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Toque de atención en la coalición: PSOE y Unidas Podemos votan separados su primer proyecto de ley

Los socialistas defienden el nuevo escenario político en el Congreso: “Se llama parlamentarismo complejo e inestable, no cesiones ni emporcar la buena política”

Javier Casqueiro
La diputada del PSOE Begoña Nasarre intervenía el jueves en el pleno del Congreso.
La diputada del PSOE Begoña Nasarre intervenía el jueves en el pleno del Congreso.Miguel Osés (EFE)

El Congreso de los Diputados vivió el jueves una jornada intensa de debate político y de actividad legislativa, con la discusión y aprobación de varias leyes simbólicas, que refleja perfectamente el escenario de infidelidad, inestabilidad e incertidumbre en el que se han instalado los partidos en el Parlamento. Fueron 12 horas ininterrumpidas de sesión. Primero, cinco horas de confrontación por el escándalo Pegasus. Luego se discutieron dos leyes muy relevantes para los dos sectores tantas veces confrontados del Gobierno de coalición, con votaciones y aliados muy dispares. Las dos formaciones de la coalición gubernamental, PSOE y Unidas Podemos, se dividieron por primera vez en esta legislatura al votar un proyecto de ley de su programa de gobierno: el de la ley de Comunicación Audiovisual. La norma salió al final adelante gracias a la abstención del PP, a la que sumaron en ese bloque Unidas Podemos y Ciudadanos. La Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual, o del sí es sí, prosperó mucho más holgadamente, con 201 votos a favor del PSOE y sus aliados habituales frente al rechazo del PP y Vox.

Al PSOE no le agrada llamar a este tipo de votaciones geometría variable. La diputada socialista portavoz en el debate de la ley audiovisual, Begoña Nasarre, intentó otra definición de una manera bastante sincera y con un tono de cierta impotencia trufada de realidad. Admitió que el Gobierno, a través de la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, y el partido, llevaba meses abordando con otras formaciones esa discusión “ni exprés ni fácil” con todos los implicados en el sector audiovisual, pero concluyó ante la evidencia de la discrepancia interna y la apretada votación que se avecinaba al final de la jornada: “El parlamentarismo actual es el que hay. Nos votaron para negociar y escuchar hasta la extenuación, para legislar por el bien del país. Esto se llama política, no cesiones, y la política es compleja. La inestabilidad política está como nunca”.

La diputada del PSOE sabía que se enfrentaba a un panel de votos dudoso y se atrevió a apelar a la responsabilidad de los partidos que no compartían todo el proyecto que tiene tan enconado al sector y a muchos representantes progresistas del cine que en su día se englobaron en el denominado clan de la ceja, como constataron tras la apretada votación desde el bando de Unidas Podemos en el Gobierno. Begoña Nasarre exhortó a los potenciales socios con un lenguaje de su Aragón natal: “Hay que parar el ruido de los que quieren emporcar la buena política”.

Al final de la tarde llegó la votación y la ley audiovisual se aprobó con solo 130 votos a favor (PSOE y PNV) frente a los 83 contrarios de ERC y Vox, entre otros, y gracias a las 131 abstenciones del PP, Ciudadanos y Unidas Podemos. Más abstenciones que votos positivos, algo también muy inusual. Fuentes de Unidas Podemos y del PSOE confirmaron que era la primera vez en la legislatura que la coalición se rompía en su voto de un proyecto de ley de su programa de gobierno, pero en la formación morada matizaron que la culpa había sido de los socialistas por modificar a última hora con una enmienda técnica lo que en su día se había aprobado conjuntamente en el seno del Consejo de Ministros para introducir ahora la opción de que las grandes corporaciones televisivas puedan acceder también al 5% reservado en la ley para las producciones independientes.

¿Fue una anécdota o un signo de por dónde puede transcurrir a partir de ahora esta complicada legislatura? “Ha sido un aviso, un toque de atención para que el PSOE reflexione de que no puede esperar a que lo salve el PP, como ya sucedió en su momento para sacar la reforma laboral, gracias entonces al voto equivocado de un parlamentario popular. El Gobierno tiene unos socios y hay que trabajar con ellos”, responden en el entorno de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, el teórico cartel electoral al que se sumará Podemos en la próxima campaña. “Negociar con el PP es un riesgo”, remachan en Unidas Podemos.

El PP, de hecho, tampoco es que negociara mucho o nada. Fuentes de su dirección reconocen que tampoco es la ley que ellos promoverían, pero conceden que se trataba en este caso de cumplir con una transposición europea que debería haberse ejecutado en septiembre. La portavoz y secretaria general del PP, Cuca Gamarra, y otros portavoces de ese partido que intervinieron durante la extensa sesión ya le recordaron al presidente, Pedro Sánchez, que estas situaciones se viven por su “debilidad” parlamentaria y porque depende de unos socios poco fiables.

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La misma tarde, otra ley, en este caso la ley del solo sí es sí, patrocinada como uno de los grandes proyectos del Ministerio de Igualdad de Irene Montero, concitó el apoyo de la mayoría progresista habitual de la legislatura con 201 votos a favor (a los que se agregaron en este caso hasta Junts y Cs) frente a los 140 del bloque del PP y Vox, que se volcaron en cuestionar ideológicamente el riesgo de poner en cuestión la presunción de inocencia o de creer siempre la versión de las mujeres, incluso sin pruebas. La bancada del Gobierno, con los diputados y ministros del PSOE y de Unidas Podemos en pie, recogieron esa amplia votación con abrazos y un aplauso muy reparador.

El Gobierno insistió al final en su visión sobre que la azarosa jornada había sido excepcional y recalcaron su mantra sobre que el plan normativo previsto está aprobado o en trámite en un 94% frente al 87% del ejercicio anterior, con 28 de las 34 leyes previstas ya validadas y seis en fase final de tramitación, la gran mayoría con los aliados recurrentes de la legislatura.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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