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Cómo reinventar el mundo tras la catástrofe climática

Thaddeus Phillips estrena, por encargo de La Abadía, ‘Antropoceno’, su primera producción en español

Rocío García
La actriz Kateryna Humenyuk en la obra 'Antropoceno'.
La actriz Kateryna Humenyuk en la obra 'Antropoceno'. ÁNGELA BONADIES

Sin apenas palabras, siguiendo el hilo de una historia mínima, con tres actores y una bailarina, Thaddeus Phillips construye un fabuloso cuento poético y visual, pero también muy físico, sobre el desastre aterrador de nuestro planeta, sobre esa “nueva normalidad” de grandes incendios, calores inclementes, hambrunas masivas, muerte de los océanos y guerras por recursos. Por encargo del Teatro de la Abadía, de Madrid, el dramaturgo y actor estadounidense de 47 años estrena su primera producción en español, Antropoceno, en la que la imagen, la danza y los juegos escénicos van conformando una atmósfera audiovisual y sonora que sitúa al espectador no solo ante la emergencia climática, sino también la pesadilla de los móviles, el consumo brutal, la inteligencia artificial, la comida basura o la seguridad en los aeropuertos. 

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No es, sin embargo, Antropocenouna obra pesimista ni apocalíptica. Por el contrario, Phillips, colaborador de Robert Lepage, propone un enfoque esperanzador, convencido de que los jóvenes no cambiarán el mundo pero sí lo reinventarán desde la catástrofe. “Hay millones de jóvenes que hacen frente a este problema. Entienden que este sistema no funciona y están empeñados en cambiarlo. Son ellos los que salvarán el planeta”, asegura. Este “proyecto creativo colectivo”, como lo define el director, protagonizado por Silvia Acosta, Julio Cortázar, Almudena Ramos y la bailarina ucrania Kateryna Humenyuk, se representa desde hoy hasta el 29 de marzo.

“¿Pero cuándo empezó esta locura?”. La pregunta se lanza desde un escenario dominado por un gran domo que recrea la Tierra como obra de arte. El espectador no asiste a una lección de historia, pero sí se visitan algunos de los momentos clave —la primera prueba nuclear en 1945 en Nuevo México, la revolución industrial, el salvaje capitalismo e incluso la aparición de Greta Thunberg, símbolo contra la emergencia climática— que podrían marcar el inicio del antropoceno, nombre otorgado a la actual época geológica, determinada por el impacto catastrófico de las actividades humanas en los ecosistemas terrestres.

El teatro como juego

Fue con esta palabra, antropoceno, por la que Phillips (nacido en Denver, EE UU, pero afincado en Bogotá, Colombia, desde hace seis años) comenzó el proceso de creación de esta “mezcla de fábula, locura y poema”. Tras un ensayo general de la obra, el dramaturgo, que llega cada día al teatro en patinete, valora la oportunidad que le ofrece La Abadía como artista: “Poder expresar sobre un escenario mi compromiso y mis preocupaciones por el tema del cambio climático y el futuro al que nos avecinamos”.

El encargo a Phillips, director de espectáculos que se han podido ver en España como El conquistador, 17 fronteras o Ankomsten (Avistamiento) le llegó de José Luis Gómez, anterior director de La Abadía, tras la representación en Madrid, en junio de 2018, de la obra Emigrantes. Comenzó poco después todo un proceso de estudio e investigación sobre el mundo que vamos a dejar a nuestros hijos y nietos, que incluyó la realización en Madrid de un taller del que salieron los tres actores.

La inclusión de la bailarina Kateryna Humenyuk surgió tras descubrirla Phillips en un espectáculo de La Fura dels Baus. Cuando el director habla de una creación colectiva no lo dice en vano: la coreografía ha sido creada por la propia Humenyuk, cuya presencia ha dotado al espectáculo no solo de danza, sino de movimientos y acciones muy físicas y corporales, y los textos han sido escritos por los actores tras sus improvisaciones en los ensayos. “Los intérpretes tienen la oportunidad de escribir sus palabras porque los personajes vienen de ellos. Resultan más auténticos”, explica.

Detrás de ese bello domo, que gira, se abre y se cierra, se adivina un trajín y una alta tensión, a tenor de todos los personajes a los que los actores, a una velocidad del rayo, van dando vida. Es ese reto escénico y técnico, esa locura de juego el que de verdad entusiasma a Thaddeus Phillips. “Lo he aprendido de Robert Lepage, con el que durante las funciones hemos llegado a cambiar cosas. Era apasionante. Ahí está el verdadero juego. Gente viva en el escenario. ¿No es el teatro un juego?”.

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