Nueve razones para enamorarse de Nueva Orleans
De un concierto de jazz en el barrio de Marigny a la casa de Marie Laveau, reina del vudú, y las noches del Barrio Francés
Hay quien dice que Nueva Orleans es la última ciudad de Estados Unidos y la primera del Caribe. En un país donde todas las ciudades parecen casi iguales, Nueva Orleans resulta diferente, podría considerarse la única urbe colonial —o digna de dicho calificativo— en todo el país. Su originalidad tiene que ver con sus orígenes españoles (hace 300 años) y franceses, plasmados en su original Barrio Francés, que, en realidad, es el barrio español, con letreros de azulejo en castellano y reconocibles aires gaditanos, incluso habaneros.
Nueva Orleans es la capital del jazz y cuna de muchos de los grandes de este ritmo herencia de los esclavos negros, así como de un carnaval único en el mundo, la comida criolla y cajún (la que comían los esclavos), o el vudú. Todo ello aún reclamo para turistas. Se encuentra entre las mejores ciudades norteamericanas para disfrutar de música en vivo y para dejarse llevar en una de sus locas noches. Antes, proponemos una ruta para empaparse de su alma, con nueve paradas imprescindibles que culminan en sus mejores clubes de jazz.
1. Royal Street (y Bourbon St.)
La ciudad original proyectada por los españoles y, sobre todo, por los franceses en el siglo XIX es lo que se conoce como Vieux Carré o Barrio Francés, cuyo centro neurálgico es Royal Street, repleta de anticuarios, galerías de arte y balconadas de hierro forjado rebosantes de helechos. Invita a ser recorrido en bicicleta, deteniéndose a charlar con la gente que pasea bajo los porches. La calle parece una especie de galería comercial decimonónica al aire libre, aunque la realidad es bastante más artificial, pues pocos vecinos residen ya en las 13 manzanas que componen el Barrio Francés. Detrás de muchos de estos edificios se conservan enormes jardines y frondosos patios, que una vez fueron oasis donde escapar del bullicio exterior, y que hoy ocupan las terrazas de los restaurantes.
Royal St. se cierra al tráfico por la tarde entre St Ann y St Louis, momento que aprovechan músicos y artistas callejeros para mostrar su arte. Hay de todo, desde adolescentes mendigando a músicos de blues profesionales. Espectáculo garantizado. Esta calle representa el contraste elegante a la otra gran arteria del barrio, la decadente y loca Bourbon Street, donde se suceden los clubes, los neones y el paisanaje nocturno (y diurno).
2. Jackson Square
Un paseo por el Barrio Francés puede empezar en esta plaza llena de dibujantes, artistas y adivinos. Formaba parte de la ciudad originaria y comenzó siendo un terreno para desfiles militares llamado Plaza de Armas. En el siglo XIX una aristócrata transformó esos terrenos enfangados en un jardín y rebautizó la plaza en honor a Andrew Jackson, el presidente estadounidense que defendió a los habitantes de Nueva Orleans de los británicos. Desde aquí se pueden ver algunos de los monumentos más emblemáticos de la ciudad, como los impresionantes (y gemelos) Pontalba Buildings, y los casi idénticos Cabildo y Presbytère, que flanquean la catedral de St. Louis, uno de los mejores ejemplos de arquitectura francesa en Estados Unidos.
Desde aquí comienza el paseo por el Vieux Carré, en el que hay de todo, no solo bares. Por ejemplo, la Royal Pharmacy, una reliquia de los días felices de las antiguas heladerías. En medio de las casas criollas, encontraremos la Historic New Orleans Collection, una combinación de edificios, museos y centros de investigación que supone una buena introducción a la historia de la ciudad. También llama la atención el Jazz National Historic Park, que organiza conciertos de lunes a viernes por la tarde, así como la histórica casa Beauregard-Keyes o el convento de las Ursulinas, uno de los pocos edificios coloniales franceses que se conserva en Nueva Orleans.
Se puede hacer un alto para degustar la mejor cocina criolla tradicional en Galatoire’s, aunque haya que vestirse para la ocasión. Mucho menos elegante pero perfecto para probar la auténtica cocina cajún es el Coop’s Place; que su aspecto no lleve a engaño, la comida es excelente y auténtica: conejo jambalaya, pollo con gambas…
3. El tranvía de St. Charles Avenue
Los sonidos metálicos y los zumbidos del tranvía de St. Charles Avenue son tan característicos del Uptown y el Garden District como los robles y las mansiones. Los habitantes de Nueva Orleans están orgullosos de este monumento en movimiento que se inauguró en 1835 y fue la segunda línea de tranvía tirada por caballos de Estados Unidos, la New Orleans & Carrollton Railroad. En 1893 fue una de las primeras en ser electrificadas y en la actualidad es uno de los pocos tranvías que ha sobrevivido a los vehículos a motor. Miles de pasajeros lo utilizan a diario, a pesar de que el servicio de autobuses de la ciudad suele ser más rápido. Es lento, bonito y muy evocador.
El Jazzy Pass (2,50 euros) permite viajar de forma ilimitada en tranvía y autobús. El tranvía pasa cada 20 minutos las 24 horas del día, aunque no es la única línea: otro recorre Canal St. y un ramal de este va desde Carrolton Av hasta City Park.
4. Ogden Museum of Southern Art
Hace unos treinta años Roger Ogden y su millonario padre comenzaron a comprar arte para regalar a la madre de Roger. Pronto el hijo se convirtió en un coleccionista apasionado y en la década de 1980 poseía uno de los mejores fondos de arte sureño del mundo, completado hasta la actualidad con paisajes impresionistas, arte popular marginal y obras contemporáneas. De hecho, el museo Ogden, lejos de quedarse anclado en el pasado, está asociado al Smithsonian Institute, en Washington, lo que le abre las puertas a una colección infinita.
El Stephen Goldring Hall, de cristal y piedra, con su atrio elevado, da acceso a los jardines. El edificio, inaugurado en el 2003, alberga las exposiciones de los siglos XX y XXI, la Museum Store y el Center for Southern Craft & Design. Y en el piso superior, conectado con unas escaleras flotantes, se encuentra la excelente muestra de arte popular sureño. Es muy recomendable la tienda del museo. Los jueves, durante el Ogden after hours, el visitante puede disfrutar de música y vino entre obras maestras.
5. El Cabildo
La antigua sede del poder colonial de Luisiana sirve como puerta de entrada para explorar la historia de este Estado y en particular de Nueva Orleans: el Cabildo, lo que nosotros llamaríamos ayuntamiento, presume de sus espaciosos salones, reminiscencia del diseño colonial español, y de sus techos con mansardas de estilo francés. La joya es la magnífica Sala Capitular, que fue tribunal y también centro de reunión y toda clase de eventos
Aquí se exponen todo tipo de objetos, desde herramientas de culturas nativas americanas hasta posters de época con avisos de esclavos fugados, y desde los ventanales del segundo piso hay una vista extraordinaria de Jackon Square.
6 City Park
Representación casi perfecta de lo que es un parque urbano, el City Park responde a un paisaje, levemente domesticado, del bosque y los humedales típicos de Luisiana; de hecho, el cauce del bayou Metaire —uno de los antiguos brazos del río Misisipi—, telón de fondo natural de la ciudad, atraviesa su extensión. Los campos de golf distorsionan un poco esta narrativa pero, en cualquier caso, hay suficiente espacio silvestre en el que perderse.
Además de un parque de atracciones, ofrece unos jardines botánicos —escenario de muchas bodas— que acogen ejemplares de flora de Luisiana y del resto del mundo. El lugar más emblemático y fotografiado del parque es el Peristyle, un pabellón clásico con columnas japónicas construido en 1907 con vistas al bayou Metaire. Otro de sus rincones con encanto son los Carousel Gardens, en torno a un antiguo carrusel restaurado con cariño que se aloja en una estructura de cristal de 1906. En la década de 1980 los vecinos recaudaron 1,2 millones de dólares para restaurar las figuras del tiovivo y reemplazar el órgano. La sección más silvestre del parque es un frondoso bosque de robles en el que los hongos asoman del húmedo suelo.
7. Museo de la II Guerra Mundial
Durante esta visita uno puede llegar a sentir que entra en acción. Las fotografías que muestra este museo captan con detalle la confusión del Día D —el desembarco aliado en las playas francesas de Normandía— y casi se aprecia el frío en los bosques nevados de las Ardenas. Las exposiciones del National WWII Museum consiguen hacer atractiva esta gran instalación: los artefactos, las batallas y las estrategias de guerra se humanizan a través de recuerdos personales e imágenes tomadas en plena acción bélica. El museo realiza un análisis completo de la guerra más importante de la historia, centrado exclusivamente en la perspectiva estadounidense, por supuesto. El pabellón Capaigns of Courage (en la foto) se centra en los escenarios europeos y en el Pacífico.
8. Nueva Orleans con fantasmas
Entre los circuitos más curiosos que se pueden hacer en Nueva Orleans están los circuitos con fantasmas, que pretenden mostrar la cara más macabra de la ciudad, aunque se conforman con relatar algún que otro asesinato y obvian la sangrienta historia de la esclavitud. Una de las paradas obligadas es el melancólico cementerio Lafayette nº1, con sus mausoleos rodeados por un grueso muro, pequeño bastión de la historia, la tragedia y el encanto sureño en el corazón del Garden District. Es el que mejor representa la sensibilidad gótica sureña, fue construido en 1833 y en él yacen artistas, escritores y famosos. El cementerio está dividido por dos senderos que se cruzan formando una cruz, en los que surgen monumentos de fraternidades como la Jefferson Fire Company nº 22, que preservan la memoria de sus miembros y familiares en grandes panteones.
Muy cerca de allí está la casa de Marie Laveau, la reina del vudú, incluida en muchos circuitos organizados, y también otra de las instituciones gastronómicas, el Commander’s Palace, una encantadora casa sureña que ofrece toda la hospitalidad de la zona y una carta de cocina nouveau criolla de lo más variada.
9. Jazz en Tremé y Marigny
Aunque el del Barrio Francés es el más turístico, el verdadero jazz de Nueva Orleans hay que buscarlo en otros barrios, como en Marigny. En Frenchmen Street encontraremos locales auténticos a los que van los habitantes de NOLA cuando quieren disfrutar de un buen rato de música en directo. Por supuesto, también se llena de forasteros. En locales como All Ways Lounge podremos asistir a un concierto de guitarra experimental, a un monólogo o una sesión de música funky. The Spotted Cat podría representar el club de jazz idílico de Nueva Orleans y para asistir a una noche de jazz inolvidable hay que acudir a Snug Harbor, donde se alternan leyendas y jóvenes promesas.
Hay mucho jazz en el resto de la ciudad, como en Tremé–Lafitte, posiblemente el vecindario afroamericano más antiguo del país, que ha tenido un gran impacto en el mundo de la música y marca el pulso cultural de Nueva Orleans. Aquí fue donde los descendientes de los esclavos inventaron el jazz, mezclando los ritmos africanos con la síncopa europea y la improvisación. Uno de los hitos del barrio es el Backstreet Cultural Museum, presidido por los trajes indios del Mardi Grass (el carnaval local) y otros distintivos de la cultura afroamericana en Nueva Orleans. Otro enclave de referencia es el parque de Louis Armstrong, enorme, que parece sacado de un drama de la época de la Jazz Age New Orleans y en el que se celebran festivales de música en vivo todo el año.
Alejados del centro de la ciudad encontramos otros dos locales legendarios para amantes del jazz: Tipitina’s, en el Uptown, donde se han programado algunos de los espectáculos más famosos y con grandes nombres de la ciudad, y el Maple Leaf Bar, tenuemente iluminado, en el que se respira esa atmósfera que uno espera encontrar en un local de este tipo en Nueva Orleans.
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