Leonardo Cantero, el otorrino con alma de fotógrafo de fiestas
Sale a la luz la colección de excelentes imágenes de un médico burgalés que a comienzos del siglo XX se aficionó a retratar las celebraciones más populares
Fue hace unos tres años cuando José María Cantero, mientras limpiaba el hueco de la escalera de su casa en Madrid por unas obras, se percató de que allí estaba la pesada maleta con las más de 30 cajas con negativos en placas de vidrio que se había llevado cuando vaciaron el piso de su abuelo en la capital. Una de las aficiones de ese antepasado, Leonardo Cantero Cortés (Miranda de Ebro, Burgos, 1872-Madrid, 1955), otorrino de profesión, había sido la fotografía, junto a la apicultura o pasear por el Rastro madrileño para comprar cualquier objeto que le llamase la atención. “Empecé a verlas y había muchas fotos familiares, de su mujer, sus hijos en la cuna o adolescentes, paseando por la finca familiar, pero a medida que seguí, me llamó la atención las que había de fiestas, carnavales, paisajes…”, dice José María Cantero en la sede de la Fundación Anastasio de Gracia, en Madrid, a la que ha donado 405 piezas de las que encontró en aquella vieja maleta. Es una desconocida colección de fotografía que se extiende por la primera mitad del siglo XX y que ahora sale a la luz. Por desgracia, como recuerda Cantero, en aquel trajín de la casa de su abuelo, hace más de un cuarto de siglo, se rompió un número indeterminado de placas.
De familia con posibles, Cantero Cortés dejó la medicina, que había ejercido en Bilbao y en la capital, adonde se había trasladado en 1915. “Liquidó los negocios que tenía en Miranda, un balneario y una fábrica de tejas, y se dedicó a hacer fotos, a lo de las abejas… Vivió de las rentas”, señala su nieto, que lo recuerda como una persona amable que, entre otras actividades, le enseñó a cazar. Su interés por tomar imágenes “coincide con el surgimiento, a comienzos del siglo XX, de la fotografía de aficionados en España”, explica José María Uría, director del Centro Documental de la Fundación, dedicada, entre otras tareas, a preservar legados culturales relacionados con el mundo del trabajo. “En Madrid habría entonces unos 1.000 aficionados a la fotografía, mientras que profesionales había 58 registrados”, añade.
Entre los primeros seguro que podía verse en las calles de la capital con su cámara de fuelle a aquel hombre de pelo moreno, bigotón y quevedos, como lo retrató al óleo su amigo el pintor valenciano Cecilio Pla. Cantero se apostaba allí donde hubiera una celebración popular, verbenas, bailes... En el legado hay fotografías de enmascarados y carrozas en los carnavales de Madrid, también de vendedores del Rastro. Su curiosidad le llevó a retratar al gentío que esperaba para entrar en una de las sesiones del juicio a Cecilia Aznar, conocida como la asesina de la plancha, una criada que mató a su señor a golpes con ese utensilio. Cantero Cortés puso además el foco en otros lugares: hay preciosas placas del mercado de la Ribera, en Bilbao; de mujeres elegantes paseando con sombrillas por la arena de la playa de Biarritz (Francia), o de un baile popular en Sajarraza (La Rioja). En otras ocasiones prescindía de las personas para fotografiar paisajes rurales o vistas urbanas.
Sonia Garrido, documentalista e investigadora de la Universidad Complutense que se ha empapado durante casi dos años de la vida y obra de Cantero, añade que “las fotos de la familia, que conforman el 60% del conjunto, eran como experimentos para luego probarlos en la calle”. “También retocaba los negativos, pintándolos. Fue un gran fotógrafo costumbrista, que captaba momentos, detalles; en sus fotos las personas no posan”, apostilla.
Garrido ha descubierto en su investigación que Cantero “colaboró como fotógrafo de prensa para la revista Actualidades, donde publicó a partir de 1903″. Con imágenes como las de los funerales del general Carlos Manuel O’Donnell, ministro de Alfonso XII, o del político liberal Práxedes Mateo Sagasta. En un reportaje sobre las carrozas premiadas en los carnavales de Madrid de ese año le acompañaba este pie: “Por falta de espacio no insertamos todas las fotografías obtenidas por nuestro redactor artístico don Leonardo Cantero, según hubiera sido nuestro deseo”. Este amateur llegó a firmar con otros nombres, “quizás seudónimos, como José María Vera, Manuel Muñoz Obispo y J. Rodríguez Malasaña”, apunta Garrido.
Las placas son en su mayoría de 9 por 12 centímetros, aunque en la colección había asimismo “placas de linterna, que eran como diapositivas, se usaban para la enseñanza, y fotografías estereoscópicas, de vistas, pero no son suyas, debió de comprarlas”. Todo estaba bien conservado gracias a que su nieto las limpió y escaneó. No obstante, a Garrido le tocó volver a limpiarlas; ahora las ha inventariado y ha desarrollado la labor detectivesca de averiguar dónde había hecho cada una, porque su autor no fue muy generoso con esa información.
Otras 76 que había en la maleta, estampas de Miranda de Ebro, las entregó José María Cantero al archivo municipal de esta localidad. “Son de entre 1903 y 1906 y estaban en perfectas condiciones, tienen una calidad inmensa”, dice por teléfono Carlos Díez, archivero. La mayoría son de vistas de esta ciudad, las hay del balneario de Fuentecaliente, que era de su propiedad, y un tercer grupo son de las corridas de toros que se celebraban en las fiestas patronales. Hoy están digitalizadas y accesibles en la web del Ayuntamiento de Miranda.
Cantero acabó sus días practicando algo que también le gustaba mucho. Su nieto cuenta que un día salió a cazar en la finca de la familia, situada entre Madrid y Ávila, y no volvía. “Los empleados salieron a buscarle y lo encontraron muerto en el puesto de caza”. Su afición por la fotografía la transmitió a uno de sus hijos, Leonardo Cantero Rodríguez (1907-1995), miembro del grupo que se autodenominó La Palangana, formado en Madrid a finales de los años cincuenta del siglo XX por autores de mirada neorrealista, renovadores como Ramón Masats, Gabriel Cualladó, Paco Gómez, Francisco Ontañón y Joaquín Rubio Camín. Las fotos de Leonardo Cantero (hijo) tuvieron más recorrido que las de su progenitor, participó en exposiciones colectivas y colaboró en publicaciones. Su obra se encuentra en el Museo Reina Sofía gracias también a la donación de José María Cantero y su familia.
El material que ahora se da a conocer, con ese poder evocador del pasado que tiene la fotografía, estará disponible en la web de la Fundación. El siguiente paso, esperan, es poder organizar, por fin, una exposición o editar una publicación que reconozca la labor de Leonardo Cantero Cortés, el médico que disfrutaba haciendo fotos a las clases más populares, sobre todo si estaban de fiesta.
Babelia
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