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El informe final del Ministerio de Cultura sobre la Dama de Elche considera que su traslado tendría “consecuencias catastróficas”

Los técnicos del departamento de Miquel Iceta subrayan que la humedad, las vibraciones o su embalaje dañarían de manera irreversible la joya de la escultura íbera

Una visitante observa la Dama de Elche en el Museo Arqueológico Nacional.
Una visitante observa la Dama de Elche en el Museo Arqueológico Nacional.DAVID EXPOSITO
Vicente G. Olaya

El informe que el Ministerio de Cultura ha enviado al alcalde de Elche, Carlos González, con las razones por las que no considera conveniente el traslado de la Dama de Elche a la localidad, aunque se trate de una cesión temporal para celebrar el 125º aniversario de su descubrimiento, se reafirma en las conclusiones del último análisis geológico realizado al busto, elaborado en 2006 y desvelado hace unos días por EL PAÍS: el movimiento tendría “consecuencias catastróficas” para la más importante obra de arte íbera conocida. El nuevo estudio, titulado Dama de Elche, desaconsejando su traslado temporal, fue firmado el pasado diciembre por dos técnicos del ministerio que dirige Miquel Iceta y enviado a González, quien reclamaba su cesión temporal. Fuentes ministeriales confirman que se trata del informe final sobre esta polémica: “Ya no habrá más estudios. Lo primero es la conservación de la Dama”.

No obstante, el ministerio realizará en breve un nuevo análisis sobre el estado de la piedra con la que fue tallada la efigie. “Eso es algo que se hace habitualmente con todas las grandes obras y que ya estaba previsto. El último fue el de 2006″, señalan las mismas fuentes, que subrayan que ese nuevo trabajo no tiene como objeto ”reevaluar la petición de préstamo”.

La Dama de Elche, que se atesora en el Museo Arqueológico desde 1971, forma parte de la mayor colección de antigüedades ibéricas del mundo. Posee un valor simbólico excepcional, dado su carácter único, reconocido internacionalmente por toda la comunidad científica. La escultura, tras ser hallada a cuatro kilómetros de Elche en 1897, ha sido expuesta en el Louvre de París, en el Prado y en el Museo Arqueológico Nacional. También ha viajado dos veces a Elche (1965 y 2006) para exposiciones temporales. En sus más de 2.000 años de existencia, ha sufrido adversidades climáticas, diversas manipulaciones y almacenamientos, de tal manera que se ha descartado su “limpieza y consolidación para evitar males mayores”. Un informe de 2002 al que ha tenido acceso este periódico sostiene que no se puede limpiar ni con láser sin riesgo de dañarla.

El informe de los técnicos de Cultura indica que el busto se encuentra “en un estado de tenso equilibrio”, y que si se modifica “el medio ambiente en el que se encuentra, puede desequilibrarse y amplificar las microfracturas o las descamaciones, con consecuencias catastróficas para ese bien patrimonial”. No se puede correr ningún “riesgo adicional”, afirman los especialistas, porque la Dama se encuentra en la actualidad “en las mejores condiciones posibles. Su conservación y exhibición en el Museo Arqueológico Nacional hace que esté en el lugar ideal, desaconsejándose la salida del mismo, ni siquiera de manera temporal”.

El estudio de Cultura recuerda, igualmente, que “la climatología de Madrid permite una buena conservación preventiva para piezas como la Dama de Elche. En cuanto a la contaminación atmosférica, que a veces se ha citado como perniciosa, se puede afirmar que desde la reforma de 2014 del Museo Arqueológico es inexistente”. Además, la escultura está monitorizada, con toma de datos cada 20 minutos, y la vitrina donde se guarda “funciona como elemento amortiguador de las oscilaciones en cuanto a humedad relativa, lo que repercute en la conservación de la pieza”.

A lo largo de los más de 2.000 años durante los cuales la pieza permaneció enterrada, su superficie en contacto con la tierra se empapó de agua de lluvia, “así como con las sales hidrosolubles y gas carbónico. Estas sales, junto con sólidos de granulometría microscópica, han ido penetrando por los poros de la caliza y generado una epidermis de color gris amarronada, de unas pocas décimas de milímetro de espesor. Las fluctuaciones de humedad durante el enterramiento, alternando situaciones de humedad y de sequedad, provocaban fenómenos de disolución/recristalización, con los correspondientes empujes resultantes del crecimiento cristalino en el interior de los poros”. La Dama presenta, de hecho, tres microfracturas por esta causa.

Los técnicos aseguran también que “como consecuencia de su hallazgo [casual, pues se encontró durante unas labores agrícolas] la Dama perdió muy pronto la delicada epidermis en la mitad izquierda del rostro, cuello y arranque del pecho, sobre todo por el hecho de haber sufrido ciclos de desecación/humectación al ser expuesta a diversos ambientes”. Actualmente, continúan, la caliza está estabilizada, pero hay riesgo de que se puedan producir nuevas pérdidas en la epidermis por la disolución del cloruro sódico (sal) que la impregna. “Por su carácter altamente soluble, el cloruro sódico presenta una movilidad muy elevada, razón por la que se deben extremar las precauciones para evitar oscilaciones en las condiciones higrométricas de exposición [disolución], almacenamiento o transporte de la obra, con objeto de evitar el desarrollo de ciclos de disolución-cristalización que generarían daños en la roca.

“La desestabilización ambiental que todo desplazamiento a gran distancia puede ocasionar desencadena nuevos fenómenos de alteración física y química de la epidermis, del sustrato pétreo y del equilibrio salino entre ambos. La menor vibración o, incluso, una pequeña corriente de aire podrían ser los causantes dinámicos de nuevas pérdidas”.

Los especialistas recuerdan que el clima de la meseta se caracteriza por una humedad relativa que oscila entre un 20% y un 55%. “En estas condiciones, la pieza se encuentra estabilizada”. Pero si se traslada y se somete a más humedad (“en Elche es mayor que en Madrid, dada su proximidad al mar”), las sales solubres se disolverían y “romperían la actual estabilidad”. Esta humidificación es probable que produjera “un leve avivamiento de los colores mientras permaneciera en el ambiente húmedo, pero cuando la pieza volviera a su ambiente habitual, las sales movidas por la humedad cristalizarían, una parte en la superficie produciendo una eflorescencia blanquecina de cloruros y sulfatos, que enmortecerían más los colores [...] Las consecuencias negativas de estos cambios no se producirían a corto plazo y, desde luego, no en Elche, sino en el Museo Arqueológico Nacional”.

A este riesgo, los técnicos añaden que el proceso de embalaje y desembalaje que implica el traslado produciría cambios en los parámetros ambientales, además de vibraciones, ya que no es posible asegurar las mismas condiciones dentro y fuera de la vitrina. “Toda manipulación de una pieza supone un riesgo, aun cuando las operaciones sean efectuadas por personal especializado. En el caso de la Dama de Elche, el riesgo de desprendimiento de pequeñas porciones de la epidermis es muy elevado”.


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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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