Constantino Bértolo: “El canon es censura”
El editor y crítico repasa el siglo XX español a partir de 55 libros en ‘¿Quiénes somos?’, que incluye obras de Luisa Carnés, Félix Rotaeta o Blanca Andreu, y deja fuera las de Elena Fortún, Jorge Semprún o Javier Marías
La idea era armar un retrato colectivo de la agitada historia de España desde finales del siglo XIX hasta la crisis de 2008 a partir de libros publicados en ese periodo. Este encargo le llegó al crítico y editor Constantino Bértolo de su colega y fundador del sello Periférica Julián Rodríguez, prematuramente fallecido en 2019. Entre ellos hablaron mucho de esa lista imaginada y Bértolo, finalmente, se propuso señalar esos poemarios, ensayos y sobre todo novelas del último siglo que le han permitido construir, en comentarios de apenas un par de folios, ¿Quiénes somos? 55 Libros de la literatura española del siglo XX (Periférica).
Durante el confinamiento remató la tarea, releyó, fue descartando y sumando. “Se trataba de hacer una recopilación más que una selección de los mejores. Porque ¿mejores para qué? La calidad literaria es algo complejo y complicado”, argumenta Bértolo (Lugo, 74 años) en una terraza próxima a su domicilio madrileño en el barrio de Argüelles, a finales de marzo. “Este libro está escrito como crítico cultural”, apunta, antes de subrayar que su gusto personal, “caprichoso” y propenso a conmoverse con “cualquier historia con un gallego en un pueblo”, ha quedado mayormente fuera. “Son libros que me interesan más allá del gusto. No tengo la arrogancia ni la ignorancia de intentar hacer un canon”, señala, y remata enfatizando que “el canon es censura”.
“Se trataba de hacer una recopilación más que una selección de los mejores. Porque, ¿mejores para qué? La calidad literaria es algo complejo y complicado”, argumenta Bértolo
Han quedado también excluidos de ¿Quiénes somos? libros escritos en lenguas que no son el castellano —”solo podría incluir los escritos en gallego que puedo leer o alguno en catalán; en euskera habrían tenido que ser traducciones”— y no están títulos ampliamente traducidos y celebrados dentro y fuera de España de autores contemporáneos como Javier Marías, Almudena Grandes, Antonio Muñoz Molina, Andrés Trapiello, Javier Cercas o Enrique Vila-Matas. “La literatura sirve para leernos. Hay gente que se relaciona con ella de una forma religiosa, pero en mí hay una voluntad laica. La lectura que propongo no es de homo literatus, sino como ser social”, explica, y añade que tampoco ha querido hacer sociología. “Esta lectura del pasado es hacia el futuro que yo quiero para este país, más justo socialmente”.
Los libros que van marcando su ruta, abarcan desde La voluntad de Azorín, publicada en 1902, hasta Cultivos, una obra precisamente de Julián Rodríguez que, más allá del homenaje que el autor ha querido rendirle a su colega editor, engancha con el mundo rural, uno de los ejes temáticos que sostienen la lista. Los otros asuntos que Bértolo enumera en la introducción son: España como problema; proletariado y revolución; el feminismo; el poder de la Iglesia; Guerra Civil y posguerra; resistencia antifranquista; Europa como destino; la cultura de la Transición y el fin del espejismo. “Esos temas van recorriendo la historia de España y la historia de una literatura que muestra la transformación que se produce en la manera de mirar la realidad”, explicaba. En el apartado de literatura fascista no incluye poesía, sino las novelas de Rafael García Serrano, Eugenio o proclamación de la primavera ―que define como “cursi”―, y Leoncio Pancorbo, de José María Alfaro. Encuentra en esos libros claves para entender el discurso de la ultraderecha de hoy.
“No he buscado equilibrios”, defiende Bértolo que, entre los 13 títulos escritos por mujeres de su libro, incluye El grito inútil, de Ángela Figuera Aymerich; Nosotros, los Rivero, de Dolores Medio, y Tea Rooms. Mujeres obreras, de Luisa Carnés, pero no, por ejemplo, Celia en la revolución, de Elena Fortún.
En ¿Quiénes somos? no faltan títulos como Lo peor de todo, de Ray Loriga; La buena letra, de Rafael Chirbes; o Belinda y el Monstruo, de Luis Magrinyà, en los que Bértolo —director de Debate entre 1990 y 2003 y del sello Caballo de Troya hasta 2014— trabajó como editor. “He buscado obras, no autores, y esos libros los edité y los tengo muy presentes. Belinda cuenta la transición y el paso a la democracia, cuando el yo se convierte en mercancía y la Guerra Civil realmente termina. Y en el libro de Ray [Loriga] ni siquiera se sabe quién era Franco”, reflexiona. Juan José Millás, añade, “cuenta la Transición de forma perfecta” en Letra muerta, como también los poemas de Blanca Andreu, que en el comentario de su libro Bértolo define como “versos de quebrado vuelo, referencias culturales que brillan igual que tatuajes en medio de la noche ebria”.
En Las pistolas, de Félix Rotaeta, dice que está “el anuncio de la posmodernidad”, y en Herrumbrosas lanzas, de Juan Benet, una lectura de la Guerra Civil no como la lucha revolucionaria, sino como una batalla cainita. A Jorge Semprún lo menciona sin dar su nombre en el comentario que dedica a La mina, de Armando López Salinas.
Según Bértolo, uno de los grandes aciertos por parte de Rodríguez al hacerle el encargo fue marcar el tope en 55 títulos, “un número que no es redondo”. Quizá el acierto suyo como autor ha sido abrir el debate, porque todo título que cualquier lector sumase a esta lista implicaría quitar otro. “Salvo que tu elección se corresponda con el canon, la gente confunde lo personal con lo sectario”, defendía. La discusión está servida.
La nuevas voces
Como editor, Constantino Bértolo apostó en Debate y en Caballo de Troya por nuevas voces de literatura española. ¿Hay un 'boom' en estos años? "Se ha producido algo que yo agradezco y es que las nuevas voces hoy no lo tienen tan complicado para publicar, y algo puede tener que ver el sello Caballo de Troya", apunta. "Esos libros parecen tener más visibilidad desde que yo no estoy". Y Bértolo menciona otros sellos como Blackie Books o Xordica que "tienen un nivel de riesgo editorial menos prudente" que otras editoriales.
Babelia
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