Los museos españoles se ponen en alerta tras los ataques de ecologistas de Just Stop Oil a obras de arte
Las acciones cometidas por activistas motivan que el Ministerio de Cultura envíe una circular a los centros estatales para que aumenten la vigilancia de sus visitantes
Los principales museos europeos y españoles se han visto obligados a ser más celosos de su seguridad y la vigilancia de sus visitantes para evitar nuevos ataques a sus obras de arte, como ha sucedido en las últimas tres semanas en distintos centros de varios países, protagonizados por la organización ecologista Just Stop Oil. En España se ha activado esa alerta sobre todo desde que el Ministerio de Cultura envió, el martes 25, una comunicación a las principales instituciones estatales instándoles “a extremar las medidas de seguridad y ser exhaustivos” en el cumplimiento de las normas de acceso. El departamento que dirige Miquel Iceta pidió que se prohíba la introducción de bebidas, mochilas, bultos, paraguas y objetos punzantes. En Francia, su homóloga, Rima Abdul Malak, ha urgido a los museos nacionales a “que redoblen su vigilancia” después de que se haya sabido que se evitó una acción similar de una mujer en el Museo de Orsay el jueves. Como reconoce a EL PAÍS una fuente de uno de los principales museos del país, “este asunto es endiablado porque se está sometiendo a una tensión extra a los trabajadores y a los visitantes”. El grupo Just Stop Oil es contrario a que el Gobierno británico conceda nuevas licencias de explotaciones petrolíferas o gasísticas.
Este periódico ha preguntado a algunos de los grandes museos nacionales y foráneos si estas gamberradas, en las que se ha arrojado sopa de tomate o puré de patatas, por suerte contra obras protegidas por cristales, está alterando el acceso y control de los turistas. El Museo del Prado ha remitido a las declaraciones del 17 de octubre de su director, Miguel Falomir, durante la presentación de la exposición Otro Renacimiento. Artistas españoles en Nápoles a comienzos del Cinquecento. Falomir dijo que estaban “ojo avizor” y que habían intensificado “las labores de vigilancia y de cuidado”. En cualquier caso, añadió que no estaba seguro de si merecía “la pena hablar de esto, porque en el fondo lo que pretenden es publicidad”, en referencia a los activistas, lo que no ha impedido que estas acometidas hayan sido vistas por millones de personas a través de las redes sociales. “Hay formas más inteligentes para defender nobles causas, pero haciéndolas de esta manera se consigue lo contrario”, aseguró el director de un espacio colmado de obras maestras, como Las meninas, que no tienen cristal protector.
A pocos metros, el Reina Sofía atesora otro cuadro universal, el Guernica, de Picasso, al que tampoco rodea cristal alguno. Desde su departamento de Prensa señalan que se está en la línea de “extremar la seguridad y estar más pendientes”. Respecto al mural que el genio malagueño pintó durante la Guerra Civil para el Pabellón Español en la Exposición Universal de París, en 1937, se actúa para evitar aglomeraciones. No obstante, descartan “medidas excepcionales, como cachear a cada visitante”, lo que supondría un fastidio que demoraría la espera para entrar al museo. Además, subrayan que los ataques contra obras de arte es “algo grave, que no debe verse como una gracia”.
El tercer gran museo madrileño, el Thyssen, prefirió “no hacer ninguna declaración sobre seguridad”.
“Más medidas de seguridad no hemos puesto, pero es inevitable estar más alertas”, señala Pepe Serra, director del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), en Barcelona. “Hay que ser conscientes de que en museos como el nuestro, con tantos metros y salas, la seguridad al 100% no existe. No debemos convertir los museos en fortalezas, son espacios amables en los que se ha de respirar libertad y bienvenida. No podemos poner barreras, cuando todo nuestro esfuerzo va en el sentido contrario: atraer más público”, añade. En cuanto a las reivindicaciones en cuyo nombre se han cometido los ataques, Serra reflexiona que pueden ser justas y no hay que criminalizarlas, pero que enfrentarlas al arte es un gran error. Recalca, además, cómo muchos museos, incluido el MNAC, han hecho esfuerzos para ser sostenibles y están implicados en la causa medioambiental. “Considerar al arte y a los museos enemigos ideológicos es una idea peligrosa, además de falsa. Entiendo que se busca impacto mediático, pero equivocan el objetivo, y generan hostilidad hacia su causa”.
El Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) considera ya ajustados sus protocolos. “Las medidas idoneas ante este tipo de riesgo ya las tomábamos. Tampoco somos un museo con tanta obra icónica para estar en mucho riesgo”, indica una portavoz de este centro, en el que lo más emblemático es el propio edificio, enclavado en una zona de mucha agitación social y cultural.
El Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) ha “reforzado la formación del personal”, no solo por estos actos vandálicos, sino también por “las noticias sobre fraudes online, estafas electrónicas, captura de datos… hemos desarrollado protocolos sobre el tratamiento de la información, como la actualización de contraseñas o el manejo de datos confidenciales”. Y añaden: “Nos vemos obligados a incrementar las medidas en un modo más sofisticado del que nos gustaría”, aunque se intenta que sea “lo más inocuo posible para los visitantes”.
En Andalucía, la Junta no ha previsto actuaciones extraordinarias en los dos principales museos que gestiona en Sevilla, el de Bellas Artes y el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC). “Se ha hecho, eso sí, una advertencia para que se esté más atento y se preste más atención”, indicaron desde la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte. Tampoco se ha puesto especial cuidado ante determinadas piezas. “Algunas, por sus dimensiones y trascendencia, ya están protegidas por cristales, pero otras, por su gran tamaño, es técnicamente inviable”.
En Málaga, los museos que dependen del Ayuntamiento, como el Centre Pompidou, el Ruso y la Casa Natal de Picasso, “van a implantar medidas”, según fuentes municipales, que han rechazado explicarlas precisamente “por motivos de seguridad”. Los trabajadores de estos centros están recibiendo formación específica. Fuentes del Museo Picasso Málaga han apuntado que las obras expuestas ya están protegidas de manera adecuada.
¿Qué sucede fuera de España? El Museo del Louvre no ha querido hacer “ningún comentario”. Hay que recordar que a finales de mayo un hombre que simuló ser un discapacitado en silla de ruedas arrojó una tarta contra La Gioconda, de Leonardo da Vinci, que está protegida por un vidrio. El individuo lanzó unas soflamas sobre la salvación del planeta.
Similar mutismo en la National Gallery londinense, donde dos muchachas arrojaron sopa de tomate contra Los girasoles, de Van Gogh, el 14 de octubre: “Nuestros protocolos están en constante revisión”, ha sido su lacónica respuesta de un lugar que ya padeció algo parecido en julio, cuando los conservacionistas pegaron sus manos junto a El carro de heno, de Constable. En la capital británica se repitió la situación en la Royal Academy con La última cena, de Giampetrino.
El Museo Barberini de Potsdam, en Alemania, ha cerrado unos días para revisar sus medidas de seguridad tras el lanzamiento de puré de patata contra Les meules (Los almiares) de Monet. En esta ocasión, fueron miembros del grupo alemán por la protección del clima Última Generación.
La última situación de incivilidad contra un cuadro se vivió en la galería holandesa Mauritshuis. El objetivo fue La joven de la perla, de Johannes Vermeer, que ya volvió a su lugar después de que el 27 de octubre uno de los tres individuos de Just Stop Oil incluso pegara su cabeza con pegamento al cristal protector. “No vamos a comentar la aplicación de medidas adicionales de seguridad. Desgraciadamente, no se puede descartar que sucedan hechos así en el futuro”, dijo un portavoz, René Timmermans. La directora de la galería, Martine Gosselink, se mostró aliviada porque la tela no hubiera sido “dañada” y dejó esta reflexión: “Somos una institución pública y queremos ser accesibles, si quieres un cien por cien de seguridad, entonces es mejor que no dejes entrar a los visitantes”.
Uno de los museos más visitados de Italia, la Galería de la Academia de Florencia, que alberga el David, de Miguel Ángel, acaba de concluir unas obras de remodelación, que han durado dos años y medio, e incluyen el refuerzo de su seguridad. “Hemos puesto en marcha medidas que tienen en cuenta las diferentes formas de vandalismo”, declaró su directora, Cecilie Hollberg. Además, están actualizando su sistema de videovigilancia para controlar mejor las salas. También en Florencia, la Galería de los Uffizi emplea desde 2016 un vidrio especial para proteger maravillas como El nacimiento de Venus, de Botticelli; El sacrificio de Isaac, de Caravaggio, o La Sagrada Familia, de Miguel Ángel.
En Roma, las Galerías Nacionales de Arte Antiguo, con dos sedes, guardan piezas de Caravaggio, Rafael o Murillo. “Respecto al posible riesgo debido a las recientes protestas, no han sido necesarias medidas especiales: el control tanto en la entrada como en las salas es minucioso y la visita puede realizarse sin ninguna presión”, afirma Flaminia Gennari Santori, directora de las Galerías Nacionales Barberini Corsini. Asimismo, apunta que “la capacidad de intervención rápida del personal juega un papel decisivo”.
Todo ello es preferible a que, como comentaba a este diario el director de un gran museo español, haya que colocar cristales a todas las grandes obras. Y agregaba con cierto humor: “Quizás esos ecologistas no han pensado en el gasto en energía y materiales que esto supondría”.
Babelia
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