‘Finlandia’, el cuerpo a cuerpo devastador de una pareja que se amó apasionadamente
La nueva obra del dramaturgo francés Pascal Rambert, interpretada por Israel Elejalde e Irene Escolar, arranca la nueva temporada en el Teatro de la Abadía
Él es un hombre tranquilo, que nunca alza la voz y detesta los gritos y la violencia. Es amable y de sonrisa casi permanente. Pero Pascal Rambert (Niza, Francia, 1962) se sienta ante el ordenador y le surgen, no sabe explicar por qué, historias devastadoras sobre relaciones humanas, sobre el dolor y los resentimientos que esconden hombres y mujeres. Un reflejo mordaz de la vida cotidiana.
En esta ocasión, el dramaturgo francés, uno de los más brillantes creadores de teatro en Europa, fija su atención en una pareja que en el pasado se amó apasionadamente y que ahora, en un encuentro nocturno, en una cálida y blanca habitación de hotel en Finlandia, con diez grados bajo cero en el exterior, se sumergen en un universo de odio, un enfrentamiento brutal y terrible con la excusa de la custodia de su hija, una niña de 9 años. Finlandia, primera obra que Rambert escribe expresamente para dos actores españoles, Irene Escolar (Madrid, 1988) e Israel Elejalde (Madrid, 1973), se estrena en el Teatro de la Abadía, de Madrid, el próximo día 22 de septiembre. La función se representará hasta el 23 octubre, fecha en la que iniciará una larga gira por España. Finlandia es una coproducción entre La Abadía, que esta temporada estrena como director artístico al académico Juan Mayorga, y Kamikaze Producciones.
Finlandia es la tercera obra de Rambert que se presenta en España, tras La clausura del amor, que interpretaron Israel Elejalde y Bárbara Lennie, y Hermanas, con Irene Escolar y de nuevo Bárbara Lennie. El nuevo texto es brillante, seco, sin concesiones, un cuerpo a cuerpo brutal de dos personas que van soltando toda la bilis acumulada durante tiempo, todo el enojo y la cólera que hasta ahora habían ido ocultando. Es como si se abriera una puerta a los infiernos de este hombre y esta mujer que se lanzan a un torbellino de palabras, de reproches, de amenazas y de mucho dolor.
La lucha contemporánea contra el mundo masculino
La nueva obra es también una carga contra lo peor del mundo masculino y los celos y la paranoia que provoca la recuperación por parte de las mujeres de su espacio en la vida. “Estamos ante una verdadera lucha contemporánea. No sé explicar porque escribo lo que escribo. Yo me pongo a disposición de lo que me va surgiendo día a día. Este texto lo escribí de manera brutal, sin pausa, como si quisiera expulsarlo de mí”, asegura Rambert, premio de Teatro de la Academia Francesa en 2016 por el conjunto de su obra.
En un encuentro celebrado la semana pasada junto a los dos intérpretes, al finalizar un ensayo, bajo la luz de las bombillas del patio de La Abadía, el dramaturgo francés aseguraba que de la misma manera que los actores se ponen a disposición del “instante en el que empiezan a interpretar”, él como escritor se pone en el mismo lugar. “No sé cómo la pieza va a evolucionar. Me produce un placer enorme sentarme por la mañana frente al ordenador y no saber qué caminos va a tomar ese texto. Me siento como poseído por buscar la verdad y la sinceridad en mi trabajo”, explicaba.
En este conflicto descarnado del fin del amor y sus consecuencias, el espectador se adentrará en una habitación de un hotel en Finlandia, a donde el hombre se ha trasladado en coche, en un viaje de 4.000 kilómetros, para buscar a su hija que se encuentra con su madre, una joven actriz que está rodando allí una película comercial china. “La pieza trata de lo que les hacemos a los niños con las separaciones de las parejas. Pero mi teatro no es documental, ni periodístico, sino que trato de buscar forma para narrar ciertos momentos de la vida, esos momentos duros y difíciles en los que las personas se ven obligadas a salir de sus zonas de confort”, añade Rambert, al que le gustaría que jueces y profesionales especializados en la infancia se acercaran a ver la obra y dieran su opinión.
Rambert se muestra feliz de estrenar su primer texto pensado para dos intérpretes españoles, obra que, posteriormente, será traducida y representada por otros actores y en otras lenguas. “Fue un deseo muy claro para mí. Soy muy receptivo y conozco la tesitura de voz y la energía tanto de Irene como de Israel y los pongo en relación. Me centro principalmente en las energías de ambos y a partir de ahí les voy poniendo las palabras. Me he fijado también mucho en lo que sucede en España y la lucha feminista de las mujeres frente a una manera de ser de los hombres que se está poniendo en cuestión”, añade el dramaturgo.
Dice Rambert que él jamás dirige a los actores —”jamás, jamás”, recalca en español—, que los textos y las palabras escritas, en esta ocasión, para Irene Escolar e Israel Elejalde son como cartas que contienen ya todo lo que él busca y pretende con la función. ”No soy nada intervencionista, yo les doy un material escrito y ellos lo interpretan con absoluta libertad, porque a mí lo que me interesa son sus propias visiones”, subrayaba. Con muy pocos ensayos, marca de la dramaturgia de Rambert, pero con un texto muy complicado, que los actores deben de estudiar durante largos meses, tanto Irene Escolar como Israel Elejalde dan sobre el escenario una lección de vida y de interpretación altamente explosiva. “Pascal no dirige, pero hace algo mejor que es generar un marco de trabajo, donde todo es posible y la libertad es máxima, teniendo en cuenta que el material es exquisito. Confía en los actores, nos quiere y nos da alas para que seamos nosotros los que encontremos el camino. Es su manera brillante de dirigir. Todo en la obra encaja y dentro de ti también encaja. Yo me siento como un médium de esas palabras maravillosas escritas para mí. Lo que sí se necesita es mucho tiempo y mucha disciplina, muchas horas de pensar y memorizar”, explicaba Escolar.
Elejalde pone el acento en esa puerta al infierno que se abre cuando uno lee el texto. “El paisaje es devastador. Es verdad que, afortunadamente, yo no soy el Israel de la función ni Irene tampoco, pero hay también algo de nosotros. Pascal juega con determinadas resonancias de cada uno y, así, nos vamos imaginando una vida que podíamos haber tenido”, apuntaba el actor. Elejalde resaltaba también la “decadencia del imperio masculino, el mayor de la historia que se ha extendido en territorio en tiempo”, que se aborda en Finlandia. “Las mujeres han dado un paso adelante y ahora nos toca a los hombres, a pesar de que la entrega de esa corona sea dura”, concluía el actor.
Babelia
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