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Alerta roja para el patrimonio artístico español: 400 monumentos religiosos están en peligro extremo por abandono, saqueos y dejadez

La organización Hispania Nostra advierte de la degradación que sufren joyas de la arquitectura expropiadas a la Iglesia

Alfonso VII, que lucía los títulos de emperador glorioso, pío, feliz y siempre invicto, rey de León, de Galicia, de Castilla, de Nájera, de Zaragoza, de Toledo, de Baeza y Almería, donó en 1142 a la Orden del Císter un gran coto situado en la actual provincia de Ourense. Los monjes, procedentes de Clairvaux (Francia), levantaron entonces un impresionante monasterio, Santa María de Melón, que extendió su inmenso poder por la comarca de Ribadavia. El cenobio se mantuvo habitado hasta 1836, cuando la desamortización de Mendizábal acabó con su historia. Hoy en día, según Hispania Nostra, entidad de defensa del patrimonio español, esta joya de la arquitectura medieval forma parte de la lista de 386 monumentos religiosos que están en ruinas o en peligro de desaparición.

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Las causas del estado de degradación del patrimonio religioso son múltiples, aunque cuatro destacan a lo largo de la historia: la Guerra de la Independencia contra Napoleón (la destrucción y el saqueo artístico fue inabarcable), la desamortización de Mendizábal (1836-1837), la Guerra Civil (1936-1939) y más recientemente la falta de vocaciones que aseguren el mantenimiento de las edificios. Por ello, “monasterios, ermitas, cenobios, iglesias y hospitales quedaron abandonados, cuando no arrasados, vandalizados y saqueados, y lo que antes eran unos monumentos que albergaban valiosas bibliotecas y obras de arte sacro fueron reducidos a un montón de escombros. Muchas veces, las piedras y las vigas de madera se arrancaron para construir casas, cercados o plazas de toros, mientras que las más valiosas y elaboradas (capiteles, columnas y hasta claustros enteros) eran vendidas, en ocasiones, a compradores extranjeros”, afirma en un comunicado Hispania Nostra.

El monasterio cisterciense de Santa María de Óvila, en Trillo (Guadalajara), representa el mejor ejemplo del saqueo sufrido por el patrimonio religioso. En 1931 su entonces propietario, Fernando Beloso, a la sazón director del Banco Español de Crédito, lo vendió al magnate estadounidense Randolph Hearst, que incluso llegó a abrir una carretera para que sus camiones transportasen más rápidamente las centenarias piedras hasta los muelles de carga. La sala capitular, el claustro renacentista, el refectorio, las habitaciones de los monjes y la portada se alzan actualmente en la abadía de New Clairvaux, a unos 300 kilómetros de San Francisco (Estados Unidos). ¿Cómo llegó ahí? En 1941, el imperio Hearst atravesaba grandes dificultades económicas y la mejor idea para abaratar costes fue abandonar lo comprado en un muelle de la ciudad californiana. En 2008, el Ayuntamiento de la localidad, no sabiendo que hacer con aquellas piedras, se lo cedió a los monjes de New Clairvaux. En Trillo solo quedan unas paredes abandonadas, convertidas en granja.

El monasterio de Santa María de Melón, en Ourense, “está invadido por la maleza, con piezas diseminadas o amontonadas (capiteles, fragmentos de columnas y motivos ornamentales) en diversas partes del terreno”, describe Hispania Nostra. Se encuentra en estado de abandono total. Se conservan los arcos del claustro de la hospedería, algunos fragmentos de la bóveda del claustro regular y algunas estancias. Fernando III el Santo lo convirtió en uno de los más grandes de la Península, dotándolo incluso de dos claustros. Según la web turística Galicia Máxica, “en 2008, el monasterio permanecía totalmente olvidado con simples puntales que aguantaban lo poco que se mantenía en pie. Los saqueos y la venta ilegal de piedra y elementos decorativos aumentaron el grado de abandono. Desde entonces lleva años con ligeras intervenciones que parecen no acabar nunca”.

Claustro del monasterio de Santa María de Melón (Ourense).
Claustro del monasterio de Santa María de Melón (Ourense).

Uno de los últimos elementos arquitectónicos religiosos que han entrado en la lista roja de Hispania Nostra ―1.100 monumentos de todo origen señalados por la degradación― ha sido el santuario de la Virgen de Gracia (La Fresneda, Teruel). Declarado monumento por el Gobierno de Aragón en 2001, está formado por una iglesia y su hospedería, aunque el resto de las edificaciones que los acompañaban han desaparecido o son difícilmente reconocibles. “De la hospedería, de planta rectangular, cuatro alturas y gran sobriedad constructiva, apenas se conservan los muros de carga, mientras que de la iglesia se mantienen los perimetrales, de cuyo estudio se deduce que se trataba de un edificio de tres naves y cabecera recta. Solo quedan en pie las paredes y los suelos, mientras los techos han colapsado. La planta inferior de la hospedería está llena de escombros y vegetación. La iglesia no conserva ni la imaginería ni el retablo”, se lee en el informe.

A unos 12 kilómetros de Cáceres se alza la pequeña ermita de San Jorge, también llamada del Salvador. En el portal oficial de Turismo de Cáceres solo se muestra de ella una fotografía de ínfima calidad, que parece reflejar una cloaca máxima romana sin vaciar y una leyenda donde se lee agónicamente: “Ermita cuyo origen es de los siglos XIV y XV. Interesantes frescos del año 1565″.

Tras esta paupérrima descripción, lo que se esconde son “unos extraordinarios y coloridos frescos” pertenecientes a un edificio de “cuatro grandes arcos apoyados en fuertes muros, empotrados en el terreno, lo que le otorgan el aspecto raro de estar construida aprovechando una hondonada cubierta de agua”. Para techarla se utilizaron grandes piedras graníticas apoyadas sobre arcos transversales. De las cuatro partes en que queda dividida, tres de ellas están cubiertas por agua, mientras que la cuarta, formada por el coro, tiene su superficie frontal ocupada por frescos que representan escenas bíblicas, por encima de las cuales se hallan inscripciones en letra gótica, de tres renglones, que contienen los versículos correspondientes a las escenas representadas.

Pinturas de la ermita de San Jorge en Cáceres.
Pinturas de la ermita de San Jorge en Cáceres.

El edificio se configura como un deambulatorio en torno al agua. En su parte superior hay vestigios de que existía allí un sencillo artilugio para la extracción del estanque. “Debía de ser un estanque de importancia”, sostiene Hispania Nostra, pues dispone en torno a él un repertorio pictórico extenso y rico con un complejo programa iconográfico. Componen el mayor repertorio firmado de Juan de Ribera, que actuó en Cáceres a mediados del siglo XVI”.

Garrovillas de Alconétar, en Cáceres, es un pueblo de película, no solo porque en el siglo XVI fuese cuna de descubridores y gobernadores, sino porque en él se ruedan numerosos largometrajes y series dada la belleza de su entramado urbano. No obstante, el municipio arrastra un baldón. En 1843, el convento de San Antonio de Padua fue destruido por los vecinos que buscaban un inexistente tesoro. El monasterio franciscano, fundado en 1476 por Enrique Enríquez de Mendoza, virrey del Perú, y doña María Teresa de Guzmán, fue desamortizado y abocado a “calamidades, expolios y vandalismo”. Pero Garrovillas no ha olvidado su pasado, y tras unas complicadas negociaciones entre los propietarios del cenobio, la Junta de Extremadura y el Ayuntamiento, ha conseguido hacerse con la propiedad del convento e iniciar un proyecto de recuperación de esta joya arquitectónica. No obstante, el estado de la edificación sigue siendo muy preocupante.

Vistas del claustro del convento de San Antonio de Padua en Garrovillas de Alconétar (Cáceres).
Vistas del claustro del convento de San Antonio de Padua en Garrovillas de Alconétar (Cáceres).Esteban Martinena Guerrero

En los Anales de Granada de Francisco Henríquez de Jorquera (1645) se da cuenta de la hacienda Jesús del Valle, en Granada. Los jesuitas la crearon como granja, pero tras su expulsión y desamortización del complejo, este se degradó. Actualmente, se halla en “estado de ruina completa. Ha sido expoliada parte de la solería en barro, azulejería y demás elementos ornamentales. Se han desprendido parcialmente las cubiertas, así como parte del primer nivel. Aún se pueden identificar zonas como las cocinas, palomar, refectorio, celdas, pozo, molino, etc. La vegetación ha invadido casi la totalidad del conjunto”.

Los ejércitos napoleónicos convirtieron el monasterio de San Salvador de Cornellana (Asturias), fundado en 1024, en un polvorín que terminó incendiado. Luego, la desamortización transformó uno de los más importantes monasterios asturianos en una mantequería. Durante la Guerra Civil fue usado por ambos bandos como cuartel, almacén y prisión. Desde 1993 es Bien de Interés Cultural ―la máxima protección posible―, pero eso no ha evitado que se halle en “estado de ruina y deterioro progresivo por falta de atención y cuidados”. Los elementos decorativos interiores se degradan y desprenden debido a las fuertes humedades y a la abundante vegetación. Existe riesgo de derrumbe del piso superior de madera y se están perdiendo los frescos de las paredes.

Suelo del monasterio de San Salvador de Cornellana (Asturias).
Suelo del monasterio de San Salvador de Cornellana (Asturias).

Una avalancha de nieve en 1801 derribó las pocas casas que rodeaban la iglesia de origen románico de Sant Serni d’Àrreu (Lérida). Los vecinos volvieron a levantarlas, pero en esa ocasión aprovechando los muros del templo que habían aguantado el temporal. En su interior se descubren tres pilas románicas: una bautismal, otra de agua bendita y una tercera de aceite, quizás un sarcófago. “El tejado ha empezado a ceder, han desaparecido las tablas que conformaban el suelo y el agua entra en el interior cuando llueve, afectando a las pinturas”. En la iglesia no quedan imágenes.

Los templarios levantaron a mediados del siglo XII, sobre los terrenos del yacimiento megalítico del Prado de la Terroña (Sepúlveda de Yeltes, Salamanca), una ermita denominada de la Virgen de la Vega o del Dolmen. Se encuentra, según Hispania Nostra, en un “estado lamentable”. Sus anchos muros de mampostería, carentes de sillares de sujeción en las esquinas, se han resquebrajado por su propio peso y el de los nidos de cigüeña. La entrada, de arco románico, da paso a una pequeña nave rectangular sobre la que se alza un minúsculo campanario, con tres hornacinas a cada lado que albergaron alguna imagen religiosa. La espectacular nave central, que vista desde fuera parece un mazacote de piedra y ladrillo, alberga en su interior una charola de planta octogonal con una cúpula en cuyo centro se abre un óculo, como era costumbre en ciertas construcciones templarias de la época.

Ermita templaria de Sepúlveda de Yeltes (Salamanca)
Ermita templaria de Sepúlveda de Yeltes (Salamanca)

Hispania Nostra confirma en su web la existencia de al menos 386 monumentos religiosos en peligro inminente, entre los que se incluyen cementerios, enterramientos, conventos, monasterios, ermitas, oratorios, iglesias y capillas. En su lista negra ―elementos desaparecidos para siempre en los últimos años― se cuentan dos: la ermita de Guía de Jerez de la Frontera y el monasterio de Santa María de las Tiendas, en Lédigos de Cueza (Palencia). En su lista verde ―monumentos que las Administraciones y particulares han salvado de ser destruidos―, una treintena. Aún no es tarde.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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