Mieres, el arte contemporáneo se baja a la mina
La localidad asturiana inaugura un nuevo centro cultural en la antigua sala de máquinas del Pozo Santa Bárbara con una escultura de luz obra de Anthony McCall
El Pozo Santa Bárbara, situado en la cuenca del río Turón a 10 kilómetros de Mieres, fue uno de los mayores pozos mineros de Asturias. La empresa Hulleras del Turón lo abrió en 1913 en busca del preciado carbón y con sus dos pozos verticales acabó siendo el eje de un conjunto empresarial que, con un ferrocarril y un puerto, controlaba desde la extracción hasta su traslado a las acerías vascas y levantinas. En sus años de máxima producción trabajaban unos mil mineros, que descendían a las entrañas de la tierra con picos y palas en busca del carbón, poniendo en peligro sus vidas a diario. Como en diciembre de 1992 cuando una losa de pizarra de 600 toneladas sepultó a cuatro hombres a 300 metros de profundidad.
Pero el repetitivo golpeo del pico, el rascar de las palas, las explosiones de la dinamita y el trajín de las vagonetas cargadas de mineral dejaron de oírse en 1995 cuando Hunosa, la empresa pública que desde 1968 controlaba Hulleras del Turón, cerró el Pozo Santa Bárbara por no ser rentable, pese a las movilizaciones en todo el valle. Desde entonces los castilletes y su sala de máquinas, las tolvas, los lavaderos, las escombreras, el economato y la estación de salvamento, tan necesaria a lo largo de los 82 años de vida de las minas, han estado mudos, pero siguieron dominando el paisaje de este verde valle salpicado con los más de 400 núcleos habitados del concejo de Mieres. Este municipio ha visto cómo se ha reducido su población a la mitad (37.500) en las últimas décadas conforme los nueve pozos que existían iban cerrando. En Mieres hoy queda la única mina de carbón activa de España: La Nicolasa, que en 1995 también vio morir a 14 de sus trabajadores tras una explosión de grisú.
Entre la escultura, el cine y la arquitectura
Pero desde el pasado viernes la actividad ha vuelto al Santa Bárbara, el primer pozo minero declarado bien de interés cultural de España, en 2009. Y lo hace convertido en el Pozu Santa Bárbara, un centro de arte contemporáneo donde puede verse Face to Face II, una obra de Anthony McCall (Londres, 75 años), emplazada en el interior de la sala de compresores restaurada en 2015. El artista británico ha permanecido una semana en Mieres instalando esta obra, una de las más complejas, al contar con dos proyectores enfrentados que lanzan rayos de luz blanca para, con ayuda de una neblina artificial, crear estructuras geométricas. La obra es una de sus Solid Light, piezas a caballo de la escultura, el cine y la arquitectura que generan estructuras, entre oníricas y espirituales, que se ven interrumpidas por la interacción con el espectador; un elemento fundamental en todas sus instalaciones y performances que han recalado en centros como la Tate Gallery, el MoMA y el Whitney Museum de Nueva York y el Pompidou de París, entre otros.
La obra de 2013 no fue pensada por McCall para este espacio; pero el artista cree que es perfecta para el lugar. En el interior de la sala de máquinas, la historiadora del arte y critica Gloria Moure ha creado una enorme caja rectangular donde, como en el interior de una mina, no entra la luz exterior. Cuando el visitante accede a ella, en grupos de cinco o seis personas, pierde la noción de espacio, que solo se recupera cuando sus ojos se acostumbran. Es entonces cuando los haces de luz, como si fueran linternas de los mineros, permiten deambular, con seguridad, por el interior. “La elección de la obra de McCall, tan relacionada con el tema de la energía y la memoria de este entorno minero, es perfecta”, apunta la comisaria.
“No queríamos hacer un museo nostálgico de la minería, anquilosado en el pasado; queríamos mirar al futuro haciendo algo innovador. La experiencia de bajar a una mina ya existía; pero instalar una obra como la de McCall en una sala de compresores no”, explica Juan Antonio Ponte, el joven y enérgico concejal de cultura de Mieres, impulsor de este nuevo equipamiento vinculado con el Mieres Centru Cultural (MCC), en el que pueden verse cinco obras más de McCall realizadas en los años setenta, pero vinculadas con la instalada en Santa Bárbara.
Ponte cuenta con el respaldo del alcalde Aníbal Vázquez, de Izquierda Unida, que gobierna Mieres con sus 15 concejales, frente a los cuatro del PSOE y los dos del PP, en mayoría absoluta. En Mieres nadie permanece ajeno a la minería. En todas las casas, el padre, los tíos o los abuelos, o todos ellos, han sido o son mineros. Vázquez también: “Trabajé hasta que me jubilé en Santa Bárbara. Nunca me dio miedo bajar a la mina, pese a que un tío mío fue uno de los cuatro que fallecieron allí en 1992. La mina es una forma de vida y estamos acostumbrados a convivir con la muerte; pero también crea cohesión y conciencia de comunidad”, explica.
Ponte y Vázquez están convencidos de que la recuperación del pozo para la cultura es una inversión que conseguirá reactivar el valle del Turón y el concejo. “Es una estrategia de visualización de nuevos usos del patrimonio industrial y de la riqueza que puede generar la industria cultural, que ayudará a fijar población en el valle y crear nuevos empleos”, apunta el concejal, que no esconde que cuando visitó por primera vez la sala de turbinas de la Tate Modern de Londres, pensó, “salvando la distancia”, en algo parecido para Santa Bárbara. “Nadie va a la Tate a conocer su historia; pero el edificio y su historia arropan las propuestas que se presentan”, apunta Moure.
La obra de McCall se verá hasta el 31 de enero. Ponte y Vázquez ya están pensando en la siguiente propuesta. “Todavía no hay nombres concretos, pero la dirección es seguir instalando y mostrando algo que impacte y mire al futuro”, concluyen.
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