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Hallados en Asturias dos cascos únicos en Europa de la Edad del Bronce

Los yelmos, con ensambles para penachos, cornamenta y cimera, han sido ya restaurados y se exponen en el Museo Arqueológico de Oviedo

Cascos de la Edad del Bronce, hallados en el Picu Las Torres, en Ribadesella.
Cascos de la Edad del Bronce, hallados en el Picu Las Torres, en Ribadesella.Principado de Asturias
Vicente G. Olaya

El 25 de diciembre de 2020, el teléfono sonó en el Museo Arqueológico de Asturias. Un informante anónimo anunciaba que en una gruta del Picu Las Torres (Cueves, Ribadesella), un verde promontorio junto al río Sella, había encontrado unos objetos metálicos que, creía, merecían la pena ser analizados. Dos días después, un equipo del Grupu Espeleolóxicu Gorfolí, bajo la supervisión del museo, realizó una inspección urgente. En los primeros metros de la oquedad, halló “dos cascos metálicos únicos en Europa”, según señala un informe del Principado de Asturias, junto con materiales cerámicos y óseos. Dos años después, y tras haber restaurado las piezas, los especialistas ―han participado más de una treintena de expertos de diversas universidades españolas, CSIC y laboratorios― concluyen que se trata de dos “casquetes semiesféricos fabricados sobre placa de bronce con doble encaje simétrico para penachos o cornamenta y cimera de apéndices rematados en botón, apliques todos ellos fundidos en bronce plomado y fijados mediante remaches”. Fueron fabricados hace unos 2.500 años, en torno al siglo VII a. C., “por lo que puede concluirse que nos encontramos ante dos piezas únicas en el repertorio del armamento prehistórico europeo”. Desde el pasado 19 de mayo se exhiben restaurados en el Museo Arqueológico de Asturias.

Los expertos recuerdan que el siglo VII a. C., un momento de transición entre las edades del Bronce y del Hierro, fue “un periodo histórico que se caracteriza por la aparición de los primeros castros [asentamientos fortificados] de Asturias”. “Los apéndices tubulares de los cascos para la inserción de astas”, continúan, “recuerdan la imagen de los guerreros tocados en las estelas del Bronce Final del Suroeste y a otras representaciones de similar o mayor antigüedad del Mediterráneo oriental, desde Egipto a Cerdeña. Su cimera con apéndices curvados se asemeja a los elementos que caracterizan los puñales de antenas [dagas con doble prolongación en el mango] asturianos”.

La recuperación de los cascos incluye seis proyectos diferentes encargados por la Consejería de Cultura, Política Lingüística y Turismo del Principado de Asturias a distintas entidades y grupos de investigación. Entre ellos, el estudio histórico del momento en que se fabricaron, coordinado por el arqueólogo Ángel Villa, el catedrático emérito de Prehistoria de la Universidad de Oviedo Miguel Ángel de Blas Cortinas y el especialista en armamento antiguo y catedrático Fernando Quesada Sanz. En él se establece la “relación y especificidad de las piezas recuperadas en Ribadesella en relación con los cascos utilizados durante la prehistoria en otras regiones de Europa, rastreando posibles afinidades, formales y simbólicas, desde Oriente Medio hasta las regiones atlánticas”.

Los prehistóricos morriones fueron trasladados también al Laboratorio de Microscopía Electrónica y Microanálisis del Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, donde se efectuó un análisis exhaustivo de los materiales con los que fueron fabricados. Se aplicaron técnicas de fluorescencia de rayos X, microtopográficas, análisis de espectroscopia de energía e isótopos. Los técnicos del Proyecto de Arqueometalurgia del Museo Arqueológico Nacional participaron en la investigación.

Los yelmos fueron después restaurados en el Museo Arqueológico de Asturias, tras su limpieza manual sin aplicar agentes químicos. Luego, los trozos del casquete más deteriorado fueron pegados con resina y adheridos a un soporte estable para recuperar así el aspecto original de las piezas para ser expuestas.

Además, las cerámicas halladas junto a ellos, que corresponden a recipientes, han sido analizadas por el Laboratorio de Arqueometría del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada. Han sido estudiadas con técnicas como la caracterización de lípidos, rayos X, microscopio electrónico y cromatografía de gases y de líquidos. Los restos óseos, por su parte, están siendo estudiados actualmente en la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Oviedo y en la Universidad de Santiago de Compostela.

Aunque los resultados de la intervención arqueológica y los análisis químicos no están acabados, los especialistas avanzan que todo “apunta a un depósito ritual que, en principio no parece esté relacionado con prácticas funerarias, sino que la gruta tenía un uso ceremonial que se remonta a tiempos prehistóricos”. “Es un hallazgo, sin duda, espectacular”, afirman fuentes del museo ovetense. “Pero aún habrá que esperar a que terminen los estudios, ya que pueden ofrecer muchas más sorpresas. Los cascos están en las mejores manos”.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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