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Treinta años sin David Lean, el último gran clásico

El canal TCM homenajea al director de ‘Lawrence de Arabia’ con una programación especial

Vídeo: David Lean durante el rodaje de 'Lawrence de Arabia'. En el vídeo, 'Nostromo', el sueño imposible de David Lean, del canal TCM.

“Me encanta plasmar imágenes sobre una pantalla. Me provoca fascinación ver cómo se edita una escena”, decía el cineasta David Lean. “Para mí es enormemente emocionante. Ha sido mi vida. Y no lo hago por dinero. De hecho, si tuviera dinero, lo que haría es dárselo a los productores para que me contrataran”, añadía con ironía.

A Lean se le ha calificado como el último gran clásico que ha dado la historia del cine. Gracias a sus películas, los espectadores de los años cuarenta, cincuenta, sesenta, setenta e incluso de los ochenta, pudieron vivir grandes aventuras y apasionadas historias de amor. El actor Omar Sharif, que trabajó con él en Lawrence de Arabia y Doctor Zhivago, decía que las películas de Lean tenían siempre algo de magia y él mismo reconocía que buscaba ese pellizco cuando se ponía detrás de las cámaras. “Cada vez me doy más cuenta de que la realidad en la pantalla es un aburrimiento. Las películas son como un sueño, ¿no? Y opino que deberían tener un aura de irrealidad. Y eso es lo que intento hacer”, decía.

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Este viernes 16 de abril, cuando se cumplen 30 años de la muerte David Lean, TCM va a recordar a este gran realizador emitiendo tres de sus películas más famosas: La hija de Ryan, El puente sobre el río Kwai y Lawrence de Arabia. Además, los espectadores del canal podrán ver Nostromo: el sueño imposible de David Lean, un documental de producción propia, dirigido por Pedro González Bermúdez, en el que, gracias a los testimonios de amigos y colaboradores, se reconstruye el complicado proceso que vivió ese frustrado proyecto de llevar al cine la novela de Joseph Conrad.

David Lean nació en Croydon, Inglaterra, el 25 de marzo de 1908. Pasó por todos los oficios de la industria del cine hasta que, en 1942, el famoso dramaturgo y cineasta Noël Coward le llamó como ayudante para su película Sangre, sudor y lágrimas. “Me dijo: ‘Quiero rodar una película sobre la marina británica. ¿Me ayudarías a dirigirla? No he dirigido nunca y no sé los trucos técnicos del oficio’. Al parecer había estado preguntando por ahí qué técnicos eran los mejores dentro del estudio y alguien le dio mi nombre. De esta forma me convertí en director”, recordaba.

En 1946 estrenó el primero de sus grandes éxitos: Breve encuentro, una de las historias románticas más bellas que ha dado el cine. Posteriormente adaptó dos obras de Charles Dickens: Cadenas rotas, basada en la novela Grandes esperanzas, y Oliver Twist. En 1957, con El puente sobre el río Kwai, consiguió su primer triunfo internacional. Logró el Oscar como mejor director, premio que volvió a ganar en 1963 con Lawrence de Arabia. “Me gusta mantener un estrecho control sobre todos los elementos de una película. Creo que eso es ser director: fomentar el talento de los otros y extraer de ellos todas las cosas que imaginaste cuando trabajabas sobre el guion. En ese sentido creo que soy una especie de dictador amable”.

Después llegaron títulos como Doctor Zhivago o La hija de Ryan. “Siempre he querido hacer películas que a mí me hubiese gustado ver cuando iba a un cine”, explicaba. “Amo las buenas películas. Y una cosa fundamental para lograr hacer una es contar una buena historia que esté por encima de las modas y que tenga buenos personajes. Quizá por eso solo he dirigido 16 largometrajes. He pasado gran parte de mi vida leyendo historias, eligiendo cuidadosamente mis proyectos y trabajando en los guiones”.

En 1984 dirigió su última película, Pasaje a la India, basada en la novela de E. M. Forster. El filme fue candidato a once premios Oscar. Ganó dos: Maurice Jarre por la banda sonora y Peggy Ashcroft como mejor actriz de reparto. David Lean fue nominado por partida triple: director, guionista y responsable del montaje. “Personalmente disfruto del montaje casi más que cuando dirijo la filmación. Creo que es el trabajo más fascinante. La gente cree que editar es básicamente cortar escenas. Yo lo veo más como unir, mezclar imágenes y así ir dándole forma a una historia. No puedes convertir una mala película en buena gracias al montaje, pero sí hacerla tolerable. Y, desde luego, puedes arruinar una buena película con un mal montaje”.

Antes de morir, David Lean tuvo un último proyecto cinematográfico. Fue Nostromo, basado en la novela de Joseph Conrad. Una película que no se pudo llevar finalmente a cabo porque las compañías de seguros no lo quisieron respaldar, debido a su edad y a su frágil salud. “Esta industria se alimenta de exploradores creativos. Corremos un gran peligro. Pienso que ahora hay unos cineastas nuevos estupendos. Ellos van a ser nuestro futuro. Por favor, los que ponéis el dinero, recordad lo que son”, afirmó en una de sus últimas apariciones públicas.

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