Mariscal: “Lo de la Biblia todavía hace mucho daño a la sociedad”
El diseñador de Cobi, la mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona, habla de su nuevo proyecto, una película de dibujos animados con Fernando Trueba
En 2015, Javier Mariscal (Valencia, 71 años) el diseñador, entre otras muchas criaturas, de Cobi, la mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona, atravesaba un tiempo delicado de su vida y, en broma, había declarado que, al arruinarse, iba a pedir por las calles. Algunos medios lo tomaron en serio y lo buscaron por si era verdad. EL PAÍS le preguntó entonces cómo estaba. Contestó: “Hay una ducha de humildad que me va muy bien cuando el ego te crece mucho y te crees que eres la bomba. Las cosas te ponen en tu sitio. Ahora la cosa es que te tienes que buscar la vida fuera. Igual cambio de profesión, pero a mí me gusta mucho dibujar”.
Pregunta. ¿Qué pasó luego?
Respuesta. No me lo pregunto nunca… Ahora estoy de lleno en un proyecto, con Fernando Trueba, después de Chico y Rita. Tres años por delante. Dibujo animado de una manera muy adulta. Son voces reales, entrevistas verdaderas que van contando una historia. Cuando acabe la película, me gustaría irme al campo y pintar. Toda esta primavera estuve pintando con los pajaritos.
P. Hace seis años era lo que quería hacer. ¿Qué lo mantuvo en la ciudad?
R. Tener que buscarte la vida. Necesitas estar en la ciudad para trabajar con un pequeño grupo, haciendo lo que yo llamo comunicación visual. Vendo cada vez más dibujos y pinturas. Ahora que los hijos son mayores sí me podría ir al campo. El proyecto en el que trabajo ahora es muy grande, un cómic sobre la evolución… Lo de la Biblia aún hace mucho daño a la sociedad. No es verdad que en cinco días un señor con barba parecido a mí, blanquito, crea las nubes, el cielo, las olas, las cebras… y entonces dice: “He creado la Tierra y alrededor muchas estrellas. Ahora voy a hacer a alguien a mi imagen y semejanza”. ¡Cuidado con lo de la Biblia!
P. En aquella entrevista parecía que había desparramado sobre una mesa un personaje y estaba juntando los pedazos… Ahora este es un Mariscal reflexivo.
R. No soy reflexivo. En el colegio decían “hay que reflexionar”, y me dormía. A mi amigo Miquel Barceló le encanta, cuando termina un cuadro, reflexionar, darle vueltas. A mí me cuesta mucho eso. Vivo mucho como un niño, el instante. Me cuesta mucho pensar. ¡Si no sé qué haré mañana! Busco mucho el silencio. Creo que vivo en una sociedad con mucho ruido. Los medios hacen mucho ruido. Me gusta no saber lo que es un telediario o lo que son las redes sociales…
P. ¿Le pesa el pasado?
R. No. Cuando voy en la moto, me cuesta mirar por el retrovisor. Me gusta leer historia, pero no tengo mucha memoria. Gracias a la historia sé que hay ahora menos países con pena de muerte que países que la tienen. Los niños se pueden defender de los abusadores. Vivo en Europa, tenemos una democracia que funciona, abres el grifo y sale agua a presión... ¡Por favor, de qué hay que quejarse! Hay mucho respeto, todo funciona, la gente hace cola, paga y luego aplaude…
P. Nunca se le ha visto pesimista.
R. Estar vivo te debería llevar a decir a diario “gracias, es maravillosa la vida”. Es mucho mejor ser optimista. Ante el terrorismo de ETA había que decir “cómo se puede ser tan salvaje, acabar con la vida, qué bestias”. Igual que la pena de muerte; es de locos. Desde muy pequeño me he sentido muy querido… El dolor está ahí también; sin dolor no podrías apreciar los buenos días.
Babelia
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