XIX. Este año se escucharán ejemplos de dos de sus tres variantes: la chispeante polca rápida (como ¿Quién sale a bailar?, de Eduard Strauss, que abre el concierto y ¡Vamos, entrad!, de Johann hijo, que cierra la primera parte) y la elegante polca francesa (en esta edición con dos bellas novedades de Josef Strauss: la Polca de Angélica y la referida Ánimo alegre que se escuchará con coro).
Welser-Möst ha evitado una marcha como apertura del concierto, aunque mantiene la tradición de dirigir una obertura al inicio de la segunda parte: de la opereta Isabella, de Franz von Suppe. Y no ha evitado incluir alguna cuadrilla, es decir, una breve suite de contradanzas extraída de melodías de una opereta, como es el caso de El barón gitano, de Johann hijo. Pero también ha añadido dos fragmentos de ballet de Hellmesberger hijo y una rareza instrumental: Allegro fantastique, una virtuosística fantasía orquestal de Josef Strauss que escribió, en 1862, para impresionar a la corte del zar Alejandro II en Pávlovsk.
Las tres propinas
Es bien sabido que, en el concierto de Año Nuevo, el programa previsto no concluye la cita musical. Siempre hay tres propinas, es decir, composiciones que se añaden al final y fuera de programa. Tienen un carácter especial, pues están previamente establecidas desde 1958: una polca rápida que varía cada año (en 2023 será el Galop de los bandidos elaborado a partir de una escena de la opereta El príncipe Methusalem, de Johann Strauss hijo), seguida por el vals más famoso, Junto al bello Danubio azul, de Johann hijo, y la Marcha Radetzky, de Johann padre.
Dos tradiciones donde interviene el público
Hay dos tradiciones asignadas al público durante el concierto de Año Nuevo. Una es la felicitación del nuevo año que realiza el director con la orquesta antes del vals Junto al bello Danubio azul. Aquí es habitual que el público interrumpa la música con aplausos al comienzo de la introducción del vals. El director proclama en alemán: “La Filarmónica de Viena y yo les deseamos…”; y la orquesta añadirá: “Feliz Año Nuevo”.
La otra tradición es el palmeo acompasado en la Marcha Radetzky, de Johann Strauss padre, con la que termina. En muchas ocasiones se realiza bajo las indicaciones del director de orquesta. Es lo que ha quedado de un evento musical donde el público se comportaba en el pasado de forma más libre y natural.
No está el mundo para bromas
Durante los años en que Willi Boskovsky dirigió el concierto de Año Nuevo (1955-1979) adquirió su condición más festiva y divertida. Se salpicó de disfraces, gags y bromas. Su origen está relacionado con el ingenio del percusionista Franz Broschek, que realizaba hilarantes dramatizaciones en algunas piezas del concierto. En adelante se ha implicado a los directores en divertidos guiños humorísticos. Pero Welser-Möst ha anunciado que este año no está el mundo para bromas. Y se van a sustituir por un breve discurso donde seguramente se hará alusión a la invasión rusa de Ucrania.
Las Niñas Cantoras de Viena
En 2023 volverán los Niños Cantores de Viena a subirse a la tribuna del órgano para intervenir en la polca de Josef Strauss Ánimo alegre. Los vimos por última vez, en 2016, bajo la dirección de Mariss Jansons. Este famoso coro infantil formado por niños soprano y contralto de 10 a 14 años regresa para celebrar su 525º aniversario. Pero lo hará unido a su versión femenina creada en 2004. Por lo tanto, veremos a 30 niños, pero también a diez niñas como una de las novedades de esta edición.
La Exposición Universal de Viena resucitada
El concierto tiene dos partes con un intervalo de unos 25 minutos donde se emite un breve documental sobre los tesoros culturales y naturales de Austria. Se realiza en un formato que no precisa de intervenciones habladas al estar pensado para su emisión en muchos países. En esta ocasión veremos, a partir de las 11.50, un documental dedicado a conmemorar el 150º aniversario de la Exposición Universal de Viena que ha sido creado por Barbara Weissenbeck y Nicholas Pöschl. En esta filmación nos trasladaremos al año 1873, en que la capital imperial se transformó por unos meses en una metrópolis cosmopolita que reunió manifestaciones culturales de todo el mundo. La filmación parte del Musikverein y contará con el propio Welser-Möst como protagonista junto a varios conjuntos de músicos de la Filarmónica de Viena. Tratarán de resucitar varios escenarios históricos por medio de animaciones, como la famosa Rotunde, el edificio ubicado en el Prater con la cúpula más grande del mundo, pero que pereció sesenta años después por un incendio.
Bailar Strauss en la Abadía de Melk
La retransmisión televisiva del concierto de Año Nuevo añadió, a partir de 1959, escenas pregrabadas de ballet. Están protagonizadas por los solistas del Ballet de la Ópera Estatal de Viena y cuentan con un coreógrafo invitado. Este año se ha optado por el británico Ashley Page, que vuelve nueve años después. Y su compatriota Emma Ryott repetirá, tras 2020, como diseñadora del vestuario. Los bailarines actuarán en tres piezas durante la segunda parte del concierto. Veremos a cuatro parejas en el vals Perlas de amor, de Josef Strauss, en el palacio de estilo rococó de Laxenburg, cerca de Viena, y en su parque circundante. En la polca rápida Muy lejos de aquí, de Eduard Strauss, nos trasladaremos al pabellón del jardín de la Abadía de Melk en la Baja Austria, para ver a una pareja contar una historia sobre una elegante mariposa con toques humorísticos. Y el famoso Junto al bello Danubio azul, de Johann hijo, se ha filmado en el interior de la referida abadía benedictina con cinco parejas.
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