_
_
_
_
Universos paralelos
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Nueva Orleans: el inquisidor y la bruja

Los estudiosos del primer jazz hablan del “matiz español”. Una semilla tal vez plantada cuando Luisiana era una posesión española

Viandantes paseando por la calle de Bourbon, repleta de bares y clubs en Nueva Orleans .
Viandantes paseando por la calle de Bourbon, repleta de bares y clubs en Nueva Orleans .Getty
Diego A. Manrique

Uno suele caminar por Nueva Orleans con la mirada atenta, esperando encontrarse con alguno de los 42 cementerios que (se supone) tiene la ciudad, debido a la porosidad del terreno, siempre amenazado por las inundaciones. Pero lo que el ojo localiza, sobre todo en el centro histórico, son unas placas de azulejos recordando que, cuando aquello era “la provincia española de Luisiana”, allí estaba la plaza de Armas, el camino Real o la calle de San Felipe.

Sorprende tal cortesía, dado que el dominio español sobre La Luisiana duró menos de 40 años y fue un tanto precario. Cierto que el Imperio estaba en decadencia, pero todavía contaba con batallones de funcionarios eficaces. Así, los españoles reconstruyeron la ciudad con edificios de piedra, tras incendios devastadores; luego, se obligaba a revisar regularmente las chimeneas de cada casa. Entre los esclavos, se ganaron simpatías por unas reglas muy tolerantes en comparación con la feroz legislación del Code Noir francés, que regía anteriormente.

En la editorial granadina Allanamiento de Mirada, el historiador Héctor Martínez González acaba de publicar Al compás del vudú (religión, represión y música), un libro-disco que contrapone a dos personajes clave en la historia de lo que entonces era la capital de La Luisiana. Fray Antonio de Sedella, un capuchino malagueño, fue nombrado comisario del Santo Oficio en Nueva Orleans. Un puesto menos impresionante de lo que parecía: Sedella carecía de fuerzas militares o auxiliares burocráticos y hoy se tiende a pensar que, más que de temible inquisidor, ejercía de espía, denunciando la presencia y las actividades de agentes franceses o estadounidenses. Para consternación de los partidarios de la mano dura, mantuvo relaciones cordiales con las logias masónicas y especialmente con la población negra, que le reverenciaba como Père Antoine.

Portada del libro 'Al compás del vudú', de Héctor Martínez González.
Portada del libro 'Al compás del vudú', de Héctor Martínez González.

La simpatía por los negros, esclavos o libres, ha servido como soporte para las leyendas que circulan sobre una supuesta amistad entre el fraile y la más famosa sacerdotisa de vudú de la villa, Marie Laveau. No resulta tan disparatado ya que, a principios del siglo XIX, competían secretamente el hoodoo autóctono con el voodoo aportado por los huidos de la revolución en Saint-Domingue (ahora, Haití). Ambas ramas eran expertas en sincretismo: camuflaban creencias y rituales africanos en la liturgia y el dogma católicos. Muy posiblemente, un profesional de la observación, como Antonio de Sedella, intentaría averiguar lo que había detrás de la superchería.

La fama de Marie Laveau se ha prolongado a lo largo de los siglos, impulsada por novelas, películas y canciones: alguna de ellas fue incluso éxito grande en España, como Witch queen of New Orleans (1971), del grupo Redbone. Es uno de los 48 temas que refuerzan, en dos CD, Al compás del vudú, el citado libro de Héctor Martínez González.

A estas alturas, se agradece la voluntad didáctica de autor y editores. Tomen nota: cada uno de los 48 temas lleva créditos completos, un análisis de la música y su creador, la letra original y una laboriosa traducción al español. No esperen encontrar nada parecido en las plataformas de streaming.


Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_