Aragón, una coalición que funciona: cuatro partidos y un solo Gobierno
El socialista Lambán preside un Ejecutivo con formaciones de izquierda y derecha que antepone el pragmatismo a las diferencias ideológicas y cuya estabilidad destaca la patronal
No hay semana que no estalle una tormenta en el Gobierno de España. El último desencuentro entre Podemos y su socio fue por el papel de España en la OTAN y la celebración de la cumbre de la Alianza Atlántica a finales de mes en Madrid. La semana anterior el socio minoritario se abstuvo en la ley audiovisual del Ejecutivo. Pero la coalición de izquierdas ahí sigue, en La Moncloa, a diferencia de los Gobiernos del PP y Ciudadanos en Madrid, Murcia y Castilla y León, que estallaron por los aires sin completar la legislatura, e incluso Andalucía, que decidió adelantar elecciones. La competición permanente entre los socios también se ha convertido en algo habitual en la Generalitat de Cataluña entre ERC y Junts. En un país donde Castilla-La Mancha y Extremadura —ambas del PSOE— y Galicia (PP) son las únicas comunidades con gobierno monocolor, la mayoría de coaliciones sobreviven con tiranteces periódicas. Nada de eso ocurre en Aragón, donde gobierna una coalición de la que nadie habla: el cuatripartito inédito del PSOE (24 escaños), Podemos (5), Chunta Aragonesista (3) y Partido Aragonés (3) . “Nadie daba un duro por un Gobierno con cuatro fuerzas políticas ideológicamente tan diversas, porque era inusual y además con una heterogeneidad que abarca desde Podemos hasta un partido de centroderecha como es el Partido Aragonés (PAR). Pero poco a poco fuimos demostrando que los presagios de los agoreros, que seríamos un foco de inestabilidad e incertidumbre, no eran ciertos”, afirma el presidente maño, el socialista Javier Lambán.
El barón del PSOE no esconde que su preferencia para gobernar era muy diferente. “Yo tenía más o menos cerrado un pacto preelectoral con Ciudadanos, pero Albert Rivera se desdijo de ese acuerdo y busqué otra composición de mayoría parlamentaria”, resume Lambán, que gobierna en la comunidad desde 2015. Los 12 diputados de Cs aseguraban la mayoría absoluta en las Cortes de Aragón, fijada en 34 diputados. El veto de Rivera originó, sin pretenderlo, la alianza inverosímil de un Ejecutivo donde el PAR es la clave de bóveda. Sin su apoyo, la alternativa que sumaban PP (16), Cs (12) y Vox (3) no era viable. “¡Vaya verano de 2019! ¡Me presionaban y exigían que no pactase con los demonios de Podemos!”, recuerda Arturo Aliaga, vicepresidente y consejero de Industria, del Partido Aragonés.
La supresión de las autonomías que defiende Vox fue uno de los factores que inclinaron la balanza. Y que está detrás de una coalición sin precedentes. “Partimos de esta base: construyamos Aragón sin destruir España. Hemos mantenido la posición centrada que nos ha permitido estar moderando gobiernos”, resalta el líder del PAR, que ha alternado las coaliciones con el PSOE y el PP desde la restauración de la democracia. “Antes leyes que reyes”, resume Aliaga tirando de un dicho popular.
“La coalición nació un poco contra natura, todo el mundo presuponía que el PAR daría un volantazo hacia la derecha. Y, sin embargo, hubo un ejercicio de responsabilidad personal de los cuatro partidos de intentar entendernos”, comparte Maru Díaz, líder de Podemos y consejera de Ciencia y Universidades. “Al inicio hubo muchísimos recelos por parte de nuestra militancia y costó entenderlo”. Díaz reconoce que ha tenido que hacer concesiones en algunas líneas rojas, como la escuela concertada para el PAR. “Cualquier persona que entre a gestionar va a asumir que tiene que cabalgar ese tipo de contradicciones, porque no vamos a tener gobiernos de mayorías absolutas. Hemos firmado un contrato-programa que garantiza la estabilidad presupuestaria de la universidad pública. Probablemente el coste sea no afrontar en esta legislatura la reducción de los conciertos educativos. No es una renuncia irreversible, ya se verá en 2023. Mientras, creo que lo conseguido merece la pena”, valora.
Que las coaliciones sean la costumbre en Aragón no significa que su gestión sea sencilla. Para resolver las fricciones internas el cuatripartito incluyó en su acuerdo de investidura y gobernabilidad de 132 puntos la creación de un órgano de seguimiento y coordinación con los pesos pesados del Ejecutivo que se reúne una vez por trimestre o cada vez que lo solicite una de las partes. Los portavoces de los cuatro grupos se reúnen semanalmente. “Pues claro que hay diferencias. Pero con respeto, siempre con mucho respeto. Y con generosidad y lealtad. Es inimaginable que un socio filtre información para presionar o perjudicar a otro”, expone José Luis Soro, de la Chunta y consejero de Vertebración del Territorio. Un ejemplo: su partido y Podemos no apoyan la candidatura con Cataluña a los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030. El PSOE y el PAR sí son partidarios y cierran filas con Lambán, que reclama un reparto equitativo de las pruebas olímpicas. Pero en esta cuestión, o en otras como la política hidrológica, las diferencias no se airean ni se convierten en puñaladas por la espalda. El buen ambiente en los niveles intermedios, como el área de comunicación —justo al revés de lo que pasaba por ejemplo en el Gobierno de PP y Cs en Madrid—, corrobora que la coalición está engrasada y no es impostada.
“La oposición intenta explotar al máximo las contradicciones [ideológicas] con proposiciones no de ley, sobre todo en relación con políticas gubernamentales de Madrid”, observa Lambán. “Hemos votado distinto y no ha pasado nada. Ahora bien, han salido todas las leyes que hemos llevado al Parlamento y hemos aprobado tres Presupuestos seguidos en tiempo y forma antes del 31 de diciembre. No ha habido sorpresas en nada que tuviera una mínima relevancia”. “Hemos podido naturalizar el desencuentro”, le secunda la dirigente de Podemos. “En los primeros meses de legislatura era muy llamativo que los socios de Gobierno votáramos distinto en el Parlamento, pero hemos naturalizado que eso iba a pasar toda la legislatura. Lo habíamos acordado así, porque esconder las diferencias no nos hacía ningún favor a ninguno y porque además es mucho más lo que nos une”. “No por gobernar juntos nos tenemos que transformar en lo mismo. Se trata de que cada partido siga manteniendo su esencia”, abunda el consejero de la Chunta. “Se anteponen los intereses generales a los intereses partidistas. Y luego hay veces que se pactan las desavenencias”, resume el vicepresidente Aliaga.
“Aragón es una tierra de consenso. Eso significa que sus gobiernos tienden a ser más moderados y a buscar los equilibrios. A diferencia del Gobierno nacional, con el que sí que tenemos más discrepancias, con el de Aragón tenemos mucha sintonía”, subraya Jesús Arnau, director general de CEOE Aragón. “El cuatripartito tiene un grado de estabilidad y paz [social] que ya quisieran otras comunidades autónomas”. La patronal destaca que se están produciendo importantísimas inversiones y la llegada de nuevas empresas —como Novaltia, Montepino y Besins Healthcare—, además de la reinversión de empresas aragonesas en el territorio. “Eso quiere decir que hay paz social”, apostilla Arnau. El PIB aragonés creció el 5,2% en 2021, una décima más que el español, con un récord de exportaciones por un importe de 14.425 millones de euros (7,7% más que en 2020). La tasa de paro se situó en el primer trimestre de 2022 en el 10,14% de la población activa, 3,5 puntos porcentuales por debajo de la media nacional (13,65%), solo por detrás de País Vasco. Huesca, con un 6,77%, es la provincia española con menor tasa de desempleo. Por el contrario, Aragón es la comunidad con las mayores listas de espera para operarse con un tiempo medio de espera de 183 días —se ha puesto en marcha un plan para reducirlas de 30 millones— y la undécima en gasto sanitario por habitante (1.691 euros). Y figura entre las 11 comunidades que redujeron el gasto en dependencia (4,2% menos).
“El centroderecha ganó en Aragón en 2019, la suma del PP con Cs, Vox y el PAR daba para un cambio de Gobierno [en la legislatura anterior gobernaron PSOE y Chunta con el apoyo externo de Podemos]. Lo que pasa es que el PAR se vendió a Lambán: no es la primera vez de un acuerdo del PAR con el PSOE, pero lo que fue incomprensible es que el PAR formase parte de un Gobierno con la Chunta y Podemos. Esta realidad política, en la que perdieron las elecciones pero sin embargo gobiernan, les hace estar más unidos”, discrepa Jorge Azcón, alcalde de Zaragoza y presidente del PP de Aragón. “El PAR se prefirió embarcar en un Gobierno con la extrema izquierda”, comparte Daniel Pérez, coordinador autonómico y vicesecretario general de Ciudadanos, que insiste en que Vox no habría formado parte del gobierno alternativo al de Lambán. Se habría seguido un modelo como el de Andalucía, con el apoyo externo de la extrema derecha. Pérez reivindica su oposición “de Estado y de total responsabilidad” en una legislatura en la que Cs apoyó el Presupuesto de 2020, en el que no se subieron los impuestos, se incrementaron las partidas para la educación concertada y se aprobó una ley de simplificación administrativa “clarísimamente liberal”. El Gobierno cuatripartito ha aprobado una docena de leyes, desde el régimen jurídico de alerta sanitaria para el control de la pandemia a la que reguló la prestación aragonesa complementaria del ingreso mínimo vital. Asimismo, están tramitándose en las Cortes ocho proyectos de ley, como el de la Dinamización del medio rural para combatir la despoblación.
La crispación, a diferencia del Congreso y otras partes de España, no parece ser la norma en un recorrido por las calles de Zaragoza. “El Gobierno no es de mi cuerda, no he votado a ninguno de sus cuatro partidos, pero creo que no lo están haciendo mal. No hay bronca y eso es importante”, opina Pilar Díez, técnica de gestión de 61 años. “No hay ruido y llegan a acuerdos”, dice Ana García, funcionaria de 50 años que votó al PSOE. Julián, un taxista que prefiere no dar su apellido, ve con “naturalidad” y “sin preocupación” la coalición, a la que no ha votado y se muestra más inquieto “por si caen cuatro gotas y manchan el coche de barro”. Lucía Sánchez, jubilada de 71 años, se sorprende porque resulte extraña una coalición sin sobresaltos: “Aquí siempre ha sido así, la tradición es que no haya mayorías absolutas. Están obligados a ponerse de acuerdo”. Si algo tienen claro todos los políticos consultados, es que el futuro Gobierno de Aragón será de coalición.
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