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Diario íntimo de Labordeta: lo que no se atrevió a compartir con su familia

La viuda del músico y poeta halla un diario donde su pareja expuso sus zozobras y tristezas. Este dietario es la columna vertebral del documental ‘Labordeta, un hombre sin más’

José Antonio Labordeta con su guitarra en la puerta del Congreso de los Diputados en Madrid, el 9 de enero de 2008.Foto: GORKA LEJARCEGI
Carlos Marcos

Juana de Grandes tiene 83 años y vive sola en su casa de Zaragoza. Dice, con un amor propio nada forzado, que se “lo hace todo”. Baja a la compra, cocina, queda con sus amigas, va al cine… Se maneja estupendamente en la misma vivienda donde pasó los últimos años con su pareja, el poeta, músico, profesor y político José Antonio Labordeta (Zaragoza, 1935-2010). En ese hogar, Juana cuidó a su marido cuando el cáncer lo agarró para nunca dejarlo. Y allí fue también donde realizó hace tres años un descubrimiento extraordinario que ahora se ha atrevido a desvelar: un diario del que su marido nunca había hablado, escrito de madrugada con bolígrafo azul y con unas reflexiones íntimas que a ella le han “impactado”. Este diario ejerce de columna vertebral del documental Labordeta, un hombre sin más, una cinta dirigida por Gaizka Urresti y Paula Labordeta (una de las tres hijas de la pareja) que se acaba de estrenar en los cines españoles.

Juana descubrió el cuaderno mientras buscaba material para el documental. “José Antonio tenía unas agenditas donde ponía las fechas de todas sus actuaciones. Acumuló decenas, porque no las gastaba: en cada ciudad compraba una. Estaban guardas en unas cajas de cartón. Y ahí, revisándolas, encontré un cuaderno más grande”, explica a EL PAÍS. Juana no habló con nadie del hallazgo. Quería leer antes el contenido. Una tarde, en su casa, se sentó a la luz de una pequeña lámpara, abrió el vetusto block de tapa verdusca y se quedó conmovida. “Tardé unos días en comentarlo con mis hijas porque había cosas muy íntimas y no sabía cómo lo iban a encajar”, señala.

Juana de Grandes, con el diario que halló y del que nunca habló Labordeta. La imagen pertenece al documental ‘Labordeta, un hombre sin más’.
Juana de Grandes, con el diario que halló y del que nunca habló Labordeta. La imagen pertenece al documental ‘Labordeta, un hombre sin más’.

Labordeta muestra en esos textos escritos a tumba abierta sus crisis, zozobras y tristezas, tanto en lo personal como en lo universal. “Él era muy sensible ante las injusticias del mundo, sufría mucho en ese sentido. Y, además, aunque pareciera lo contrario, era un hombre vulnerable consigo mismo, con sus sentimientos, un hombre inseguro en cuanto a su arte. Se cuestiona si escribía bien o mal, si lo que había compuesto merecía la pena. Son reflexiones muy íntimas que estos días me he preguntado si he hecho bien en darlas a conocer”, apunta Juana, mostrándose ella también vulnerable.

Juana y José Antonio, el día de su boda, en 1964. La imagen se muestra en la web de la Fundación José Antonio Labordeta.
Juana y José Antonio, el día de su boda, en 1964. La imagen se muestra en la web de la Fundación José Antonio Labordeta.

Labordeta empieza a escribir su diario el 20 de abril de 1964, en vísperas de su boda, y lo da por terminado el 30 de julio de 1978 con la decepción por la deriva que había tomado el Partido Socialista de Aragón (PSA), que él impulsó. Escribe: “Ayer se produjo la unión del PSA con el PSOE. Casi nada nos queda por hacer. Nuestro oficio: escribir poemas líricos en días de sol”. El 9 de octubre de 1966, de madrugada y mientras viven en Teruel, deja este mensaje: “Desearía volver a hablar de mi mujer y de mi hija [la primera, de año y medio en esa época]. Gracias a las dos vivo. Y supero esas crisis producidas por mi melancolía. Ambas me hacen olvidar todo”. Seguramente lo que más ha conmovido a Juana al leer estas reflexiones es este sufrimiento en silencio. “Era esa soledad en la que él se metía… Me pregunto por qué no la compartía conmigo. Seguramente porque era un hombre tímido: sus sentimientos eran sus sentimientos”, cuenta con serenidad.

Labordeta, un hombre sin más resulta un emocionante retrato de una persona que tanto en sus actividades artísticas como políticas fue siempre entrañablemente querido por el pueblo. La cinta arranca con las imágenes de la capilla ardiente, en septiembre de 2010 en Zaragoza. Una cola de tres kilómetros, unas 50.000 personas. Gente llorando, bailando sus canciones, niños emocionados… Algunos agarrando la bandera de Aragón, la tierra a la que se entregó Labordeta. Otros se despiden tocando el coche fúnebre. Se ve a Joan Manuel Serrat con un gesto tremendo de respeto. Y una voz de alguien cogido al azar como representante de todos lo que le quisieron despedir: “A la pena por haberlo perdido queremos sumar la alegría por haberlo disfrutado”.

José Antonio Labordeta (sentado, primero por la izquierda, con una guitarra), Paco Ibáñez (de pie), Luis Pastor (sentado mirando a Ibáñez) e Imanol (primero por la derecha). Una imagen captada en los camerinos del festival de cantautores 'Contra el miedo', celebrado en San Sebastián el 5 de noviembre de 1989 en contra de las amenazas del entorno terrorista de ETA.
José Antonio Labordeta (sentado, primero por la izquierda, con una guitarra), Paco Ibáñez (de pie), Luis Pastor (sentado mirando a Ibáñez) e Imanol (primero por la derecha). Una imagen captada en los camerinos del festival de cantautores 'Contra el miedo', celebrado en San Sebastián el 5 de noviembre de 1989 en contra de las amenazas del entorno terrorista de ETA.Jesús Uriarte

Juana y José Antonio se conocieron mientras estudiaban en la facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza. Intimaron después de las clases, cuando los dos se entretenían practicando teatro leído. Eso fue a mediados de los cincuenta. Ya nunca se separaron. Él, que había comenzado Derecho y lo había dejado, tenía cuatro años más que ella. Labordeta fue un profesor y poeta que se puso a cantar a los 35 años. Con una voz grave y un físico tosco que desesperaba a los estrategas en mercadotecnia de la incipiente industria musical española, que veían más posibilidades en artistas con físicos estilizados. “Yo soy un señor calvo, profesor de historia en un instituto de alumnos de 17 y 18 años. Entonces yo estoy ahí en este lío de la canción por poeta, y espero que en un momento determinado, dentro de dos años, pueda dejar las actuaciones y dedicarme a escribir poemas y novelas, que es lo que me gusta”, dijo en una entrevista en los años sesenta, cuando editó sus primeros discos.

Serrat, en la capilla ardiente de Labordeta, en septiembre de 2010 en Zaragoza.
Serrat, en la capilla ardiente de Labordeta, en septiembre de 2010 en Zaragoza.Javier Cebollada / EFE

Compatibilizó la enseñanza con las actuaciones hasta que en 1985 dejó la cátedra para centrarse en la música. Un ejemplo más de su encantadora desorientación, ya que a mediados de los ochenta el pop había arrasado a los cantautores. Vive unos ochenta extraños, donde se le ve arropado por una banda eléctrica (en lugar de la austeridad de la guitarra acústica, que le pega más) y en compañía de Joaquín Sabina, que despegaba como rockero canalla. Aun así se adapta y publica el que seguramente es su disco más vendido, el directo Tú y yo y los demás (1986). Cuando el mercado musical da la espalda a su peculiar estilo encuentra a mediados de los noventa un proyecto televisivo que se adapta a su amor por el paisaje y el paisanaje, Un país en la mochila (1995-2000).

Juana de Grandes y Yolanda Díaz, el pasado 19 de septiembre en la presentación en Madrid de 'Labordeta, un hombre sin más'.
Juana de Grandes y Yolanda Díaz, el pasado 19 de septiembre en la presentación en Madrid de 'Labordeta, un hombre sin más'. José Ruiz (Europa Press)

Creador de la nueva canción aragonesa, luchador por la libertad en unos tiempos donde se fabricaban pancartas con la palabra “Amnistía” escrita a mano, y diputado atípico (por la Chunta Aragonesista) que sacaba los colores a los profesionales de la política (nunca unas palabras malsonantes fueron tan celebradas en un Parlamento como las que dijo él: “¡A la mierda!”), Labordeta compuso canciones que todavía hoy (y quizá precisamente hoy) suenan vibrantes: Canto a la libertad, Ya ves, Aragón, Somos, Serenamente hablando Y esas composiciones de amor dedicadas a su pareja, como Juana o Mar de amor.

A Juana lo que más le gusta del documental es “ver a ese José Antonio luchador, siempre luchador, y que transmite verdad”. Efectivamente, un hombre calvo y bigotudo, sincero, honesto, que no se vende y que no hace trampas. O como canta Sabina en Zarajota blues: “En Aragón hay tres cosas que no cambian de chaqueta: Buñuel, Francisco de Goya y la voz de Labordeta”.

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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.

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