Italia descubre en un extraordinario hallazgo una veintena de esculturas etruscas y romanas
Las piezas arrojan importante información sobre el periodo de transición entre los etruscos y los romanos en la antigüedad
Llevaban cerca de 2.000 años sumergidas en el fango que las ha mantenido casi intactas hasta que un equipo internacional de arqueólogos ha dado con ellas. Son 24 estatuas de bronce en un excepcional estado de conservación, procedentes de un lapso comprendido entre el siglo II a. C. y el siglo I d. C., período histórico de importantes transformaciones durante la transición entre etruscos y romanos, y que han emergido en un santuario etrusco-romano situado en las antiguas termas de la ciudad de San Casciano dei Bagni, en la provincia de Siena.
En arqueología, encontrar estatuas de bronce, sobre todo en buen estado, es un fenómeno bastante raro, por lo que la comunidad científica ha celebrado este con gran expectación. Se trata de un descubrimiento de gran valor, el hallazgo del siglo para Italia y uno de los más reveladores de la historia antigua. Hasta el punto de que los expertos, como el director general de Museos de Italia, Massimo Osanna, lo han calificado como el “más importante desde que se rescataron del mar los Bronces de Riace, los más significativos jamás encontrados en la historia del Mediterráneo antiguo”. En referencia a las dos estatuas encontradas el 16 de agosto de 1972 por unos pescadores en el mar Jónico frente a la costa de Riace Marina, en la provincia de Reggio Calabria, y consideradas de manera unánime por los científicos como obras de enorme valor artístico.
Las piezas de San Casciano dei Bagni servirán para comprender esta etapa de la antigüedad y la vetusta y misteriosa cultura de los etruscos, un pueblo que se extendió por la península itálica desde la Toscana, que dio origen a una de las primeras civilizaciones de Italia, sobre la que no hay demasiadas certezas. La cultura y la lengua de los etruscos fueron asimiladas por el Imperio Romano y aunque su paso por la historia ha dejado espléndidas tumbas, cerámicas y estatuas, hay pocos documentos escritos y testimonios de su vida diaria.
Las estatuas recién descubiertas también aportarán información valiosa sobre la interacción con los romanos, hasta ahora poco documentada, de esta civilización, considerada la predecesora de Roma y heredera de la cultura helénica.
Estatuas votivas
Los bronces son en su mayoría estatuas votivas, que representan a dioses, matronas romanas, niños, emperadores. Según el etruscólogo a cargo de la excavación, Jacopo Tabolli, profesor de la Universidad para Extranjeros de Siena, el santuario pudo ser utilizado al menos hasta el siglo V, cuando en la época cristiana se sellaron las cuencas con pesadas columnas de piedra y se dejaron las estatuas en el agua, pero no se destruyeron. Es el “mayor depósito de estatuas de la Italia antigua y, en cualquier caso, el único cuyo contexto tenemos la posibilidad de reconstruir por completo”, ha señalado Tabolli, que lleva excavando en el yacimiento desde 2019, junto a 60 expertos de todo el mundo y ha definido el hallazgo como “un descubrimiento que reescribirá la historia”.
Las estatuas han sido recuperadas del barro de las antiguas termas junto con miles de monedas, exvotos y una inmensa cantidad de inscripciones en etrusco y latín. En ellas se pueden leer los nombres de poderosas familias etruscas del territorio de la Etruria interior, desde los Velimna de Perugia hasta los Marconi conocidos en la campiña sienes y otros exponentes de las élites del mundo etrusco y posteriormente romano, terratenientes, escuderos locales, las clases acomodadas de Roma e incluso emperadores.
Además de las frases en etrusco, también se han descubierto inscripciones en latín, que mencionan las aquae calidae, las aguas termales de Bagno Grande, donde se colocaron las estatuas. Como explica en el diario La Repubblica, el director científico de la Fundación del Museo Claudio Faina de Orvieto y del Museo Etrusco de Murlo, Giuseppe M. Della Fina, el uso de las dos lenguas en las inscripciones se debe a que aunque los etruscos perdieron su independencia política en las primeras décadas del siglo III a. C. a manos de Roma, siguieron conservando su independencia cultural y lingüística.
Las esculturas en gran parte simbolizan a las divinidades veneradas en el lugar sagrado y junto a ellas se colocaban pequeñas obras que representaban las partes del cuerpo para las que se buscaba la intervención curativa de la divinidad a través de las aguas termales.
Del barro han emergido efigies de Higía y Apolo, así como un bronce que recuerda al famoso Arringatore, descubierto en Perugia y que representaba la figura del orador Aulo Metelo, un senador etrusco durante la República romana.
Los arqueólogos que se han encontrado este tesoro casi intacto creen que las estatuas fueron realizadas con toda probabilidad por artesanos locales, entre el siglo II a. C. y el siglo I d. C. El hallazgo les anima a pensar que, la lengua de los etruscos parece haber sobrevivido durante mucho más tiempo de lo que hasta ahora se creía y que los conocimientos etruscos de medicina parecen haber sido reconocidos y aceptados como tales en la época romana. “El tiempo pasa, el lenguaje cambia, incluso los nombres de las deidades cambian, pero el tipo de culto y la intervención terapéutica siguen siendo los mismos”, ha apuntado Tabolli. El arqueólogo habla del santuario como de un raro remanso de paz: “Incluso en épocas históricas en las que los conflictos más terribles arreciaban en el exterior, dentro de estas termas y en estos altares, los dos mundos, el etrusco y el latino, parecían convivir sin problemas”, ha dicho. Y ha remarcado la extraordinaria oportunidad que ofrece el hallazgo para investigar sobre la diversidad cultural en la antigüedad.
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