Descarga de furia eléctrica en el bucólico museo
Marc Ribot en Chillida Leku y Marcin Masecki en San Telmo deslumbraron con sus originales propuestas en un Jazzaldia que también acoge JazzEñe, una rica muestra de talento nacional
¿Se imaginan a un sofisticado cuarteto de cuerda interpretando a Beethoven en un garito nocturno minúsculo, cavernoso y oscuro? Una sensación parecida, pero al revés, supuso escuchar la furiosa descarga eléctrica de los Ceramic Dog de Marc Ribot en el bucólico marco de Chillida Leku, ante un amplio prado verde, el sol del atardecer y cientos de personas sentadas en la hierba como si estuviesen asistiendo al más delicado recital campestre. Los jardines del museo han sido una nueva sede para un par de conciertos del Jazzaldia de este año, incluido el del inclasificable guitarrista, que descerrajó un aplastante directo en la tarde del sábado junto a sus fieles Shahzad Ismaily y Ches Smith. A pesar del presunto contraste entre la iconoclasta música de Ribot y la armonía de un espacio tan bello como Chillida Leku, no hubo ningún efecto disruptivo: la propuesta del guitarrista es tan rica y variada que, aunque su lugar natural podría ser un recinto pequeño y cerrado, en el que beneficiarse de la cercanía con el público y de un sonido más compacto, en el gran campo abierto del museo funcionó a la perfección.
Lo que hacen Ceramic Dog no es jazz, aunque haya un gran cantidad de improvisación en sus conciertos. Tampoco es rock o punk, o cualquier etiqueta que venga a la cabeza: lo suyo es todas esas cosas y mucho más. En directo son una experiencia musical de primer orden, sin definiciones ni géneros; canciones combativas, digresiones instrumentales, desarrollos imaginativos, contundentes mazazos acústicos… Todo cabe en la mente maravillosamente desordenada de Ribot, uno de los más personales guitarristas del mundo, que con Ceramic Dog da rienda suelta a todas sus ideas. Sus discos solo muestran una pequeña parte de ellas; es en el directo donde uno puede experimentar a Ribot en su máximo esplendor, y en San Sebastián firmó uno de los mejores conciertos de esta edición del festival.
Entre estos también podríamos incluir los de otro iconoclasta, aunque diferente a Ribot. El pianista polaco Marcin Masecki, que en las mañanas del jueves y el viernes ofreció sendos conciertos con repertorios diferentes en el Museo San Telmo, es uno de los músicos más brillantes y originales de la escena europea. Domina el lenguaje clásico tanto como el jazzístico o la vanguardia, y en su música intercala toda clase de ideas, siempre al servicio de su personal universo creativo. Esa es la palabra que mejor lo define, creativo, como demostró en su relectura del repertorio de Thelonious Monk en el primero de sus conciertos en Jazzaldia, convirtiendo cada pieza del maestro en algo completamente personal, sin desvirtuar, al mismo tiempo, la propia esencia de Monk. En su segundo concierto hizo un recorrido por los orígenes del piano jazzístico como el ragtime o el stride, reinterpretando piezas de James P. Johnson, Jelly Roll Morton o Fats Waller, todas ellas sembradas de sus asombrosas improvisaciones, hasta desembocar en algunas composiciones propias que mostraron aún más la riqueza de su lenguaje. Masecki es un portento, un músico diferente y único, y escucharlo en directo una experiencia difícil de olvidar.
También se ha podido escuchar una fabulosa muestra de jazz nacional de mano de JazzEñe, la iniciativa de la Fundación Autor para la internacionalización del género
Aparte de la programación del Museo San Telmo, en las mañanas del festival también se ha podido escuchar una fabulosa muestra de jazz nacional de mano de JazzEñe, la iniciativa de la Fundación Autor para la internacionalización de jazzistas españoles, que este año ha tenido como marco el Jazzaldia. Ocho conciertos en formato showcase, a razón de dos por día, en los que había desde músicos que están emergiendo con fuerza en la escena, como Daniel García, Smack Dab o Alba Careta, hasta nombres consagrados como Caminero Quintet, el trío de Chano Domínguez con David Xirgu y el maestro Horacio Fumero, o los fantásticos Sumrrá, uno de los tríos más sólidos y personales de nuestro país, que en Donostia presentaron su nuevo álbum, 7 visións. En conjunto, una buena muestra de la fuerza de la escena jazzística española, que urge poner en valor e internacionalizar con el mismo aplomo y constancia de otros países europeos.
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