El Museo Ruso de Málaga queda en el aire tras la invasión de Ucrania
El espacio clausura su exposición sin saber si acogerá obras de arte rusas en el futuro mientras prepara una muestra con los fondos municipales de la Casa Natal de Picasso como medida temporal
El futuro del Museo Ruso de Málaga está en el aire. Nadie sabe a ciencia cierta qué ocurrirá con la filial del Museo Estatal de San Petersburgo tras la invasión a Ucrania y el bloqueo de las transferencias bancarias al Gobierno de Vladímir Putin por las sanciones internacionales. La última exposición, Guerra y paz en el arte ruso, se despidió este lunes 2 de mayo entre numerosas actividades y una enorme afluencia de público. Y sus obras, de autores como Aleksandr Samojválov, Pável Filónov o Kazemir Malévich, ya han comenzado a desmontarse.
Ante la incertidumbre a largo plazo, el espacio malagueño solo mira a su presente más inmediato, para el que ha ideado una muestra con fondos de las colecciones de la Casa Natal de Picasso. Es una medida temporal mientras los responsables del Museo Ruso negocian con galerías, colecciones y privados una selección de obras relacionadas con aquel país. “¿Qué va a pasar luego? No lo sé. Podemos mantenernos así un año o dos, pero no para siempre. A lo mejor hay que reformular el espacio”, afirma Noelia Losada, concejal de Cultura en Málaga. Desde la apertura en 2015, más de 750.000 personas han visitado las 40 exposiciones celebradas en este centro cultural.
La ciudad de los museos impulsada por el alcalde malagueño, Francisco de la Torre, tuvo en el Museo Ruso una de sus grandes sorpresas. Se inauguró el 25 de marzo de 2015, apenas tres días antes que el Centre Pompidou Málaga. Son las estrellas, junto al Museo Picasso Málaga, de la apuesta cultural del regidor, que a principios de año también se mostró interesado en abrir una sucursal del Hermitage, proyecto ahora en el aire. La capital de la Costa del Sol pagó algo más de cuatro millones para dar forma a la iniciativa —incluyendo las obras de acondicionamiento de la antigua tabacalera donde se despliega el museo— y cada año ha abonado 400.000 euros al Gobierno ruso a cambio de préstamos de obras procedentes del Museo Estatal de San Petersburgo.
El acuerdo inicial era por 10 años con posibilidad de 10 más, opción que se hizo efectiva en 2021 para mantener la relación hasta 2035. La invasión a Ucrania, sin embargo, ha modificado la situación. Estos días los camiones que iban a viajar a Málaga cargados de obras para la próxima exposición han llegado vacíos. Se llevarán la exposición actual y no dejarán nada.
En días iniciales de la invasión, muchas voces en la política local pidieron el cierre del museo. De la Torre aseguró entonces que no era “inteligente” renunciar a un espacio que, en su opinión, da “prestigio” a la ciudad. También pidió tiempo para conocer la evolución de los acontecimientos antes de tomar ninguna decisión. Un pleno extraordinario sirvió para decidir que el museo continuase con su actividad, pero en “estado de hibernación”. Hubo entonces que planificar qué pasaría cuando acabase el periodo de préstamo de las obras de la exposición que había entonces, la clausurada este lunes. La solución temporal —también para mantener el empleo de las 80 personas que trabajan allí— ha sido organizar una muestra alrededor de Picasso, utilizando fondos propios municipales, que se inaugurará entre el 25 y el 27 de mayo. No tiene fecha final porque no se sabe cuánto habrá que alargar la situación.
“Esas obras se descolgarán cuando tengamos lista otra exposición relacionada con el mundo ruso. Estamos negociando un acuerdo con alguna colección especializada en este arte, también coleccionistas privados o galerías”, explica Noelia Losada. “Mientras dure la invasión, no vamos a tener ningún tipo de relación con Rusia. Ni se puede ni se debe”, insiste. El principal problema es que es difícil encontrar alternativa a obras de la calidad y el renombre del Museo Estatal de San Petersburgo. Y si se hace, será algo temporal. Por eso Losada cree que si el contexto no cambia, el espacio “a lo mejor” debe reformularse, “pero siempre como museo”. El propio centro envió hace unos días una nota de prensa en la que decía: “Se está trabajando en diseñar los próximos proyectos que albergue este espacio, con programas artísticos que involucren el arte y la cultura rusa en la línea de los trabajos desarrollados durante este tiempo”. Su director, José María Luna prefirió no participar en este reportaje.
Una vez pasada la polémica inicial, cuando el PSOE malagueño solicitó que el Museo Ruso se transformara en otro donde mostrar artistas locales, diferentes voces de la ciudad han apostado por la continuidad del espacio. “La relación con una cultura tan extraordinaria como la rusa debe seguir, pero en un contexto y formato diferente”, señala José Manuel Cabra de Luna, abogado, pintor y presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo. El académico cree que el espacio ha abierto a Málaga “un mundo que la mayoría desconocía” y opina que sería “una verdadera pena tirar por la borda todo el importantísimo trabajo realizado hasta ahora”. “El arte no debe depender de la política diaria. ¿Qué tienen que ver Tolstoi, Chagall o Kandinksy con Putin?”, se pregunta Cabra de Luna. Una opinión que defienden otras personas relacionadas con la gestión cultural, a pesar de lo cual se vive una lluvia de cancelaciones y vetos a la cultura rusa en todo el mundo, ampliada también a otros aspectos como el deporte.
Seis grupos de 25 personas son las últimas en poder disfrutar de cerca las obras que componen Guerra y Paz en el arte ruso gracias a las visitas guiadas que el centro cultural ha organizado durante el desmontaje de los cuadros. Una exitosa actividad —gratuita y para la que ya no hay hueco— que también se ha realizado en muestras anteriores, donde el equipo de educación ofrece unas pinceladas finales de cada cuadro mientras el personal del Museo Estatal de San Petersburgo —único autorizado para ello— los descuelga. Nadie sabe si alguno de ellos, en el futuro, volverá a las paredes de este museo.
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