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Crítica | Tokyo Shaking
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Tokyo Shaking’: el desastre moral de Fukushima

La película no deja de abrir frentes éticos para el análisis de la situación, lo que lleva a que algunos de ellos queden articulados como meros apuntes sin desarrollo

Imagen de 'Tokyo Shaking'. En el vídeo, tráiler de la película.
Javier Ocaña

El cine de Hollywood se ha ocupado no pocas veces de las hecatombes físicas provocadas por la naturaleza o por el propio ser humano soslayando su categoría de hecho global, para dirigirse hacia un lugar mucho más reducido y recóndito, pero no menos complejo: el de la institución familiar que se rompe a pedazos mientras el mundo se viene abajo. Una figura retórica que el francés Olivier Peyon recupera en buena parte en Tokyo Shaking, película alrededor del desastre nuclear de Fukushima, acaecido en el año 2011 tras un violentísimo terremoto que también provocó un tsunami.

Eludiendo la línea política de, por ejemplo, la excelente serie de televisión Chernobyl, Peyon se centra en una trabajadora de alto nivel de una institución bancaria francesa en Tokio, en su familia, en los trabajadores que la rodean y dependen de ella, tanto galos como japoneses y de otros países, y en los excesos laborales en un sector como el bancario, habitualmente dispuesto a explotar cada situación, aunque se trate de una tragedia. “Son crisis como estas las que dan sentido a nuestro compromiso”, dice a la protagonista, interpretada por la siempre excelente Karin Viard, el más alto responsable del banco, en una terrorífica frase con apariencia de impoluto lema laboral que en verdad esconde la peor de las utilizaciones morales.

Con el tsunami inicial y las sucesivas explosiones en la central de Fukushima como telón de fondo, visualizadas a través de imágenes documentales que los personajes ven con temor creciente por la televisión, la película no deja de abrir frentes éticos para el análisis de la situación, lo que lleva a que algunos de ellos queden articulados como meros apuntes sin desarrollo, y a otros les falte una altura dramática que la historia a veces apunta, pero no llega a alcanzar del todo.

Así, adonde se dirige en su parte final Tokyo Shaking es a un debate de plena actualidad tras lo sucedido con la evacuación de Kabul después de la retirada de las tropas estadounidenses y la llegada de los talibanes al poder: el respeto por la tierra en la que se trabaja y se habita, y también por sus ciudadanos autóctonos, con los que se ha bregado codo con codo, pero a los que con la aparición de la catástrofe se deja tirados, o se pone mínimo empeño en ayudarlos a escapar de la barbarie, ya venga esta en forma de organización político-social del medievo o de desastre nuclear. Y en tal sentido la película completa un evidente interés extrínseco que, sin embargo, no logra tener en su acabado interior.

TOKYO SHAKING

Dirección: Olivier Peyon.

Intérpretes: Karin Viard, Stéphane Bak, Yumi Narita, Philippe Uchan.

Género: drama. Francia, 2021.

Duración: 101 minutos.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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