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Pedro Linares López, el poder de la imaginación al servicio de los alebrijes

El humilde cartonero mexicano adquirió fama mundial al representar las figuras fantásticas que soñó durante el estado febril que sufrió a los 30 años

Pedro Linares López
El pájaro alebrije de Pedro Linares en el Museo de los Niños de Indianápolis.The Children's Museum of Indianapolis.

El poder de la imaginación y los sueños marcaron y cambiaron la vida de Pedro Linares López, que siempre se dedicó al oficio de cartonero que vivió en casa. Sus abuelos y su padre confeccionaban con maestría figuras de cartón que luego vendían. Pedro aprendió, desde niño, a tratar el cartón como un material noble de escultura para realizar piñatas y las tradicionales catrinas, las calaveras con las que se celebran el Día de los Muertos en México.

Su vida dio un giro a los 30 años, cuando una grave enfermedad lo postró en la cama, inconsciente, con una elevada fiebre y sin tener los medios económicos para conocer el diagnóstico ni su tratamiento. Cuidado por sus hermanas, que solo podían rezar por él y tratarle con paños fríos para bajar la fiebre, el joven Pedro Linares estuvo tan cerca de la muerte como que al despertar sus familiares contaron que lo hizo en pleno velatorio y lo consideraron un milagro.

A partir de ese momento, el recuerdo lúcido de los sueños que tuvo en medio de su estado febril y al borde de la muerte, cambió su vida. Todo su esfuerzo y trabajo lo dedicó a recrear los animales fantásticos que soñó y que con tanta nitidez recordaba. Así surgió la palabra “alebrijes”, inexistente hasta entonces, y que era lo que cantaban al unísono los animales en su estado onírico.

Poco a poco fue perfeccionando esa mezcla entre reptiles, mamíferos alados, pájaros e insectos, y dándoles color hasta convertirlas en creaciones apreciadas que le dieron fama internacional. Los alebrijes pasaron a ser conocidos en todo el mundo y una muestra representativa más del arte mexicano, que continuó gracias a sus hijos cuando Linares falleció a los 85 años.

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Pedro Linares López nació en Ciudad de México el 29 de junio de 1906. Dedicado desde niño al oficio de su padre, la cartonería, la humilde vida de su familia transcurrió sin sobresaltos hasta que la enfermedad que sufrió en 1945, a los 30 años, le cambió la vida. La situación económica le impidió tratar a tiempo sus dolencias, y el joven artesano quedó postrado en cama, inconsciente y con una elevada fiebre que hicieron temer lo peor a su familia.

Cuando Pedro se encontraba inconsciente tuvo un sueño muy extraño, pero que se convirtió en la historia que le cambió la vida al recordarlo, contarlo y plasmarlo en sus creaciones, lo que le permitió empezar a ser reconocido en México, después en toda América, más tarde Europa y, en la actualidad, en todo el mundo.

El extraño sueño, según el relato del mismo Pedro Linares una vez que recuperó la conciencia, lo situaba en una especie de bosque por la amplia presencia de árboles, rocas y también de sonidos de animales. Él se sentía en paz y sin dolores caminando por esa especie de bosque. Sin embargo, de repente todo el escenario cambió y comenzó a convertirse en extrañas criaturas que nunca había visto antes y que era incapaz de reconocer ni clasificar.

Entre esos extraños animales que vio, los que más recordó después fueron un burro con alas, un gallo con cuernos de toro y gran cantidad de animales mezcla de insectos, reptiles, pájaros y mamíferos con todo tipo de colores.

Sin embargo, algo más llamó la atención de Pedro en ese sueño además de la apariencia de los extraños animales, y fue el hecho de que gritaban sin parar la palabra “alebrijes” de una manera clara, fuerte y repetitiva, cantando todas a la vez “¡alebrijes, alebrijes, alebrijes!”.

Pedro Linares recordó que su extraño sueño continuó con su recorrido por un camino lleno de piedras en el que reconoció una figura humana a la que le preguntó la forma de abandonar aquel lugar. Fue entonces cuando ese inesperado interlocutor le dijo que no se encontraba en el lugar adecuado y que tenía que salir de allí cuanto antes porque aún no había llegado su momento.

La figura humana le indicó la dirección para salir, y Pedro Linares se dedicó a correr lo más rápido que pudo para acabar pasando por una especie de pequeña ventana.

Los familiares de Pedro Linares contaron después que cuando recobró la conciencia y despertó se encontraba en su propio velatorio, rodeado de familiares, amigos y vecinos que lloraban su muerte y que lo consideraron un milagro.

Cuando Linares se recuperó de la enfermedad empezó a recordar este extraño episodio que había tenido en sueños mientras se debatía entre la vida y la muerte. Fue en ese momento cuando tomó la decisión de darle vida a las criaturas de aquel bosque, así que, aprovechando sus habilidades en cartonería, comenzó con la tarea de representar a aquellos animales extraños que había visto de una manera tan real en sueños.

Realizó innumerables bocetos y les dio vida a través de la pintura hasta que tuvo las representaciones exactas de lo que vio. El último paso, el de dar nombre a todas aquellas criaturas, tampoco le resultó complicado, ya que las llamó alebrijes. Su vida, a partir de ese momento, consistió en mostrar su nueva vertiente de trabajo con el cartón a todas las personas que podía. Primero, a sus seres queridos y cercanos, pero poco a poco, la admiración que despertó amplió ese ámbito a todo el país y, más tarde, se extendió por todo el planeta.

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Tal fue el reconocimiento que obtuvo Pedro Linares con sus alebrijes, que fue invitado en numerosas ocasiones para visitar Estados Unidos y Europa, con la única finalidad de que mostrara al mundo sus hermosas y extrañas criaturas. Atrajo la atención y la admiración de los artistas mexicanos más reconocidos a nivel internacional, como Frida Kahlo y Diego Rivera, pero fue un documental sobre su vida y su obra, realizado en 1975 por la cineasta Judith Bronowski, el que lo elevó a la fama mundial.

En 1990 Linares recibió el Premio Nacional de Ciencias y Arte de México en la categoría de Arte y Tradiciones Populares gracias a todo su trabajo, a su técnica, a su arte y, por supuesto, a sus alebrijes.

Pedro Linares López falleció el 25 de enero de 1992, a los 85 años, dejando una herencia incalculable en el arte mexicano. Su oficio pasó a sus hijos, que continuaron evolucionando y creando nuevos alebrijes.

Linares fue, sin duda, un artista que permitió que se consolidara una nueva perspectiva del arte por el que es reconocido México en la actualidad; un arte lleno de misticismo, de magia, de color y de una insuperable imaginación. Es considerado el padre de un tipo de arte surrealista basado en criaturas inexistentes que solo estaban conectadas entre sí por su propia imaginación y por el poder de sus sueños.

Supo acercar ese arte y convertirlo en cotidiano y, en la actualidad, muchos artesanos y familias reproducen la técnica y las creaciones de Pedro Linares, contribuyendo a convertir sus alebrijes en inmortales.

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