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Crítica | La llamada de lo salvaje
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Buck ya lee los periódicos

La estrella, casi más que el hombre y el 'semiperro', son unos efectos especiales capaces de pervertir esta aventura del norte hasta convertirla en un parque de atracciones dedicado a Jack London

Harrison Ford en 'la llamada de lo salvaje'. En vídeo, un avance de la película.
Elsa Fernández-Santos

Existe más de media docena de películas y series inspiradas en el clásico de Jack London La llamada de la selva, incluida una versión muda de 1923 producida por Hal Roach con un precioso cartel en el que se ve al perro Buck aullando en medio de la nieve, o la de William Wellman y Clark Gable de 1935. Lo cierto es que la historia de este perro de 60 kilos, hijo de un enorme san bernardo y una pastora escocesa, ha sido un relato de cabecera para millones de niños y jóvenes que han encontrado en este animal bueno y luchador una puerta que no se agota para comprender el instinto por lo primitivo.

LA LLAMADA DE LO SALVAJE

Dirección: Chris Sanders

Intérpretes: Harrison Ford, Dan Stevens, Bradley Whitford, Karen Gillan, Omar Sy.

Género: aventuras, Estados Unidos 2020

Duración: 100 minutos

Desde la primera frase de la novela (“Buck no leía periódicos”), London nos indica que al menos hay una cualidad humana que aquel gigante compañero no poseía. Un detalle que con la nueva raza perruno-digital hasta podría parecer subsanado. En manos de las nuevas tecnologías, Buck resulta un perro tan expresivo como (a veces) artificioso. Programado para competir con cualquier reparto. Incluso con veteranos como Harrison Ford, uno de esos actores que funciona a la perfección en una película familiar como esta y que aquí aguanta el tipo como el bueno de John Thornton, último vínculo de Buck con los hombres antes de unirse para siempre al canto de la manada.

Pero la estrella, casi más que el hombre y el semiperro, son unos efectos especiales capaces de pervertir esta aventura del norte hasta convertirla en un parque de atracciones dedicado a Jack London: con las carreras de trineos o las bajadas en canoa hasta se podría reclamar un cinturón de seguridad en la butaca.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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