El compromiso con la cultura de un creador musical
Antoni Caimari Alomar, fallecido el sábado a los 77 años, murió desahuciado y sin un duro a pesar de los ruegos a las instituciones gubernamentales y el patronato de su fundación
En una aldea de la Mallorca rural, Búger, el músico, compositor y mecenas Antoni Caimari Alomar construyó una de las más notables instituciones de la música contemporánea española. Fundó los míticos Encontres de Compositors, el sello discográfico Unió de Músics y un laborioso estudio de grabación. Antoni Caimari Alomar (fallecido el sábado en la localidad mallorquina de Inca a los 77 años de una grave neumonía) concibió la fundación ACA —siglas del Área de Creación Acústica e iniciales de su nombre— como el refugio en el que la inspiración del arte, la premonición espiritual y el compromiso con la cultura encontrarían la complicidad que se deben los artistas nacidos bajo el signo de Saturno.
En noviembre del año pasado, se nos invitó a participar en el homenaje a Antoni Caimari Alomar y pudimos comprobar de nuevo el afecto, respeto y admiración que levanta la figura de este hombre extraordinario. En el libro que recoge las aportaciones de los músicos, poetas, pintores y escritores que no pudieron asistir se le retrata como “un creador de músicas y sonidos, de acontecimientos musicales y artísticos” (Llorenç Balsach), como “un visionario” (Llorenç Barber), “con su figura patriarcal de perfiles quijotescos, tolstoianos, con un aire profético, que busca la luz de la autenticidad artística” (Benet Casablancas), “hombre de ideas, humanista e impulsor” (Tomás Marco), “un milagro, un prodigio, un ejemplo de amor a la cultura” (Biel Mesquida), “una vida dedicada a la creación musical” (Agustí Aguiló), “su monumental y ecléctica obra pianística” (Eduardo Polonio), “con una ingente composición musical” (Mestres Quadreny), “uno de esos seres carismáticos, valientes y excepcionales” (Fátima Miranda).
Mientras se ponía el sol sobre los campos de almendros, íbamos escuchando los discursos de los representantes institucionales y el sollozo de los que decían ser amigos íntimos del músico mallorquín. Fue entonces cuando nos dimos cuenta: ¿Dónde está Antoni Caimari?
La junta directiva de la fundación había decidido apartar al músico de la ceremonia que con tanta pompa se celebraba. Algunos, incluso, hablaban de Caimari como si ya hubiera muerto y fueran a sonar las campanas del entierro.
Antoni Caimari había donado la integridad de su patrimonio a la fundación ACA y durante 40 años trabajó incansablemente en el proyecto al que dedicaba su vida. Como un ermitaño de la música, como un monje gregoriano, según contó su hijo, el cineasta Antoni Caimari Caldés. El compositor llegó a la vejez sin un duro en el bolsillo y pidió al patronato de su fundación la ayuda económica que le permitiera vivir sus últimos días en la modesta vivienda que había construido (¡y legado!) junto a su fundación.
Un grupo de intelectuales, músicos y artistas amigos de Antoni Caimari enviamos una carta a la fundación y a las instituciones autonómicas integradas en su patronato. En resumen, la carta viene a decir: Ni se os ocurra desahuciar a Antoni Caimari; si lo sacáis de su casa y lo ingresáis en una residencia, no lo soportará.
Siempre será recordado este insólito episodio de la historia regional de la mezquindad: el patronato y las instituciones autonómicas y municipales le dijeron que no. ¡Le negaron los siete euros diarios que solicitó su familia! Así fue conducido Antoni Caimari Alomar hacia la residencia de ancianos en la que ha muerto. Entró el 4 de febrero y el sábado 27 le dieron la extremaunción.
En el funeral oficiado en la iglesia de su pueblo natal, Sa Pobla, se encontraron los amigos y familiares que hemos visto de cerca su terrible decepción, pero ninguno de los representantes institucionales que se sientan en el patronato de su fundación.
Basilio Baltasar es director de la Fundación Formentor.
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