Segovia recupera su pasado romano más allá del acueducto
El Ayuntamiento de la ciudad pone en marcha un proyecto para excavar y exhibir restos del antiguo foro, cuyas dimensiones indican la presencia en Segovia de una élite relevante
El acueducto de Segovia, declarado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, no es una obra aislada de la presencia romana en ese lugar, sino una infraestructura de abastecimiento a una ciudad que tenía unos 5.000 habitantes y en torno a 40 hectáreas de superficie, una dimensión con cierto empaque dentro de las capitales romanas del Valle del Duero, de similar tamaño a Tiermes, Soria o Confluenta (en el municipio segoviano de Duratón).
Con un presupuesto de un millón de euros, el Ayuntamiento de Segovia abordará la restauración, excavación y musealización del antiguo foro para ensalzar el pasado romano de la ciudad más allá del acueducto. Forma parte de un paquete de proyectos sostenibles de rehabilitación y mantenimiento de patrimonio histórico y cultural, un total de tres millones de euros procedentes del Plan Impulsa de Patrimonio del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Este plan, dotado en su conjunto con 45 millones de euros de los fondos Next Generation de la Unión Europea, tiene como objetivo crear nuevos itinerarios turísticos y mejores espacios en la zona norte de la capital. El consistorio segoviano pretende adjudicarlo el próximo año y terminarlo en 2023.
Hay pocos datos que ayuden a comprender la ciudad romana, que tuvo que adaptar su urbanismo y arquitectura a una topografía compleja asentada sobre un cerro, además de la existencia precedente de una celtibérica de la que se pudieron heredar solo algunos elementos. A los investigadores les resulta muy difícil encontrar restos arqueológicos porque los espacios de excavación son muy limitados. El casco urbano actual es una ciudad viva, además de Patrimonio de la Humanidad, con una alta concentración de edificios histórico-artísticos que ocultan la presencia de restos romanos que no pueden ser excavados porque sobre ellos se sobreponen construcciones posteriores monumentales, según reconoce el arqueólogo e historiador Santiago Martínez Caballero.
Martínez Caballero, también director del Museo de Segovia, suscribió en 2017 un artículo científico sobre la evolución urbana de Segovia en época celtibérica y romana, junto con los arqueólogos e historiadores, Luciano Municio, Clara Martín, José Miguel Labrador y Víctor Cabañero, así como la arquitecta Sonia Álvarez, que habla de los restos del foro, del siglo I después de Cristo, como los más importantes de época romana en la ciudad, aparte del acueducto. A juicio de los estudiosos, estos hallazgos evidencian el desarrollo de una civitas con sede urbana en Segovia y con una importante presencia dentro del interior hispano, pero continúan existiendo las mismas dudas en lo que se refiere a importantes aspectos de la organización de la ciudad y sus límites.
Poder imperial
Lo que parece claro es que el acueducto no fue una obra aislada. Se cree que fue construido durante el gobierno del emperador Trajano, a finales del siglo I de la era actual, o principios del de Adriano. Se plantea que su gran monumentalidad pueda estar vinculada con una relación de la ciudad con el poder imperial, que pudo financiar su construcción. El monumento manifiesta la presencia en Segovia de una élite muy relevante, capaz no solo de poner a disposición unos fondos para la construcción de esta infraestructura, sino también de establecer contactos políticos con altos mandos del gobierno central romano para llevar a cabo esta gran obra.
En este contexto se enmarca el foro municipal de Segovia, cuyos primeros restos fueron localizados en unas excavaciones realizadas en 1990 en el entorno de la plaza de Guevara. Allí apareció un conjunto de grandes estructuras de uno de sus edificios y restos de los cimientos de un espacio columnado que podían pertenecer a un pórtico, que lo cerraba por uno de sus lados, según la habitual tipología de estos complejos públicos en el occidente romano. Pudo formar parte de un inmueble singular, como una basílica (edificio público destinado al tribunal), que ocupaba un lugar preferente. Los historiadores barajan que podría tratarse de un conjunto rectangular de unos 100 metros de longitud.
Los hallazgos no se ven actualmente al estar cubiertos por un edificio construido posteriormente. A los restos de otro conjunto del foro —espacios que se corresponden con un sector de una estructura de habitación, posiblemente pertenecientes a un pórtico, debajo de la plaza de Guevara— se accede a través de un aparcamiento privado. Además, según Martínez Caballero, hay unas interesantes pinturas murales y unas soluciones arquitectónicas típicamente romanas con muros de ladrillo y grandes sillares en las zonas estructurales principales del edificio.
En diferentes intervenciones que se han realizado en esa zona de la plaza y en la calle Miguel Canto Borreguero se han ido localizando trazas, algún muro, pertenecientes a un espacio monumental, así como en las plazas de la Rubia y la del Potro, donde han salido a la luz restos de grandes muros que deben contextualizarse en ese espacio foral.
Fuentes municipales han explicado que, además de completar la excavación llevada a cabo hace 30 años, en una zona de la misma plaza ocupada por un jardín se procederá a la restauración y musealización del complejo. Se recuperará además el espacio transitable en la calle al crearse un sótano arqueológico con acceso directo desde el exterior.
Topografía compleja
Martínez Caballero entiende que en la zona ajardinada se pueden hallar los restos de otro edificio que se abría hacia el foro, que estaba presidido por un templo, punto de proyección escenográfica, aunque se desconoce aún dónde se encontraba. Hay confianza en que los trabajos de arqueología saquen a la luz algún indicio más para reconstruir la planta en su totalidad. Estos espacios públicos principales de las ciudades romanas estaban estructurados en grandes áreas abiertas, cerradas generalmente por pórticos. A su alrededor se disponían los diferentes edificios administrativos, religiosos y comerciales necesarios para el funcionamiento de la ciudad, desde la basílica a tiendas, archivos, la curia local o los espacios de administración y gestión local de gobierno, entre otros.
A partir de esa tipología general, el director del Museo de Segovia cree que se puede interpretar que las estructuras pertenecen a un conjunto arquitectónico, a la vez que los grandes restos de los cimientos documentan la existencia de una gran estructura de aterrazamiento de una parte del foro.
En una parte de la ciudad, en la zona central, los romanos decidieron levantar el espacio público principal: el foro. Los desniveles topográficos de la plaza de Guevara fueron salvados por grandes estructuras de aterrazamiento que creaban los planos horizontales donde se levantaban sus edificios. Estas soluciones son muy habituales en el Valle del Duero, donde ciudades como Uxama Argaela o Tiermes, en Soria, presentan sus conjuntos forales sobre grandes plataformas artificiales que dotaban a los edificios de gran vistosidad y de un componente escenográfico muy buscado, con el fin de resaltar esos espacios como elementos principales de representación y focos de referencia simbólica en el paisaje urbano de la ciudad.
En cuanto a otros legados romanos, en la muralla medieval, construida a partir del siglo XI, se conservan más de un centenar de inscripciones romanas pertenecientes a estelas funerarias de las diversas necrópolis que se situaban alrededor de la ciudad, que fueron reutilizadas como material arquitectónico. Se conocen también restos de unas termas cerca de la iglesia de San Martín, los de una necrópolis en la zona de la actual iglesia de San Millán y de un cementerio de tradición indígena, todavía en funcionamiento a mitad del siglo I. En otras intervenciones aparecieron restos de estructuras y algunos muros en la calle de la Judería, en la plaza Reina Doña Juana y en la Plaza Mayor, pero nunca viviendas completas.
En algunas zonas de los bordes del recinto amurallado, donde aflora la roca en superficie, hay vestigios de espacios tallados en la roca, pertenecientes a cimientos de edificios, incluso algunas estancias, que podían ser interpretadas como espacios subterráneos de viviendas, por ejemplo junto al Museo de Segovia, restos de una rampa de comunicación interna, posiblemente de época celtibérica-romana, siguiendo una tradición muy habitual en esta parte de Hispania, donde se utilizaban técnicas rupestres para resolver ciertas necesidades estructurales.
Estación de paso de norte a sur
Segovia fue una ciudad de cierta entidad, nudo de comunicaciones importantes a los pies de uno de los pasos principales del Sistema Central, el de la Fuenfría, lo que la convertía en una estación de paso necesaria entre la Meseta Norte y la Sur. Además, se coloca en el eje de una vía importante de tráfico de personas y vía pecuaria, que es el eje paralelo al Sistema Central por el norte que comunicaba la zona del Alto Duero con la actual Extremadura, precedente de la carretera N-110 (Soria-Plasencia).
Especial punto de referencia comercial al sur del Duero, en opinión de Martínez Caballero, en época romana controlaba un amplísimo territorio provincial, unos 2.500 kilómetros cuadrados, que la convertían en un espacio con alta potencialidad de aprovechamientos agrícolas, ganaderos y forestales. Además, se ubican unas minas de cobre relevantes en el centro peninsular, Los Almadenes, en Otero de Herreros. Segovia tenía una alta competencia económica en época romana que explica, por una parte, las dimensiones de la ciudad y la presencia del monumental acueducto.
El espacio de la actual provincia estaba gestionado en época romana dentro de la demarcación administrativa de cuatro ciudades: Confluenta, en Duratón, que gestionaba los territorios del alto valle del Cega y del alto valle del Duratón; Cauca, de origen vacceo, desde donde se administraba la zona de la campiña cerealística del valle medio del Eresma, y en el área más oriental, el alto valle del Riaza, dentro la demarcación de Tiermes, perteneciente a la provincia de Soria.
Las investigaciones realizadas en Tiermes y Confluenta han ido descubriendo elementos importantes de arquitectura romana teniendo en cuenta que estos lugares quedaron abandonados en la Edad Media, con lo cual es posible reconocer las estructuras urbanas. En el caso de Coca es más desconocido porque la villa medieval se superpone sobre la ciudad romana y la exploración del subsuelo solo se puede acometer cuando hay obras civiles, que son muy limitadas.
También se conocen restos de otros asentamientos rurales romanos, especialmente villas de época bajo imperial, grandes edificios que actuaban de residencias rurales para grandes terratenientes o aristócratas locales que explotaban terrenos, como la villa de Aguilafuente, donde las excavaciones realizadas entre 1968 y 1972, que han continuado en 2018, están identificando un amplísimo espacio residencial romano organizado en torno a un gran peristilo central.
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