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Los Goya reflejan al fin a las mujeres del mundo real

Personajes femeninos de edades y perfiles muy distintos protagonizan la mayoría de las películas nominadas a los premios más relevantes

Desde la izquierda, Ángela Cervantes, Carolina Yuste, Vicky Luengo y Elisabet Casanovas en 'Chavalas'.

Una adolescente en busca de su lugar. Dos madres solteras, una que se ve demasiado joven para tener un hijo que no quería y la otra que temía ser demasiado mayor. Un grupo de amigas casi en la treintena. Una viuda que superó hace tiempo los 50 años y que trata de sobrevivir al vacío que ETA dejó a su lado. Y una emigrante que, a sus 70, se atreve a volver a España y hasta a cuestionar los pilares en los que ha basado su existencia. Historias cotidianas del mundo real. En los Goya, en cambio, casi nunca se juntan mujeres de todas las edades y perfiles. Ocurre, al fin, este año: salvo El buen patrón, de Fernando León de Aranoa, prácticamente todos los principales filmes nominados cuentan con protagonistas femeninas. ¿El indicio de un cambio? ¿O tan solo un espejismo de igualdad? Algunas de sus creadoras responden.

Icíar Bollaín, directora de Maixabel y coautora del guion junto con Isa Campo, lo celebra, pero con prudencia: “Creo que sigue sin ser habitual ver protagonistas femeninas de edades diversas, sobre todo como el personaje de Petra Martínez [en La vida era eso, de David Martín de los Santos], pero también el de Blanca [Portillo, en Maixabel] y Emma [Suárez, en Josefina, de Javier Marco]. Que se hayan escrito y que estén nominadas es una buenísima noticia, vamos a ver si sigue la tendencia y tenemos un audiovisual más diverso y representativo”.

El periplo que afrontaron las hermanas Carol y Marina Rodríguez, directora y guionista de Chavalas, también invita a la reflexión. Cuando terminaron de idear su primera película, se fueron a buscar financiación. Querían contar una historia de amistad, orgullo de barrio, desclasamiento y precariedad laboral entre los jóvenes a través de cuatro amigas casi treintañeras de un barrio obrero a las afueras de Barcelona. Les dijeron que era “una peli de chicas”, que “no tenía trama amorosa”, que “dónde estaba el conflicto”. De manera velada pero muy directa les pusieron trabas porque su obra no respondía, en palabras de la guionista, al “canon heteropatriarcal normativo”.

La producción sigue siendo cosa de hombres en un 68%, según el informe más reciente de Cima, la asociación española de las mujeres cineastas, con datos de 2020. “Curiosamente, a menudo detrás de las películas dirigidas por mujeres hay una mujer productora. Creo que los incentivos que se han incluido en la ley de cine para fomentar la presencia de directoras (y en general de mujeres en puestos de responsabilidad en los equipos) está dando resultados”, agrega Bollaín.

Aunque los obstáculos continúan en el camino. El mensaje que les estaban mandando a las hermanas Rodríguez es que no interesaba una historia amorosa solo sustentada en la amistad entre mujeres y no en una relación heterosexual. Tampoco tenía interés un conflicto de clase cuando sus protagonistas no vivían a miles de kilómetros de la civilización, sino a unas pocas paradas de Barcelona. “Los temas cotidianos narrados por mujeres se ponen en la categoría de temas menores”, se queja Carol Rodríguez. “Son universales si los cuentan y los protagonizan hombres”, añade Marina Rodríguez.

Bollaín aporta algún dato: “Según las cifras que maneja Cima, el año pasado solo un 12,8% de las películas españolas estrenadas en España estaba dirigido por una mujer. Es un porcentaje inferior al de 2020. En las series, la desigualdad también es patente. Solo tres de cada 10 de guionistas son mujeres, un número superior al de las creadoras de series (27,78%), y hay más de tres directores por cada directora en los platós (24,62%)”. En resumen, las tres profesiones clave para impulsar una historia, las que la propia Cima reúne bajo la etiqueta Grupo Directivo, están copadas en su gran mayoría por hombres. Las directoras lidian también de media con la mitad del presupuesto (unos 738.000 euros frente a 1,5 millones, en cálculos de Cima basados en 21 filmes de 2020). “Si te dan cuatro semanas para rodar porque no hay dinero, lo haces como puedes. No es que tengas menos pericia, lo que tienes es menos dinero y menos tiempo”, explica Carol Rodríguez. Y la falta de igualdad detrás de la cámara tiene consecuencias delante: las actrices consiguieron solo el 34% de los roles protagonistas, según un estudio que realizó Aisge (la entidad de gestión de los derechos de los intérpretes) entre 2014 y 2016, y que mostraba también que la desigualdad crecía con el aumento de la edad.

Las cuatro protagonistas de Chavalas aún no han llegado a los 40, edad que las hermanas Rodríguez identifican como el momento en que se empieza a producir la invisibilidad para las mujeres. “En cambio, ellos reciben los papeles más interesantes”, opina la directora. Ambas celebran el dominio femenino en las historias nominadas, pero recuerdan el espejismo de igualdad que suelen representar los premios. Ya sucedió en 2021 cuando se enarboló cierta paridad en las categorías. “En la mía, dirección novel, somos dos hombres y dos mujeres, eso no sucede en la realidad”, apunta Carol Rodríguez. “Una mujer en los Goya no es un triunfo absoluto, puede hasta ser una instrumentalización para aparentar que nos estamos acercando a la igualdad”, prosigue Marina Rodríguez. “Da rabia que te usen como estandarte feminista en un contexto en el que tanto te ha costado avanzar”. Entre otras cosas, porque no encontraban referentes para su película en la producción española. Mencionan la película Frances Ha o la serie Girls, pero les cuesta encontrar un precedente en su país.

Este vacío también arrastra consecuencias. “El audiovisual tiene una función de creación de nuestro imaginario colectivo, de nuestra historia, es un retrato de nuestra sociedad, y por eso es necesario que lo contemos entre todos, que incluya todas las miradas y las experiencias posibles”, destaca Bollaín. Cineastas como ella, Isabel Coixet o Gracia Querejeta vienen haciéndolo desde hace años. Las hermanas Rodríguez acaban de empezar, pero, pese a todo (han llegado a sentir que tenían que pedir perdón “por hacer la peli”, como, por otro lado, les sucede a muchas mujeres en su día a día), salen reforzadas de esta experiencia: “Hemos cogido más seguridad para defender nuestros proyectos. Ha sido difícil aprender que no nos están haciendo un favor los productores, sino que les estamos regalando historias que son importantes”. Tanto, que dominan la gala de los Goya.

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