Rescatados los cuerpos de tres de los cuatro mineros del pozo Santa Bárbara
Los cadáveres de tres de los cuatro mineros atrapados en el pozo Santa Bárbara de Hunosa fueron sacados al exterior ayer por la mañana, ocho días después de que se produjera el accidente. En la bocamina, una multitud de personas no pudo contener la emoción y aclamó a las brigadas de rescate al tiempo que gritaba contra el presidente de la empresa, Eduardo Abellán, cuando aparecieron los dos primeros cadáveres. Eso ocurría a las 10.20. A las 15.45 fue extraído el tercer cuerpo, pero ya no había ni tanta expectación ni tanta tensión.
Los cuerpos sin vida del vigilante Miguel Angel Nogerol Lobo, de 42 años, casado y con dos hijos, y de David Vázquez Fernández, de 35 años, casado y con un hijo, estaban muy próximos entre sí bajo la gran losa de pizarra de 600 toneladas que invadió el taller entre la séptima y la octava plantas, donde trabajaban, al desprenderse del techo. Los dos serán enterrados hoy.Este primer rescate se produjo como consecuencia del trabajo iniciado por las brigadas tras localizar, el martes, un cuerpo en una zona de muy dificil acceso. Durante estos días, mientras se proseguían las labores en el resto del taller, también se trabajó para extraer ese cuerpo. Cuando finalmente se llegó a él, en la madrugada del jueves, se encontraron con que había dos.
El rescate pudo culminarse a primera hora de la mañana, después de una noche de intensa actividad en el pozo Santa Bárbara. Las camillas con los dos mineros fallecidos fueron subidas en la jaula y cruzaron un pasillo dejado por los numerosísimos compañeros, amigos y familiares que esperaron durante horas ese momento, para introducirlos en una ambulancia que los trasladó a un pequeño hospital de la empresa en el mismo Turón, donde se ecuentra la mina.
Tensión y rabia
Esos fueron momentos de una gran emoción. Toda la tensión y la rabia contenidas durante los ocho días que han durado las operaciones descargaron de dos maneras: una con aplausos a las brigadas de rescate que han trabajado con "una intensidad, una diligencia, una rapidez y una competencia extraordinarias", según el ingeniero de Hunosa, y otras con gritos contra el presidente de la compañía, que estaba acompañado por varios de sus directivos, y que se colocó al pie de jaula para recibir a los trabajadores que portaban los cadáveres. Hasta ahora era inusual que los principales responsables de la empresa presenciasen de modo tan directo estos hechos. Entre los presentes hubo muchas lágrimas, aunque los familiares más próximos no estaban allí para evitar mayor tensión.La noche había sido muy larga. Durante casi ocho horas se esperó que salieran, pero se presentaron más problemas de los previstos. En principio, se creía que era sólo un minero el que había que rescatar, pero al comprobar que se trataba de dos hubo que ampliar el área de desescombro, lo que retrasó la operación. Durante la noche hubo constantes idas y venidas de mineros y técnicos para agilizar la tarea.
Poco después de que concluyera esta primera parte de la tragedia, la empresa comunicó a las dos familias que aún quedaban en la explotación que había sido localizado un tercer cadáver. Resultó ser el de José Luis Díaz Guerra, casado y con un hijo. Ya el ingeniero jefe de la zona Aller-Turón, Ramón Cobo, había dicho poco antes: "La lógica hace pensar que los dos restantes están un poco más abajo de donde se han encontrado los primeros". Inmediatamente después de su localización, pudo ser extraído al exterior, lo que ocurrió cuando todavía no eran las cuatro de la tarde, y trasladado también al centro sanitario. Igualmente, será enterrado hoy. El cuarto minero que ayer restaba por ser rescatado es el también picador Alfonso Fernández Iglesias, de 43 años, casado y con hijos.
Cobo destacó la velocidad con la que se habían desarrollado los trabajos en las últimas horas, "que resultaron sorprendentes vistos desde afuera". José Luis Fernández González, miembro del equipo de rescate, atribuyó esta circunstancia a que habían trabajado en equipo, "y a un ritmo acelerado, aunque estamos un poco agotados tras ocho días".
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