Susi Sánchez: “Soy una joven con arrugas”
La discreta actriz, que interpreta a una abnegada madre vasca en ‘Cinco lobitos’, confiesa vivir un momento “raro, raro, raro” de éxito profesional y aspira a no ponerse de moda y seguir en su línea de trabajo lento pero constante
Nos cita a mediodía en la casa de una amiga donde se queda estos días. Llego condicionada, lo admito. Acabo de ver su película, Cinco lobitos, en el ordenador del trabajo, he tenido que ir a llorar al baño, y todavía llevo clavada en el alma la mirada de Begoña, su personaje de abnegada madre, esposa y abuela vasca. Quizá por eso, me choca todavía más el aspecto ultramoderno y sencillísimo de su intérprete, que ayer fue elegida vicepresidenta de la Academia de Cine. Alta, delgada, sin gota de maquillaje, elegante de dentro afuera con unos vaqueros y una camisa holgada, Susi Sánchez refulge sin proponérselo. Igual que en escena.
Impresiona su duelo de miradas con su hija y su marido en el cine. ¿Cómo puede decir tanto callada?
Bueno, soy actriz. Eso te lo da la escucha del otro y la asunción de la historia del personaje. Los ojos en cine no mienten, pero también te digo que me costaba muchísimo no abrazar a Laia Costa y a Ramón Barea, los actores que los interpretan. Me fue muy difícil entender a Begoña. Estuve incluso preparándolo con la actriz Elena Irureta, que es también vasca, y podía tenerlo más cerca. Me resultaba difícil comprender cómo le cuesta a esa mujer reconocer el amor, los afectos, atreverse a expresarlos y entregarse a ellos.
En la película, Begoña aguanta lo escrito y lo que no está escrito por su hija.
Desgraciadamente, en la cultura patriarcal de este país, las mujeres aguantan demasiado sin ser ni siquiera conscientes de ello. Y se ponen las últimas en su lista de prioridades.
¿Usted también ha aguantado lo suyo?
A veces, sí. En el terreno afectivo. Pero hay un momento en el que dices no, ya no. Es una cuestión de supervivencia personal.
¿Cómo clava en escena la esencia de una madre sin serlo?
No es necesario ser madre para sentirlo. Mi madre nos enseñó a mi hermana y a mí a cuidar por ser las mujeres de la familia. Soy una persona cuidadora de los demás. Y también tengo el referente de mi madre. En mi casa tampoco se expresaban mucho los afectos. Eran una generación de posguerra, dura, seca, para la que lo importante era sacar adelante a los hijos. Los besos, los abrazos, los empecé a conocer al salir de casa, en otras familias. Fue de mayor cuando comprendí a mis padres.
Su padre, militar, no quería que fuera actriz. Pero usted dice que el teatro le salvó la vida.
Sí. Eso y, después, la terapia. He tenido que hacer un trabajo personal intenso porque, si no, pensaba que me volvía loca. La vida es entrar en la convención social, y yo no la entendía. De niña pensaba que nunca podría ser como los adultos. Y, a día de hoy, me sigue pasando un poco. No encajo ni quiero encajar en ese molde. Sigo con muchas resistencias para entrar en ese cajón. Todo está estipulado para que no puedas salirte de esa forma de funcionar.
¿Qué cosas se supone que debería ser, o hacer, y no quiere?
Supongo que, de entrada, ser homosexual en una sociedad patriarcal ya es un desmarque. No haber tenido hijos, también. Se supone que la maternidad es maravillosa, y puede no serlo. Eso se desmonta en Cinco lobitos. Pero, no sé, es algo más general. Vivimos en un mundo muy loco y estamos convencidos de que esto es la vida. El consumo, el capitalismo, el no parar, el tener que producir, conseguir, ganar. Me rebela.
¿Ha logrado usted ser libre?
Lo he intentado, al menos, porque sentía que no tenía más remedio. Si no, no podía vivir. No hubiera podido vivir una vida como la mía sin un mínimo de libertad.
Leí que se ha separado hace poco de su mujer de décadas. ¿Cómo está?
Es muy difícil. Rompimos en diciembre y, después de 30 años, hay un vínculo muy fuerte entre nosotras. El amor de pareja no es solo el amor sexual. A lo mejor después de 30 años, la sexualidad no es el componente fundamental, pero hay una profundidad en los afectos. Yo tengo un vínculo con Consuelo [la actriz y maestra de actores Consuelo Trujillo, su exmujer] y lo tendré toda la vida.
¿Cómo lleva la soledad?
Pues está siendo muy productiva, porque tengo mucho trabajo y en este momento me viene muy bien. La verdad es que pasé un infierno. Me costó mucho y ha sido durísimo, pero sabía que tenía que tirar por ahí. Ahora me siento bastante bien. Cuando me preguntan si tengo ganas de otra relación, digo, mira, tengo 67 años, he vivido en pareja toda mi vida. Lo que quiero es estar tranquila.
Se dice de usted que es una actriz de carácter. ¿Eso qué es?
Si te digo la verdad, no sé qué quiere decir eso. Parece que es alguien temperamental y es verdad que casi siempre me han dado papeles duros, contenidos. Pero también he hecho casi siempre lo que he querido. O lo que he podido, porque, por ejemplo, en la época del destape, yo no podía enseñar los pechos, entre otras cosas porque no tenía pechos. Iba haciendo las cosas que podía y que veía que tenían un sentido para mí.
Con o sin pechos, ¿cómo se ve hoy en el espejo?
Nunca me he visto guapa, ni he tenido fama de serlo. De pequeña me llamaban ‘cara de caballo’, y me hicieron bullying, aunque entonces no se llamaba así. Eso formó parte de una infancia complicada. Lo viví muy intensamente.
Y, sin embargo, ahora todos alaban su belleza y elegancia y se matan por vestirla divina en el cine.
Eso son las modas, esa montaña rusa. Igual nací antes de tiempo, ya desde niña era mucho más alta que las chicas y chicos de mi generación. Alejandro Amenábar me rechazó para Tesis porque era muy alta. Ahora resulta que soy especial. A veces una se siente un poco víctima de todo eso. Pero yo soy la misma persona, y espero ser la misma de ayer, mañana.
¿A los 67 se siente una mayor?
En el espejo, y, sobre todo, en el cine me veo vieja, con muchas arrugas, pero por dentro me sigo sintiendo como una adolescente porque sigo viviendo con la misma pasión las cosas. Entonces, es duro sentirte con la misma capacidad de absorber la vida que cuando eras joven y ver que ya no lo eres. Me niego a encasillarme. En esta sociedad soy una persona mayor, una vieja, si quieres, vale, pero yo soy, me siento, una joven con arrugas.
Una joven en su cima profesional. Le dieron el Goya por su primer papel protagonista [en La enfermedad del domingo, de Ramón Salazar] hace tres años. ¿Mejor tarde que nunca?
Me siento en un momento raro, raro, raro. Me están pasando cosas que no esperaba. Eso que llaman éxito, el reconocimiento... Espero no haberme puesto de moda, porque igual que suben rápido, bajan. Siempre he sido una hormiguita, tengo un recorrido lento, pero largo, no quisiera entrar en esa fórmula y de repente desaparecer del mapa. Yo lo que quiero es seguir en mi línea. Dándome a los personajes y aprendiendo de ellos a entenderme a mí misma. Esto es mi vida. De niña pensaba que era rara. Pensaba que estaba un poco loca porque no me parecía en nada a mis amigas. Luego me he dado cuenta de que era actriz y no lo sabía.
SUSI 'ROBAPLANOS' SÁNCHEZ
Asunción Sánchez Abellán (Valencia, 67 años), Susi Sánchez para el mundo, lleva casi medio siglo robando escenas y planos en el teatro, el cine y la televisión desde que, a los 16 años, su hermano, el también actor Ismael Abellán, ya fallecido, la llevara de oyente a su grupo de teatro universitario. Su padre, militar, no aprobaba que se dedicara a la interpretación, pero Susi encontró en ella la clave que necesitaba para comprender un mundo en el que se sentía ajena. Apreciadísima por sus compañeros de profesión -la Unión de Actores la ha premiado en cuatro ocasiones- no fue hasta 2019 su primer papel protagonista en cine por La leyenda del domingo. Esa noche, acudió a la alfombra roja, se fue a trabajar al teatro, y volvió a tiempo para recoger el trofeo. Lesbiana sin más armario que el no pregonarlo a voces, ella misma ha declarado que algún director rechazó trabajar con ella cuando supo de su condición sexual. En 'Cinco lobitos', la deslumbrante opera prima de Alauda Ruiz de Azúa, encarna a una madre coraje y protagoniza un emocionantísimo duelo dramático con Laia Costa y Ramón Barea. Ahora anda enfangada preparando una comedia de amor y lujo con Hugo Silva y Elena Anaya para una plataforma audiovisual. Falta le hacían unas risas, admite.
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