Muere Barbara Ehrenreich, la cronista del lado oscuro del sueño americano
La periodista y ensayista, que vivió 81 años y había estado implicada en política desde los años 60, había dedicado sus obras a criticar la precariedad laboral o el pensamiento positivo
La periodista y ensayista estadounidense Barbara Ehrenreich, una de las voces más lúcidas y respetadas de la izquierda estadounidense, falleció este viernes a los 81 años. Su hijo, el también escritor y periodista Ben Ehrenreich lo confirmó en Twitter con un mensaje que decía: “Ella ya estaba, lo dejó claro, lista para marcharse. Nunca fue muy de pensamientos y plegarias, pero podéis honrar su memoria queriéndoos los unos a los otros y luchando hasta el final”.
Su tuit se encontró con las condolencias de muchos compañeros de profesión, que la tenían como una guía y matriarca, pero también de lectores tocados por sus libros de no ficción. “Leí Por cuatro duros cuando era una adolescente y hacía cola para vender mi colección de las Crónicas de Narnia para poder comprar comida para mis hermanos. Fue muy gracioso querer comprar el libro de Barbara Ehrenreich sobre la pobreza en América mientras vendía libros para sobrevivir a la pobreza en América”, escribió una tuitera llamada Sabra Boyd.
El libro que mencionaba es el que convirtió a la autora en una superestrella intelectual y en un éxito de ventas en 2001. Se trataba de un retrato de las clases trabajadoras en Estados Unidos contado a lo gonzo. Para escribirlo, Ehrenreich, que ya era conocida como escritora y activista, dejó su confortable casa de clase media en Florida y se fue durante unos meses a trabajar en varios estados como camarera, cuidadora doméstica, limpiadora y cajera de Walmart. No se trataba de hacer travestismo de clase ni vacaciones en la miseria. Era plenamente consciente de que lo suyo era un viaje fugaz a la vida con el salario mínimo.
En el ensayo estableció la figura del “working poor”, la persona que por mucho que acumule varios empleos, no gana lo suficiente para pagarse una vivienda en condiciones ni se le considera tampoco merecedor de un trato digno. En el libro, que reeditó en España Capitán Swing hace un par de años, la autora plasma bien los aspectos degradantes de trabajar por seis dólares la hora y de vivir con miedo a enfermar. “La mayoría de naciones compensan sus salarios inadecuados ofreciendo servicios públicos relativamente generosos, como el seguro médico, guarderías públicas, vivienda de protección oficial y transporte público efectivo. Pero en Estados Unidos, con toda su riqueza, deja que sus ciudadanos se las apañen por sí mismos”.
Nacida en Butte, en el estado de Montana, en 1941, su padre, Benjamin Howes Alexander, había sido un minero del cobre que logró graduarse en metalurgia en la Universidad de Pittsburgh y terminó trabajando como investigador en Gillette. Tanto él como su esposa, Isabelle, tenían problemas con el alcohol. Ehrenreich creía que la muerte de su madre de un ataque al corazón no fue accidental, sino que habría tomado una sobredosis de pastillas. Doctorada en Biología en 1968 por la Universidad de Nueva York, empezó su carrera en el sector de las ONG mientras se metía hasta las trancas en los movimientos de protesta de los sesenta. Su primer libro, coescrito con su primer marido, John Ehrenreich, era una taxonomía del activismo contra la guerra de Vietnam que se publicó en 1969 (Long March, Short Spring: The Student Uprising at Home and Abroad).
Apenas un año después, publicaron también juntos un libro contra la industria de la sanidad privada en su país, una de sus obsesiones más perdurables. Durante los setenta, fue una de las colaboradoras más notables en Ms, la revista feminista que fundó Gloria Steinem, y no paró de publicar libros en torno a las mentiras del sueño americano. En 2009, ya convertida en una intelectual pública muy reconocida, escribió Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo, publicado en España por Turner, en el que desmontaba con ironía el mito del “todo irá bien si lo deseas muy fuerte”, lo más parecido que tiene la era contemporánea a una religión común.
Para evitar que tuvieran que ser las escritoras de clase media como ella quienes contaran la realidad de la clase trabajadora, Ehrenreich fundó una iniciativa llamada Economic Hardship Reporting Project, que financiaba relatos de empleados de fábrica, limpiadoras y también periodistas que conocían la pobreza en primera persona.
En 2020, hablando con la periodista Jia Tolentino para The New Yorker en pleno confinamiento, le contaba cómo llegó a ser una “feminista furiosa”: “Tener a mi primer hijo me convirtió en una feminista auténtica. El sexismo de los médicos, todo el sistema. Con mi primer embarazo, el médico del hospital público –no me podía permitir la sanidad privada– me hizo un examen pélvico para ver si ya estaba lista para parir. Miré y le pregunté: ¿ha empezado a borrarse el cuello uterino? Él miró a la enfermera y le dijo: ¿dónde ha aprendido una chica como Dios manda a hablar así?”. Le sobreviven su hijo, su hija y sus libros.
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