Una novelista del “cambio cultural del MeToo”
Susan Choi es una de las voces más interesantes de la narrativa estadounidense reciente
Se refiere a 2020 como el año de la catástrofe. “Desde marzo estamos todos en el mismo mundo, pero sin poder funcionar”, lamenta al teléfono la novelista Susan Choi (Indiana, 51 años). Ella está inmersa en viajes familiares y proyectos varios, que incluyen desde las clases de escritura creativa que imparte en Yale —ahora a distancia—, hasta una novela nueva que aún no ha terminado, un hijo adolescente y una madre enferma en el otro lado del país. Choi no contaba con que esta entrevista se celebrase por videollamada y no dispone de mucho tiempo. Mantiene un tono firme, preciso y serio que va suavizando según habla de su quinta novela, Ejercicio de confianza (Alba), libro con el que, en noviembre de 2019, obtuvo el National Book Award poco antes de que se desatara la catastrófica pandemia.
La génesis de la novela se remonta a tiempo atrás. Choi, autora de Mi educación (Alba) y multipremiada desde su debut hace más de 20 años, trabaja durante largos periodos en sus libros y relatos, vuelve sobre los archivos dispersos en carpetas en su ordenador sin saber adónde llegará. “Al principio no me volqué en exclusiva en ello. Ejercicio de confianza se fue acumulando más bien”, explica. Se trataba de la historia de un grupo de estudiantes en un instituto especializado en artes escénicas en una ciudad sin determinar del sur de EE UU en los ochenta, un lugar similar al lugar donde esta escritora, hija de padre coreano y madre judía, estudió antes de graduarse en Yale y en Cornell. De allí Choi pasó como verificadora a la plantilla de la revista The New Yorker donde conoció a su marido, el crítico gastronómico Peter Wells, y editó junto a David Remnick una antología de relatos de Nueva York publicados en la revista
“La novela era, al principio, el relato de una historia de amor entre adolescentes, sobre lo que sienten y sus reacciones. No trataba de responder ninguna pregunta más allá de averiguar quiénes eran esos personajes”, apunta. Pero como si de una muñeca rusa se tratara, el romance y los malentendidos que enredan a Sarah y David y las clases de teatro con el sofisticado y manipulador Mr. Kingsley, acabaron encajados en una trama que va superponiendo nuevas capas en la segunda y tercera parte de la novela. Se va formando una perversa mecánica que va desintegrando las certezas. ¿Cuál fue el detonante para ese giro? “El siguiente paso fue pensar dónde estarían hoy esos mismos personajes. Y entonces vino el otoño de 2016 y la victoria de Trump”, recuerda. La llegada del magnate a la Casa Blanca, asegura Choi, le abrió los ojos a una realidad que no veía. “Muchos éramos totalmente naïf sobre el apoyo que podía recibir alguien como él. Su ascenso fue un shock, algo que supuso una reformulación de nuestra historia común como país en los términos más viles. La conversación pública se llenó de desconfianza, odio, terror al inmigrante, desprecio a las mujeres”, subraya.
Así que Trump fue lo que impulsó un cambio en la forma de Ejercicio de confianza, a través de un nuevo narrador, pero también, a medida que las denuncias de abuso del movimiento Metoo iban creciendo en 2017, aquello inoculó el fondo de la historia. Las cuestiones en torno a los abusos y los abusadores fueron abriéndose paso. “El Metoo remató mi novela, trajo al frente temas que ya estaban en la trama y los desnudó”, asegura. “La ira de las mujeres que brotó entonces estaba relacionada con el asco que produjo la compulsión sexual que había expresado Trump como candidato. Pero lo cierto es que a lo que apuntaba directamente era a todo un desajuste en quien y cómo se cuentan las historias”. La tercera parte del libro responde directamente a todo eso. “Aquel otoño arrancaron esas conversaciones entre hombres y mujeres que trataban de entender cómo reverberaban las denuncias en su vida. Hablando con una amiga entendí por dónde debía ir con mi novela”, explica.
Ahora, aunque las denuncias hayan abandonado mayormente los titulares, Choi no cree que el Metoo haya desaparecido. “Es algo que todos tenemos en cuenta, un cambio cultural, y aunque haya recibido críticas que sostienen que se trataba de mujeres que odiaban a los hombres, lo cierto es que aquella conversación ha tenido un efecto en las nuevas generaciones. Ellos tienen francamente claro que hay comportamientos que nunca más serán tolerados. Lo ocurrido fue un cambio de paradigma que implicó que el conjunto de la sociedad de pronto pasó a decir que algo no era aceptable ni estaba bien”, apunta. “Las mujeres hemos tolerado cosas que no debimos dejar pasar y debemos salir de eso. Debemos dejar de hacer cosas para los hombres, dejar de picar en rollos románticos que llevan a las mujeres a estar explotadas, tenemos que cuidar de nosotras mismas”.
A pesar de todo, Choi asegura que la escritura para ella es un ejercicio placentero y no una manera de tratar de temas de actualidad desde otro ángulo. Matiza, eso sí, que la ficción es un buen vehículo para abordar preguntas complejas. No tiene tiempo para más y se despide poniendo fin a la entrevista, un ejercicio más de confianza con un final menos inesperado que el de su novela.
La literatura no sirve para unir
Si Trump no hubiera perdido las elecciones, la escritora Susan Choi hubiera dejado de hacer libros de ficción. “A la vista de lo que estaba pasando pensaba que es una actividad auto-indulgente, porque mis novelas pueden ayudar a lectores que ya son susceptibles de prestar atención a mis ideas y considerar los efectos que una relación abusiva entre estudiante y maestro”, expone. “Pero nuestra cultura hoy está dividida en frentes y mi lector en potencia es un artista liberal de Nueva York, y eso es lo que siento que es doloroso: que estamos en un país polarizado y que mi trabajo no llegará a los que están al otro lado. No veo que haya una manera de crear más terreno común por medio del arte”. La victoria de Biden le ha hecho cambiar, en parte, de opinión, pero la escritora no logra comprender cómo tanta gente cuyas vidas "Trump puso en peligro" han vuelto a votar por él. "La información no les llega, y los expertos despiertan sospechas a sus ojos. Es catastrófico que la ciencia haya quedado enmarcada como si fuera algo 'fake".
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