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La mejor librería de 2022 en España recomienda lecturas con fondo para un verano ardiente

La Ramon Llull de Valencia, premiada por el gremio de editores este año, se ha consolidado con una oferta más allá de las novedades y los ‘bestsellers’ y con numerosas actividades culturales

Ferran Bono
Almudena Amador y Francisco Benedito, en la entrada de su librería Ramón Llull, en el barrio del Carmen de Valencia.
Almudena Amador y Francisco Benedito, en la entrada de su librería Ramón Llull, en el barrio del Carmen de Valencia.Ana Escobar

Los mejores libreros de España de este año se han ganado a pulso este reconocimiento. Su capital relacional ha sido el mostrador, el trabajo del día a día con los lectores. Han mostrado su perseverancia para dar a conocer la librería independiente Ramón Llull de Valencia entre los escritores que más apreciaban, como Rafael Chirbes o Almudena Grandes, ambos fallecidos. Almudena Amador recuerda la amabilidad y cercanía del autor de En la orilla o la disponibilidad y naturalidad de la autora de Inés y la alegría. Ella dirige la librería desde hace 20 años y desde hace seis comparte el negocio con Paco Benedito.

Ambos no ocultan su satisfacción por el Premio Boixareu Ginesta al librero del año que les anunció el pasado mes la Federación de Gremios de Editores de España. Un galardón otorgado “por su prestigio en su ámbito territorial de actuación y por su importante labor cultural, acogiendo en su sede a los editores literarios para la realización de diversos actos”. Han logrado consolidar una empresa que es también una apuesta cultural complicada. Ramon Llul no es una librería que centre su oferta en bestsellers. Es una librería de fondo, de lecturas de largo recorrido, que apuesta a veces por un autor o una autora, por una colección o una editorial, al tiempo que acoge numerosas presentaciones, seminarios, exposiciones, encuentros con escritores y clubs de lectura, sobre todo desde que trasladaron su sede de la zona universitaria al céntrico barrio de El Carmen.

En el campus universitario de Tarongers, cuando la librería era Punto y Coma, empezó Almudena a trabajar para ganarse un dinero tras estudiar Derecho. Entonces se vendían a porrillo los manuales universitarios. “Era una venta muy mecánica, pero segura. Luego, con la llegada del plan de estudios de Bolonia, aquellos manuales fueron desapareciendo y adelgazando, al tiempo que se extendía la educación virtual”, comenta la librera en su espacioso establecimiento, de techo altos, muy bien nutrido de libros de narrativa, ensayo y poesía. Cuando los dueños de Punto y Coma anunciaron que se jubilaban y cerraban, ella aparcó su idea inicial de dedicarse profesionalmente a temas de inmigración y extranjería y se metió de lleno como socia en el mundo de los libros. De eso van a cumplirse 20 años.

“Tenía claro que quería organizar actividades culturales, con actos y presentaciones, además de ser librería”, comenta Almudena. De hecho, la diversidad de actividades y la fidelidad de los lectores explican el reconocimiento y el mantenimiento de un negocio que vive amenazado desde el advenimiento de la cultura audiovisual y de las nuevas tecnologías.

Para llevar a cabo sus planes, la ubicación original de la librería en la calle que le da nombre no era la más idónea por las limitaciones de horario y de gente. Buscaron un lugar más accesible y en 2016 abrieron las puertas en el antiguo barrio bohemio de la ciudad, en el que conviven la turistificación y el vecindario de siempre, donde fueron “muy bien acogidos”. Paco Benedito ya se había sumado a la aventura librera de la que se había separado otra socia inicial.

“Yo trabajaba en los sectores del mueble y del turismo, pero siempre me gustó la poesía y la lectura, sobre todo de ensayo. Yo iba a Tarongers, a veces con un grupo de amigos, poetas con mucho talento. Allí conocí a Almudena y la empecé a ayudar. Y ahora aquí estoy, encantado de trabajar entre libros y de conocer a escritores, como Paco Brines. Siempre me acuerdo de lo que nos decía: lo que tenéis que hacer es leer, leer mucho”, apunta el librero, vestido con una camiseta de los Ramones en versión librera Ramon Llull, no alusiva al filósofo mallorquín del siglo XIII.

Almudena ha vivido la evolución en España de las librerías y de la edición en las últimas dos décadas, la multiplicación de la clientela femenina y de escritoras o el interés creciente por libros de temática LGTBI. “Ahora la gente está mucho más informada, sabe lo que ha salido y cuándo gracias a las redes sociales y otros canales. Antes, la información partía del librero”, señala. Sostiene que la edición de libros en España, y más ahora con la proliferación de “editoriales pequeñas maravillosas”, es de las mejores del mundo. “Cada vez que voy a librerías en el extranjero me doy cuenta de ello”, apostilla. Echa en falta, sin embargo, una mayor distribución de libros en otros idiomas en España, tener acceso fácil, por ejemplo, a la última novela en francés de Michel Houellebecq, Aniquilación. “Ahí no todos podemos competir con las mismas condiciones que Amazon, pero en otros servicios podemos ser igual de eficaces”, agrega.

Lecturas para el verano

Como es preceptivo en su oficio y por estas fechas, Almudena y Paco se prestan a proponer algunas recomendaciones de lecturas con fondo y de fondo, con alma, divertidas, para sobrellevar las temperaturas ardientes de este verano.

Almudena elige, entre otras, El río de cenizas, de Rafael Reig, y Una historia ridícula, de Luis Landero (ambas novelas publicadas por Tusquets), “porque ambas están escritas fantásticamente y con mucho sentido del humor”. También “es muy divertida pero con un trasfondo social de muy mala leche” Un lugar seguro (Seix Barral), de Isaac Rosa. “Más dulce y poética” es Nosotras ya no estaremos (Tusquets), de Lola Mascarell, apunta, y no puede dejar de citar a su autora favorita, Agota Kristof, “durísima, muy seca, pero fundamental”, y su última obra publicada en español, Ayer (Libros del Asteroide). Además, El niño perdido, de Thomas Wolfe, es “una historia preciosa, breve, como breve es Infancia berlinesa hacia mil novecientos” (ambos en Periférica), un texto en el que Walter Benjamin “recuerda su infancia a partir de sensaciones y de su intuición de que va a dejar su país para siempre”. “Y tampoco puedo olvidarme de Vivian Gornick y sus Cuentas pendientes” (Sexto piso), “un ensayo literario en el que habla de que las relecturas sugieren cosas diferentes en cada edad”, o de Las pequeñas virtudes (Acantilado), de Natalia Ginzburg.

Paco se centra más en el ensayo: Pensar y no caer (Acantilado), de Ramón Andrés, porque su intención “es leer toda la obra de este autor estupendo” y recomienda “empezar por este libro, por ejemplo”; El descubrimiento del Higgs (Acantilado), de Lisa Randall, “breve pero lúcido ensayo para conocer todo lo relacionado con la partícula de Dios”; La caída del imperio romano (Crítica), de Peter Heather, “una gozada para los amantes del género sobre uno de los grandes misterios de la historia con investigaciones recientes”, o A favor o en contra de la bomba atómica (Círculo de tiza), de Elsa Morante, que reúne textos ensayísticos de la escritora italiana, y que Paco no deja de recomendar desde que salió hace cuatro años.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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