Vendida por 90.000 pesos: así es la primera pieza de criptoarte subastada en México
Morton, la casa más importante en el país, ha decidido lanzarse a subastar su primer ‘Non Fungible Token’ y entrar al mundo multimillonario del cripto-arte, un mercado emergente en la región
La casa de subastas Morton, la más importante en México, ha decidido lanzarse a un mundo que era, inicialmente, exclusivo para nerds y especuladores: el mundo del criptoarte. Es decir, el creciente mercado del arte que se mueve en plataformas digitales llamadas blockchain, donde primero surgieron criptomonedas como bitcoin o ether. En esas plataformas de blockchain, como Ethereum, existen también otros códigos encriptados llamados NFT: Non Fungible Token o tokens no fungibles. Códigos que se venden en el mercado digital para garantizar la propiedad única de un texto en línea, de un meme, o incluso de una obra de arte.
A mitad de junio Morton anunció que, por primera vez en América Latina, una casa de subastas ofertaría su primer NFT: la obra de arte Viva, del artista mexicano Juan Carlos Valle. Viva tiene solo dos colores: una pintura gruesa de color blanco de fondo, y otra igual de densa en el medio de color rojo sangre y en forma de corazón. Pero con un componente especial: vibraciones debajo del lienzo que hacen al rojo subir y bajar como palpitaciones humanas. Viva no existe ya materialmente, porque Valle pintó algo más encima del lienzo. Ahora se puede ver solo en forma de GIF. “Esta pieza es una oportunidad para proclamar que la pintura vive, trasciende tiempo, espacio y tecnología”, dijo Valle en una conferencia de prensa presentando su obra.
Este jueves, el NFT de Viva se vendió por 90.000 pesos mexicanos en la subasta, es decir, unos 4.500 dólares, o 3.800 euros (o 110.880 pesos mexicanos en total, si se cuentan comisiones e impuestos). El precio inicial era de 35.000 pesos, por lo que en la subasta casi se triplicó su valor.
En el mundo del blockchain, quienes asistieron a la subasta podían competir por el código encriptado de Viva, que le da ahora la propiedad de la obra al ganador (la paleta número 207). “Así como habrá sido una revolución en su momento la invención del óleo”, dijo Valle cuando promocionó su obra, transformar Viva en código encriptado fue “simplemente continuar explorando el soporte y tecnología”.
La casa de subastas ofreció un precio modesto de arranque para subastar esta obra si se consideran otros grandes hits del mundo del NFT. En marzo, el NFT de una columna del New York Times se valoró por 560.00 dólares. En mayo, el NFT de un famoso meme de una nena mirando a la cámara mientras se incendia una casa se vendió por 500.000 dólares. En marzo, la casa de subastas Christie‘s logró vender una obra del artista conocido como Beeple por 69 millones de dólares, un collage de cientos de fotos digitales y hasta el día de hoy la venta más alta en el mercado artístico de los NTF.
Sin embargo, de acuerdo a un estudio de mercado realizado por la firma de análisis ArtTactic, el precio promedio de un NFT en el mercado internacional del arte está por los 1.228 dólares. La oferta de Morton por la obra Viva estaba un poco más arriba del promedio. ”Morton seguirá trabajando en ampliar este mercado, por lo que podremos esperar encontrar más piezas de NFTs en próximas subastas”, dijo la casa después de vender la obra.
Un criptomercado emergente del arte
La plataforma de blockchain que Morton escogió para subastar el código encriptado de Viva se llama Arterium, una plataforma de una empresa canadiense-española llamada Oaro y que desde hace cuatro años trabaja con otros activos de blockchain para la banca, servicios de seguridad, o para seguros. La obra de Viva es, de hecho, la primera con la que Oaro se lanza al mundo del criptoarte. “Nuestra intención es que crezca y seguir con Morton para que el próximo año podamos trabajar con más artistas, más obras, y se haga más grande la plataforma”, cuenta Ariano Hernández, CEO de Oaro, a El PAÍS. De acuerdo a un estudio interno de la empresa, los países más interesados en NTFs siguen siendo Estados Unidos, Canadá, y algunos países asiáticos. Pero, en los países hispanohablantes, han visto un interés creciente en España, Argentina, Colombia y especialmente México.
Hay cierta paradoja con que las casas de subastas como Morton entren al mundo del criptoarte. Si la filosofía de las criptomonedas era poder evitar a reguladores del mercado (como los bancos), en la filosofía del criptoarte la idea era que los artistas puedan evitar a reguladores del mercado del arte (como las galerías o las casas de subastas).
“Nosotros no tenemos ninguna intención de quitar del mercado a las casas de subastas”, dijo Hernández de Oaro a El PAÍS. “Nosotros queremos trabajar con Morton porque ellos ya tienen a los artistas y tienen compradores que están ya totalmente preparados para la puesta en el mercado”. Además, añade, “más que pensar en descentralización a la hora de eliminar intermediarios, pienso más en aportar nuevos factores tecnológicos que hasta ahora no eran posibles. Antes era imposible determinar si una obra digital era tuya o era mía”. Ahora, con un NFT, esa propiedad digital es rastreable y, de alguna forma, inalienable.
Natalia Giraldo, artista digital colombiana de 35 años, ha estado promocionando sus obras en este mundo nuevo del criptoarte. A diferencia del artista más posicionado como el que promocionó Subastas Morton, Giraldo es una artista emergente que puede ganar más con la visibilidad que dan las nuevas plataformas descentralizadas de criptoarte –como Nifty Gateway o SuperRare– para promocionar sus obras en todo el mundo.
“Lo bueno de estas plataformas, y lo interesante, es que elimina las galerías, y te da la plataforma de venta inmediata”, dice Giraldo a El PAÍS. Otra artista colombiana, Camila Fierro, vendió en marzo una de sus obras en Open Sea por casi 500 dólares, sin ayuda de las galerías. “Pero lo que es difícil es promocionarse, porque cuando eres nuevo en esto, como para cualquier artista, necesitas una promoción”. Es decir: el capital cultural lo siguen teniendo, en parte, las galerías o las casas de subastas, que tienen aún cierto poder como árbitros del mercado del arte para promocionar a unos artistas y no a otros frente a los coleccionistas.
Además, explica Giraldo, aún es necesario un proceso educativo para que más coleccionistas o ciudadanos interesados en el arte entiendan el mercado de los NFT, las nuevas plataformas digitales en las que se promocionan, y el valor que pueda tener ese código encriptado a futuro. Aun así, el interés de más actores en el criptoarte, como Subastas Morton, le da una señal positiva a artistas digitales como ella.
“Las galerías y las casas de subastas ahora se están actualizando”, dice Giraldo. “Por la pandemia llegó una crisis en los museos, y en las galerías, y tuvieron que empezar a pensar cómo hacer un paso a lo digital y buscaron de dónde agarrarse. Los NFT ya estaban ahí desde el 2017, con plataformas [para subastar criptoarte] como SuperRare, pero estas han explotado desde el año pasado”. Además, ahora las galerías exploran también la forma de vender sus obras en criptomoneda. “Las casas de arte se estaban demorando mucho en hacer esta transición, pero me parece interesante que las galerías se vuelquen a recibir cripto, y que se vuelquen al NFT, porque definitivamente es el siguiente paso”, dice la artista.
La gran pregunta que queda es qué tan bueno es el mercado del criptoarte para el medio ambiente. Tanto las plataformas como Artereum o los artistas como Giraldo están intentando que la venta de NFT no genere un impacto ambiental enorme como lo hacen normalmente las plataformas de blockchain como Ethereum. De acuerdo a Hernández, Artereum es ambientalmente más responsable que otras porque necesita menos servidores alrededor del mundo para operar (o en lenguaje blockchain, menos nodos). “Para que te hagas una idea: la red de Ethereum consume casi lo mismo que Portugal en energía, y nosotros consumimos lo que consumirían 40 o 50 hogares”, explica Hernández. La artista Natalia Giraldo, por su lado, explica que quienes compran las obras tienen que pagar un impuesto de impacto ambiental (un gas fee) y dice que parte de las ganancias de una de sus obras (S.O.S. Amazonas) irán a financiar iniciativas que buscan reforestar partes de la selva amazónica.
El proyecto emblema de Giraldo en el mundo del criptoarte se llama Coca Power: unos pines en forma de hoja de coca para colgar en una chamarra, que se puede comprar por solo 35.000 pesos colombianos (siete euros u ocho dólares). Pero también se adquieren en forma de NFT: símbolos digitales de la hoja de coca para hacer conocer su uso ancestral en Colombia. “Es una planta sagrada que ha sido abusada y se requiere sanar ese discurso, y yo busco sanarlo para poder devolverle el poder un poco a la hoja”, dice Giraldo. “Y ha sido muy chévere este proceso de también enseñar, no solamente este mensaje de la coca, sino el de la tecnología como un nuevo medio que tenemos para expresarnos”.
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