La lucha vecinal de los olvidados de Barcelona de ‘El 47’ conquista los premios Gaudí

Marcel Barrena ha llegado a los Gaudí vestido para ganar. De lejos, su traje de Antoni Miró y corte de pelo reciente disimulaban los nervios que, de cerca, irradiaba: “El año pasado sabía que no tenía nada que hacer, venía nominado con un documental que no estaba en las quinielas, pero es que aquí siempre vengo con la sensación de que no será el día”. Barrena, director de El 47, la película sobre la lucha vecinal barcelonesa convertida en el milagro del más de medio millón de espectadores, ha sido el hombre de la noche en el Auditori del Fórum de Barcelona. No las tenía todas consigo al llegar. No le convencía el hito de las 18 nominaciones y ser la película más reconocida de la historia de los premios de la Academia del Cine catalán. “A diferencia de los Goya, que ya tenemos la pista de haber sido premiados con los Forqué, no lo veo claro porque no sé si aquí sea la catalanidad que se premie, aunque sea la misma que en Casa en flames”. Se equivocaba.

En la que se planteaba una noche marcada por su cinta y la de Dani de la Orden, las dos películas que más han recaudado este año en los cines, fue la suya la que se coronó con siete premios Gaudí: mejor película, mejor actor protagonista (Eduard Fernández), actriz secundaria (Clara Segura, que no pudo acudir por motivos de trabajo), dirección de producción (Carlos Apolinario), vestuario (Olga Rodal e Irantzu Ortiz), efectos visuales (Laura Canales e Iván López), maquillaje y peluquería (Karol Tornaria), así como el premio del público a la mejor película.

“Me sorprende que diga esto Marcel, quizá es porque yo soy charnego, pero más definitorio de lo que es Cataluña que El 47 no se puede ser. Explica mejor Cataluña esa película que Casa en flames”, ha afirmado Eduard Sola, guionista, antes de saber que recogería la estatuilla por esa tragicomedia sobre la decadencia burguesa catalana y ofreciese uno de los discursos más aplaudidos de la noche. La directora Carla Simón, que acudía embarazada para entregar un premio mientras encara el montaje de Romería, su última película grabada en Galicia, ha defendido en la alfombra roja la buena cosecha de un año en la que “el cine en catalán se ha visto mucho en los cines y ha devuelto el amor por las salas”. En esa línea también se expresó Judith Colell, presidenta de la Academia del Cine catalán, durante su discurso en la ceremonia: “Este año sí. Este año hemos llenado las salas del cine con cine en catalán”, dijo, y alertó con “no bajar la guardia” para “estar a la altura ahora que el público nos quiere”.

La segunda cinta más premiada de la noche no fue la historia de una familia en crisis en Cadaqués, sino Polvo serán, la película de Carlos Marqués-Marcet donde, a través del musical con coreografías de La Veronal, explora el suicidio asistido entre parejas con la historia de una actriz con un tumor cerebral (Angela Molina) que decide acudir a una clínica en Suiza para dejar este mundo junto a su marido, un hombre que no está enfermo pero que decide quitarse la vida con ella. Además de mejor película en lengua no catalana, Polvo serán se ha hecho con la mejor dirección de arte para Laia Ateca, montaje (Chiara Dainese) y música original para María Arnal.

Una de las sorpresas de la noche, por romper el binarismo en las quinielas que planteaban Casa en flames y El 47, fue el premio a la mejor dirección, que ha recaído en Isaki Lacuesta y Pablo Rodríguez, directores de Segundo premio, la película que representará a España en los Oscar y que se ha llevado tres estatuillas, igualando a las de Casa en flames. La película sobre la amistad y la grabación de Una semana en el motor de un autobús, unos de los álbumes más míticos de la banda granadina Los Planetas, también se llevó mejor fotografía y mejor sonido. Casa en flames finalmente se quedó con tres: el de guion original para Sola (que también ha firmado el de la serie Querer y la película La virgen roja) y dos de interpretación: el esperado Gaudí para Emma Vilarasau como mejor actriz y el de actor de reparto para Enric Auquer. El guion adaptado fue para Mar Coll y Valentina Viso por Salve Maria, película sobre los terrores de la maternidad y el desapego de una madre primeriza de la que también salió triunfadora Laura Weissmahr, mejor interpretación revelación.

En una gala conducida por Marc Clotet, Paula Malia y Judit Martín, una que se salió del guion para recordar las luchas del alquiler digno y contra los desahucios o el genocidio de Gaza, Paco Poch fue el primer productor en recibir el Goya de Honor-Miquel Porter, Diario de mi sextorsión se llevó el mejor documental y la mejor dirección novel fue para Ceria Giraldo por Un lugar común.