La paridad en los Premios Goya, entre el espejismo y la realidad
El 41% de las candidaturas de esta edición son femeninas. Daniela Cajías, directora de fotografía de ‘Las niñas’, puede convertirse en la primera mujer en ganar en su categoría
Daniela Cajías, directora de fotografía de la película Las niñas, atiende al teléfono y se queda unos segundos en silencio cuando se le pregunta: “¿Sabes que puedes hacer historia y ser la primera mujer que gane el Goya a mejor dirección de fotografía?”. “Si lo consigo será un dato más, porque no solo estoy yo, somos varias en este oficio, aunque escondidas”, dice tras la reflexión. Pilar Palomero, directora de la película, ha sido más cruda cuando se le ha planteado la misma cuestión unos minutos antes por teléfono: “Es tremendo”.
Palomero y Cajías son dos de las mujeres que en esta 35ª edición de los premios Goya han contribuido a que el 41% de las candidaturas sean femeninas (59 frente a 84 hombres). Son 40 mujeres si se excluyen las categorías que premian a las actrices y mejor película (en la que se premia la producción). En 2020, fueron el 21,5%, según datos de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA), que en aquella ocasión no tuvo en cuenta las categorías de actrices. En 2018, la asociación calculó que solo hubo un 27%. Es la primera vez en la historia de los galardones que la paridad está tan cerca. Las niñas, con nueve nominaciones, es el ejemplo más claro del cambio que comienza a percibirse en el sector audiovisual. Las mujeres ya no solo compiten en “profesiones donde están sobrerrepresentadas al estar vinculadas con los roles tradicionales de género: diseño de vestuario (83%) y maquillaje y peluquería (75%)”, según datos de CIMA. Ahora han dejado de ser auxiliares de sonido, montaje o fotografía para ser jefas de equipo y optar a los galardones.
Marisol Carnicero fue en 1988 la primera mujer en hacerse con el Goya a mejor dirección de producción, en la segunda edición, por la película Cara de acelga. Aquel año, era la única nominada fuera de las categorías de actrices. “Los premios reconocen un buen trabajo, no acercan a la igualdad. Lo que acerca a la igualdad es estar en primera línea”, explica esta productora, una de las personas que impulsó la Academia de Cine, una institución con 1.322 hombres y 551 mujeres. Asegura que nunca se ha sentido discriminada en un oficio en el que estaba al cargo del dinero y la creatividad de proyectos. “Trabajaba como una más”, dice. Aunque es consciente de que muchas compañeras no tuvieron la misma experiencia. “Las mujeres a veces han sido menos constantes por tener familia, es decir, por ocuparse de lo que les habían destinado”, explica Carnicero. “Les preguntaba a mis profesores en Cuba si conocían a directoras de foto con hijos y me dijeron que no. Yo tengo dos, soy migrante y directora de foto, y sí se puede”, responde Cajías.
La carrera de Carnicero comenzó con 16 años, antes de cumplir 18 trabajaba en televisión con Chicho Ibáñez Serrador. Al cine llegó entre los 24 y 25. “Tal vez nos teníamos que imponer un poco más”, reconoce, “por ser joven y de tamaño pequeño, tenían un poco de ternura conmigo, pero yo me aprovechaba: ‘¿Ah, sí? Maravilloso, pues os vais a enterar”.
A principios de 2000, cuando Cajías era una joven estudiante de dirección de fotografía en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, Cuba, tuvo una experiencia distinta. Estudió rodeada de alumnos, le enseñaban profesores y durante tres años solo encontró a una directora de fotografía en los títulos de crédito de las películas que vio cada día de su estancia en la isla. Por el contrario, Palomero, cuenta que se formó rodeada de mujeres. “Cuando di el salto al mundo laboral, me pregunté dónde estaban”, continúa. “¿Qué pasa por el camino?”, se pregunta María del Puy Alvarado, responsable de la productora Malvalanda, que hace doblete en los Goya con dos películas nominadas: Anatomía de un dandy (mejor documental) y El agente topo (mejor película iberoamericana). “Ese es el momento que hay que analizar”.
En el camino que separa las escuelas de cine de los rodajes surgen varios obstáculos para las mujeres. En primer lugar, lo que Alicia Luna, guionista cuya firma está en las películas de Icíar Bollaín, denomina “discriminación temática”. “Me gustaría que hubiera mujeres escribiendo terror o thrillers psicológicos”, dice, y solo consigue identificar a una, Isabel Peña, coguionista con Rodrigo Sorogoyen de la serie Antidisturbios y la película El reino. Alvarado coincide: “Hay cierto encasillamiento con el género y las mujeres. Me lleva a los referentes, es difícil proyectarse cuando hay tan pocos”.
Las películas que ha hecho Cajías, muchas de ellas centradas en historias de niños y adolescentes, la acercaron a Palomero. “Ser mujer me ha abierto puertas porque los proyectos necesitaban una presencia femenina en cámara al estar relacionado directamente con los actores”, dice la directora de foto al mismo tiempo que confiesa que le encantaría hacer un wéstern.
Sistema de puntos
Para tratar de evitar otro tipo de discriminaciones, la Ley del Cine actual basa el reparto de las ayudas en criterios objetivos para sumar hasta un máximo de 100 puntos. “Conseguir un equipo técnico y artístico formado por mujeres, desde el montaje hasta la iluminación, puntúa a la hora de recibir las ayudas”, explica Cristina Andreu, responsable de CIMA. En febrero de 2020, el nuevo borrador de la futura Ley de Cine planteó que los largos dirigidos por mujeres se consideren, literalmente, “obras difíciles”. La inclusión en esta categoría, que ya protege cortos y coproducciones extranjeras o en otras lenguas españolas, “les permitirá optar a un aumento de ayudas públicas de hasta un 75%”, anunció entonces el ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes.
“No nos podemos quedar tranquilas. Tenemos a muchos compañeros en contra porque en cuanto se reparte el pastel ya no están de acuerdo. Muchos directores de fotografía harán menos películas. No queda más remedio”, apunta Andreu. “Espero que genere empatía a largo plazo. Que se den cuenta de cómo nos hemos sentido. Bueno no, porque es horrible sentir que te cuestionan todo el tiempo tus capacidades”, agrega Cajías.
Las quejas no llegan solo desde una parte del sector masculino del cine, Carnicero muestra sus dudas con este sistema. “Soy feminista, lo he demostrado desde hace mucho y de otra forma, pero lo de las puntuaciones por ser mujer es un sistema malvado porque se hacen muchas trampas. Se pone el nombre de una mujer para conseguir la ayuda y luego lo hace un hombre”, asegura, aunque reconoce que existe cierta discriminación en oficios como el sonido y la dirección de fotografía.
Bajo presupuesto
El género de una película no solo se identifica con el de una cineasta, también con el presupuesto. Los hombres reciben el 83% de las ayudas generales —los largometrajes dirigidos por mujeres representan un 17% del total—, y las películas que dirigen ellos son de mayor presupuesto que las que dirigen ellas, según el último informe de CIMA. Palomero admite que su trabajo se basa en “historias con un espíritu más artesanal” que no requieren de presupuestos estratosféricos, pero se niega a creer que si un día decide virar en su carrera le vayan a negar una gran producción por ser mujer. “No creo que, porque haya una pandemia y no se hayan estrenado grandes películas, sea el año de las mujeres”, asegura Palomero.
Andreu baja a los datos. En pandemia se han estrenado más documentales, el género con mayores porcentajes de mujeres en los cargos de liderazgo (el 24% de los estrenados en 2019 estuvieron dirigidos por mujeres), mientras que la animación continúa caracterizándose por ser el género con menor representación femenina, según CIMA. Por tanto, las mujeres alcanzan este año más candidaturas porque los directores que tradicionalmente cuentan con mayores presupuestos no han rodado en el último año. Es decir, Alejandro Amenábar, Pedro Almodóvar (solo estrenó el cortometraje La voz humana) y Juan Antonio Bayona.
“Conseguir que un productor confíe en una película de alto presupuesto es complicado para hombres y mujeres”, continúa Carnicero, que recuerda que ha trabajado con tres directoras que, en su momento, realizaron grandes películas: Pilar Miró (primera mujer que ganó a mejor dirección en 1997), Josefina Molina y Cecilia Bartolomé. “Hay algo en el imaginario que nos lleva a pensar que el dinero está asociado a los hombres, además de esa imagen del productor señor mayor con la copa y el puro”, sostiene Alvarado, nominada al Oscar por el cortometraje Madre en 2018. “La situación en la que estamos es una gran noticia, pero hay que darle tiempo. Dentro de cinco años hablamos”.
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